—Buen día... —la voz de un hombre me hace despertar.
—Mmm... —me quejo estirando mis brazos, frotando mi cara.
—Buen día, pajarito —murmura Carlos asustándome— ¿Así qué pensaste que escondida me ibas a evitar?
—¿Qué haces acá?, Puede entrar alguien —me siento rápido en la cama y me cubro con las mantas.
—Están todos en el pueblo y en la iglesia, Emilia, —se sienta a mi lado en la cama fijándose en las cajas con remedios sobre mi mesita de noche— ¿Estás resfriada?
—No, o sea... sí.
—Mientes muy mal, vine porque terminé el libro, hace días, quería devolverlo, pero no te encontré en ninguna parte, el único momento que sabía que te encontraría es en la misa y tampoco llegaste, así que vine acá sabiendo que todos salen hoy.
—Carlos... eso está muy mal, me estás asustando.
—¿Por qué?, No te haría daño. —deja el libro sobre mis piernas— Si realmente quieres que me vaya, créeme que te dejaré tranquila, sólo tienes que pedirlo.
—No quiero ser tu amiga, me escondí y acá estás... ¿Qué quieres?
—Te quería devolver el libro, te lo dije, ya me voy, sólo era eso, —se levanta de la cama para salir por la ventana— adiós, pajarito.
—¡Carlos! —exclamo antes de que se aleje más y se devuelve con la cara llena de felicidad, brilla de felicidad— ¿Te gustó el libro?
—Sí, —sus manos están apoyadas en el marco de la ventana— Emi, ¿Quieres salir conmigo?, Donde tú quieras.
—Bueno, pero caminando o en bicicleta... no me gusta andar en auto.
—¿Por qué?
—No me siento cómoda.
—¿Por qué? —insiste y me doy cuenta que no lo va a dejar pasar.
—Tuve un accidente en auto —no confío lo suficiente en Carlos para subir a un auto con él, jamás he conocido a alguien que me de confianza ciega de subir a un auto desde el accidente.
—¿Y si manejo yo?
—No eres la excepción, Carlos, —suspiro— pero sí, supongo que podemos salir después de almorzar.
—Te espero en la esquina entonces —sólo le sonrío, supongo que basta como una respuesta—, Adiós pajarito, nos vemos después —golpea suavemente el marco de la ventana antes de irse, me levanto para verlo saltar el cerco de la propiedad, como un delincuente.
Apenas salgo veo a Carlos en la esquina, baja de su moto y me mira caminar hacia él.
—Hola —sonríe estirando su brazo para tocar mi cabeza.
—Hola, ¿Dónde vamos a ir?
—Al río, pero otra parte más divertida —comienza a subir el sendero— vamos, pajarito, ¿O te tengo que cargar?
—¿Por qué me dices pajarito? —pregunto caminando detrás de él.
—Me gusta, hay algo de ti que me recuerda a ellos, quizás la sensación de que puedes irte en cualquier momento —bueno, no está equivocado y me pone más atención de la que creía.
Seguimos caminando por el sendero, cada cierto tiempo Carlos se voltea a mirarme hasta que empuja mi cintura para yo caminar delante de él, avanzo sin hablarle nada.
—¿No vamos a conversar nada? —pregunta caminando detrás de mí.
—No, creo que ya es suficiente con que salgamos juntos, aparte, ¿De qué quieres que hablemos?
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Lo Que Quede De Verano © [Disponible En Amazon]
Storie d'amoreᴅɪꜱᴘᴏɴɪʙʟᴇ ᴇɴ ᴀᴍᴀᴢᴏɴ Emilia pretende tener un verano tranquilo después de tantos meses de terapia por su accidente; acompañado del mar, el sonido de las olas y las hojas de los árboles, está segura que es justo lo que necesita, quizás recordar un po...