Capítulo XIV - 2

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Carlos

Emilia da vueltas en la cama mientras yo estoy en el sofá leyendo uno de sus libros a la luz de una vela, veo directamente a su habitación, la lluvia sólo aumenta junto con el viento, los truenos y los rayos que iluminan todo cada varios minutos. 

—¿Quieres algo? —pregunto desde el sofá.

—No —no me mira, sólo escucho su voz salir de entre las sábanas y escucho una hoja pasar, también está leyendo y hay una enorme probabilidad de que sea uno de sus libros llenos de porno, magia y hadas. Recuerdo su risa antes de decir "es necesario un poco de magia y diversión extra entre lo mundano".

—Yo sí, tengo frío... ¿Qué tienen? Seguro tienen algo bueno por aquí.

—Busca, tu hermano es el que ordena, así que seguro puedes encontrar una botella de vodka que compró hace poco.

Me levanto del sofá pensando en el tono en que dijo "tu hermano" como refregando en mi cara lo que ya sé, tengo claro que es la novia de Arturo, ¿Me importa? Eso es lo bueno, no me importa a esta altura, con estar con ella me basta y me sobra, sea la novia de quien sea, si Arturo quiere venir a pelear conmigo por ella que lo haga, no voy a retroceder este milímetro que avance. 

En la cocina encuentro una botella de vodka, preparo un par de tazas con chocolate caliente y vodka, llevo una a Emilia dejándolo en su mesa de noche. Me siento del otro lado de la cama, junto a ella. 

—¿Qué se supone que estás haciendo? —deja el libro de lado y me mira sobre su hombro.

—Vine a tomar el chocolate caliente contigo —respondo tomando de mi taza, ella suspira y se sienta a mi lado. 

—¿Qué pretendes, Carlos? —murmura tomando de su taza— No entiendo.

—¿Me preguntas a mí? —rio pensando en todo lo que pretendo, si quedara a mi criterio estaríamos desnudos hace un par de horas— Quiero lo que sea que me puedas dar, el mínimo si eso es lo que hay, quiero que vuelvas a estar conmigo.

—No, estoy con Arturo, así que no volveré a estar contigo, aunque termine con él. No voy a seguir estando con ninguno de ustedes. 

—¡Qué injusta eres! Si terminas con Arturo vuelve conmigo —me mira con el ceño fruncido, pero comienza a reír—, por favor.

—Eres un idiota, no te soporto, Carlos —me golpea con un cojín haciéndome escupir el chocolate con una carcajada—, ¿No te da vergüenza? ¿puedes salir de mi cama? 

—Técnicamente, éste es el lado de Arturo así que puedo estar aquí —paso mi brazo por detrás de sus hombros hasta que se relaja y se apoya en mí, aun riendo, intenta estar molesta con todas sus fuerzas, pero no puede. 

—Eres tan estresante.

La risa le gana y yo no puedo estar más feliz en medio de la tormenta que con ella riendo bajo mi brazo. Hace tanto tiempo no estaba tan feliz, realmente hace tiempo no estaba feliz, para nada, sólo no lo sabía, hasta que ahora Emilia está a mi lado y aunque no ha hecho nada más que intentar alejarme, me basta con tenerla al alcance de mi mano otra vez. 

—Así que tú y Francisco —murmuro recordando lo que dijo Arturo.

—¿Qué? —frunce su rostro y me mira con horror— ¿Quién? 

—Francisco, el niño de los helados.

—¿Quién? Oh... ustedes son unos enfermos, ¿Arturo te lo dijo?, está loco —dejo escapar una risa mientras ella se acomoda molesta en la cama, miro su escote y después de unos minutos en silencio decido hablar otra vez.

Lo Que Quede De Verano © [Disponible En Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora