Capítulo VI - 5

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Carlos

Emilia suspira antes de dejarse caer sobre el sofá, su overol lleno de pintura, una camiseta blanca debajo de la jardinera, muy diferente a sus vestidos diminutos de la playa.

—No lo sé, Carlos... Sólo, no lo sé, estábamos avanzando mucho y...

—¿Ese es el problema? Emilia, eso es lo normal, deberíamos avanzar, así funciona la vida, me estabas buscando en la ciudad, no lo niegues.

—No te lo estoy negando, Carlos, pero creo que nos equivocamos.

—¿De qué forma, Emilia? Hablé con Tatiana —la cara de Emilia cambia, pone en blanco sus ojos y se apoya en el respaldo del sofá cruzando sus brazos sobre su pecho— Me dijo que te había mencionado que yo les decía lo mismo a todas, ¿le creíste? Claro que lo hiciste, por algo terminaste conmigo.

—Ay Carlos, no sé por qué le das tanta importancia, fue algo tonto de verano, no sigamos con esto... Aparte, ¿Por qué no debería creerle?

—¿Para ti fue algo tonto de verano? —pregunto sentándome a su lado.

—No, Carlos, pero no sigamos con esto.

—Específicamente ¿Con qué no quieres seguir?

—Esto, nosotros, ya pasó. Estamos en la ciudad, dejemos de, tienes razón, si te buscaba, porque quería no sé, pero Carlos, entre nosotros no existe algún futuro, míranos, estás a punto de ser doctor y a mí me falta un año para terminar, no tenemos nada en común sólo nos dejamos llevar en el medio de la nada y Tatiana me dijo que si, que a ella le dijiste lo mismo que a mí, por un momento pensé que lo que teníamos era real pero, Carlos, no nos vemos hace meses, primera vez que hablamos tanto y sólo hemos discutido, ¿Qué futuro podríamos tener?

—Un futuro juntos, donde no te enojes por lo que dice alguien que no existe en mi vida, donde no tenga que verte de lejos con los ojos llenos de ilusión con cada hombre alto y de pelo largo que veías... Esto es real, Emilia, es lo único real que he tenido en mi vida, yo te he extrañado cada día, y cuando me di cuenta como me buscabas supe que tú también.

—Bueno, sí, tienes razón, pero yo no quiero estar contigo ni con nadie, quiero terminar la universidad tranquila y estar contigo me significa quitarle atención a eso, te dije en las vacaciones que no quiero esto, no quiero estar contigo acá.

Me quedo mirando a Emilia mientras termina de decir lo que tiene que decir, no está equivocada, ya me lo había dicho y por algún motivo pensé que quizás iba a cambiar de opinión después de tres meses juntos, o quizás me había extrañado lo suficiente para dejar atrás la idea de que lo nuestro quede en la playa, quizás si le decía todo lo que sentía por ella cambiaría de opinión, pero no, por lo poco que me queda de dignidad cuando se trata de ella, la voy a dejar ir, tenía otras cosas planeadas, pero supongo que los planes pueden cambiar y la puedo dejar ir.

—Me tengo que ir —se levanta del sofá lentamente, como si estuviera esperando que la detenga, la puerta se abre justo en ese momento y entra Arturo.

—Hola... Emilia —mira a Emilia con una sonrisa que desaparece de a poco, ella apenas devuelve la sonrisa, una sonrisa tan forzada que me avergüenza lo evidente que es que discutíamos— ¿Interrumpo algo? ¿Todo bien?

—No te preocupes, Emilia ya se va —digo levantándome del sofá.

—Si, disculpa Arturo —Emilia pone su abrigo y sale junto a mí por el pasillo del edificio— Carlos, no quiero que te enojes conmigo, lo siento, es que...

—Está todo bien, Emilia, no te preocupes.

—Es que, si me preocupa, Carlos yo si te quiero, pero es difícil, aún somos muy jóvenes, tenemos cosas por hacer y...

Lo Que Quede De Verano © [Disponible En Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora