Capítulo X - 2

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—¿Dónde vas? —pregunto cuando lo veo salir duchado, perfumado y vestido.

—Donde Emilia, me invitaron a comer —responde sacando las llaves del auto de su bolsillo.

Sé que no debería seguirlo, pero de todas formas lo hago, pensando todo el camino lo paranoico que soy si se trata de Emilia, me desconozco; entro por la puerta de atrás después de ver el auto de Arturo estacionado en la entrada, se escuchan las voces de todos, la risa de Emilia.

Están ahí hasta que todos se van a dormir y Arturo hace lo que yo haría si fuera él, y supe de inmediato que voy a ver mucho más que dos amigos pasando un rato juntos, podría irme justo ahora y evitar todo lo que esto va a significar, pero no puedo, por algún motivo no puedo ser alguien cuerdo y saludable si se trata de Emilia.

Arturo finge que se va a dormir, se despide de los pocos que quedan despiertos, entra a una habitación del pasillo y cierra la puerta con seguro, mientras Emilia cierra su propia puerta.

Sale por la ventana, ignorando por completo la sombra que debo ser bajo un árbol, entra por la ventana de Emilia que le sonríe, quita su vestido dejando libres sus pechos, mostrando una diminuta tanga blanca antes de que Arturo quite su camiseta sobre la cabeza para lanzarla a algún lugar de la habitación de Emilia.

Ella estira sus brazos para alcanzar el cuello de Arturo mientras se besan, él no la abraza de inmediato porque está demasiado ocupado soltando su cinturón y el pantalón que cayó. La gira dejándome ver la espalda de Emilia ahora, para caminar a la ventana después de que ella susurra algo, pero no la suelta, la levanta y ella envuelve sus piernas a la cintura de Arturo, siguen besándose mientras caminan a la ventana. Apenas desocupa sus manos las lleva directo al trasero de Emilia, a apretar, enterrando sus dedos entre la tela y la piel de Emilia, juega con ella, amasando y dando suaves golpes a sus glúteos tan bronceados. Emilia, no deja de besar el cuello de Arturo, que estira apenas una mano para cerrar las cortinas mientras su otra mano está abierta en un glúteo de Emilia, sosteniéndola, dejándome con mucha más información de la que podría manejar.

Me quedo unos minutos ahí, intentando procesar que del otro lado de las cortinas, mi gemelo está... Está con la mujer que yo amo. Qué de alguna forma debería aceptar que ya pasó, que aunque fueron los mejores meses de mi vida no van a volver, que aunque hayan pasado años y no la he olvidado, ella decidió seguir adelante.

Y tiene razón, eso es lo peor de todo, Emilia siempre tiene razón. Tiene razón con que debería concentrarme en mi hijo, en mi esposa, pero, ¿Cómo podría?

Desde que volví a ver a Emilia en el hospital con los ojos rojos de llorar, tomando mi mano, desde que la escuché que si volvía ella misma arreglaría todo. Ella pensó que estaba sedado, pero fue como mágico, sentí el calor de su mano y comencé a despertar. Quizás incluso antes de sentir su mano, escuché cuando dijo ¿Qué hiciste, animal?, pensé que me había muerto y había llegado a mi cielo donde Emilia me estaba esperando, pero no, aún estaba vivo y Emilia estaba a mi lado.

Supongo que debería intentar seguir adelante yo también, dejar de seguir a Emilia y Arturo, dejarlos hacer su vida, quizás incluso pueden hacer una vida juntos. Si pueden hacer una vida juntos podría tener más cerca a Emilia de lo que podría tenerla si no estuviera con Arturo. Podría quizás almorzar con ella los domingos en familia, podría verla con mi bebé en brazos, podría verla embarazada de un bebé genéticamente igual a mí.

Sería casi lo mismo. Pero de ninguna forma sería lo mismo.

No podría dormir con ella, no podría estresarla como me gusta hacerlo, no podría hacerla enojar todos los días con algo tonto para que después tenga que hacerla olvidar su enojo y lograr que se ría con algo que yo diga. No sé qué es lo mejor, sólo sé que debería dejar de estar aquí, bajo este árbol mirando a la ventana que ya no me deja ver a Emilia, pero no sin antes dejar algo en su cabeza, así que lanzo un par de piedras contra su ventana, que seguro ella sabrá lo que significa, seguro Arturo también lo sepa.

Conduzco mi motocicleta sin el cuidado de hacerla andar lejos, quiero que escuchen, que sepan que estuve aquí, que los vi y que mi corazón se rompió. Aunque dudo que lo hagan, seguro están demasiado ocupados con sus propios sonidos como para poner atención a algo más.

Ni siquiera tengo a mi gemelo para llorar con él. Si no estuviera demasiado ocupado con Emilia seguro podría ir a acostarme en su cama y ver películas hasta tarde, jugar en la consola, quizás incluso me dejaría dormir con él, me escucharía como siempre.

No me podría importar menos el frío de la noche, llegar tarde a casa, inventar otra excusa ridícula, podría incluso emborracharme para no sentir tanto, el problema es que quiero sentirlo, quiero sentir lo que hice, quiero sentir que perdí a Emilia, porque esto no es culpa de nadie más que mía.

Lo Que Quede De Verano © [Disponible En Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora