Capítulo XVII

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Arturo

Llego al apartamento en Rosario muy temprano, está vacío, Benja y Tami están en Bapi, pero no tengo idea dónde está Carlos, busco las cosas que tengo que cargar en el auto cuando se abre la puerta del apartamento y entra Carlos aún en su uniforme de doctor.

—¿Y tú? ¿tan temprano acá? —pregunta cuando cierra la puerta.

—Emilia me pidió que busque las cosas que faltan para la fiesta —respondo aun separando las cosas.

—¿Pensaste en lo que te dije? —lo miro de reojo y algo en mí se enciende un poco, pueden ser celos.

—Si... no creo que funcione, sabes cómo es Emilia y no va a querer.

—La convencí de estar conmigo hace años, creo que puedo hacerlo otra vez si le garantizamos que tú también vas a estar —comienza a quitar sus zapatillas.

—Claro que voy a estar, pero te digo que no sé si ella quiera, Carlos, en toda su vida ha estado sólo contigo y conmigo, no es la persona más sexual del mundo, estudió en un colegio católico, sus padres son muy conservadores y sabes cómo es...

—¿Contigo no? —el tono socarrón acusa su broma mientras sigue quitando su ropa y continúa—, sólo es tímida y de primera no se siente libre, pero sólo hay que esperar a que se desinhiba un poco, quizás darle un poco de vino.

—¿Entonces que tu idea es que emborrachemos a mi esposa? ¿Puedes dejar de quitarte la ropa?

—Futura esposa —corrige mirándome, aplasta una de sus manos en la bolsa que contiene mi traje—, no digo que la "emborrachemos", digo que todos nos emborrachemos y nos relajemos un poco, lo peor que puede pasar es que se duerma, nos acostamos al lado de ella, fingimos que ya pasó y vemos que opina.

—Creo que si Emilia bebe lo suficiente va a ser ella quien nos ofrezca un trío a nosotros —suspiro llevando mis manos a mi cintura, Carlos ríe, sabe que tengo razón.

—Lo sé, pero por eso, no es emborrachar a Emilia, de ninguna forma.

—¿Por qué no lo dejas pasar? Me parece mejor idea que ofrecerle un trío a Emilia cuando falta un día para nuestro matrimonio.

—Porque yo también la amo y tú no quieres compartir, pero no quiero que deba elegir.

—Me va a elegir a mí, y lo sabes —cruzo los brazos sobre mi pecho dándole una sonrisa, estoy seguro que me va a elegir a mí, o a ninguno, pero a Carlos jamás lo elegiría sobre mí.

—Da igual, pero no lo voy a dejar pasar, lo voy a hacer con tu ayuda o contra ti, así que tú decides.

—Bien, inténtalo, pero si no quiere voy a ser el primero en sacarte de mi casa —me mira con una sonrisa y golpea mi hombro antes de caminar a la ducha.

—Espérame, no te vayas sin mí, yo te ayudo y después me iré contigo.

—No quiero llevarte —respondo, pero es demasiado tarde y Carlos ya está lejos de escucharme.

Me acompaña todo el día, cuando vamos a la florería compra un ramo de flores para Emilia, odio que no le dé ni una pizca de pudor estar comprando flores para mi esposa, compra chocolates y en tanto me descuido compra los dulces en la cafetería que le gusta a Emilia.

—Él paga —digo cuando terminamos de revisar los últimos detalles junto a la banquetera.

—¿Yo? —pregunta Carlos mirándome confundido.

—Si, eso es lo bueno de compartir, ¿Cierto? —sonrío golpeando suavemente su brazo.

Poco después del anochecer volvimos a Bapi, falta un día para nuestra boda y seguro, lo que quiere Carlos, va a pasar antes, si es que pasa, si es que Emilia quiere. La voy a buscar donde mis abuelos y no puedo evitar estar nervioso, ella se da cuenta.

Lo Que Quede De Verano © [Disponible En Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora