Emilia
No he visto ni he hablado con Carlos desde esa vez en la playa, nada en lo absoluto, ni hola ni adiós, siempre lo evito y Arturo parece entender que no quiero verlo porque jamás me lleva a la casa de sus padres si está Carlos. Por suerte ahora tenemos menos vacaciones y no tengo que estar evitando verlo durante tres meses.
Lo odié mucho tiempo por todo lo que dijo, pero supongo que mientras me fui enamorando de Arturo el odio se borró. Quizás ver la cara de Arturo en Carlos ayuda para que no lo odie tanto.
Lo veo a lo lejos en el pueblo, en la playa, en el río, en el mercado, pero jamás hablamos. Evito estar sola en la casa porque estoy segura que en algún momento va a aparecer y la verdad, no quiero hablar con él, no tenemos nada que hablar porque, aunque me pida perdón por todo lo que alguna vez pasó, o aunque yo le pida perdón a él, lo mejor es que estemos lejos el uno del otro. Lo más lejos posible antes de que arruinemos las cosas otra vez.
Está distinto, ya no está con Luisa, ya no lleva su anillo, sólo lleva a Tomás con él, a todas partes. Está más tranquilo, aunque no más feliz, de hecho, se ve miserable, cansado, como si estuviera horriblemente triste y vacío por dentro.
Mi racha de estar totalmente ajena a él se acaba cuando voy a comprar un helado, llevo días pensando en un helado y no he podido comprar uno, siempre que paso está lleno, a veces tengo un poco de tiempo entre clases, así que apenas puedo salgo de la escuela llevando mi carpeta, dije que iría a casa a buscar unos documentos y aprovecho de despedirme otra vez de Arturo antes de que vaya a su doctorado.
—¿Vas a volver pronto, cierto? —pregunto afirmando su cara entre mis manos, no demora en acercarme a él envolviendo sus brazos a mi cadera y metiendo sus manos bajo el vestido.
—El viernes, —responde besando mis labios— sabes que no puedo estar mucho tiempo sin ti.
—Voy a estar contando las horas —su lengua se abre paso a encontrar la mía, tan suave y cálido, separo un poco mis piernas cuando su mano me invita a sentarme sobre él—. Arturo...
—¿No? —sonríe pellizcando mi muslo.
—No tenemos tanto tiempo.
—No necesitamos tanto tiempo —la risa suena mucho más fuerte de lo que esperaba y Arturo me mira ofendido por su propia broma.
—Te amo, tengo que volver a la escuela —me alejo dando unos besos rápidos.
—No olvides tu helado —sonríe dando un apretón a mi muslo—, Te amo.
Salgo con una sonrisa enorme, aunque sean sólo un par de besos y minutos, me voy feliz antes de casi una semana sin verlo; paso a la heladería aun sonriendo de los besos, tan inmersa en eso que no me doy cuenta que alguien salía de la heladería y chocamos, la carpeta se suelta de mis dedos y cae al suelo mientras unas manos afirman mis brazos, conozco las manos que me intentan estabilizar, es Carlos. Claro que es él.
Me habla, intento ser amable con él, está nervioso y no hila sus oraciones, siempre pensé que quería hablar conmigo, pero al parecer tiene tan poco interés en mí como yo en él. Quizás ya asumió que Arturo y yo estamos juntos así que se despide con un "¿Nos vemos?".
Carlos me odia. Bien, mejor para mí, pienso caminando rápido a la escuela. Mierda, mi helado.
Nueve semanas después...
Arturo lleva unas semanas donde debe viajar constantemente por su doctorado, aunque sigue estando la mayor parte del tiempo en Bapi conmigo. Lo extraño cuando se va, pensé que con el tiempo me acostumbraría, pero no, cada vez se hace más largo el tiempo que tiene que estar más lejos, aunque cada vez es menos. Yo lo siento como si me quitaran algo cada vez que se va, especialmente ahora que empieza el invierno.
ESTÁS LEYENDO
Lo Que Quede De Verano © [Disponible En Amazon]
Romanceᴅɪꜱᴘᴏɴɪʙʟᴇ ᴇɴ ᴀᴍᴀᴢᴏɴ Emilia pretende tener un verano tranquilo después de tantos meses de terapia por su accidente; acompañado del mar, el sonido de las olas y las hojas de los árboles, está segura que es justo lo que necesita, quizás recordar un po...