Capítulo IV - 2

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Tami se va y me siento mirando a la ventana de mi habitación, molesta, el idiota encontró la forma de entrar a mi casa, a mi familia, seguro todos están riendo con él, mi abuela ya debe estar guardando un asiento en la cena para él, el abuelo debe estar preparando su chaqueta para ir a pescar como la que le dio a todos los hombres de la familia, seguro ya le preguntaron cuál es su comida favorita, cuál es su equipo de fútbol, que estudia y todos se deben haber emocionado cuando dijo medicina, deben ver hasta lindos sus tatuajes ahora que es algo así como San Carlos, mi padre ya debe haberlo invitado a pasar un día aquí mientras él debe recibir cuánta cosa le dan, porque mi tía Renata ya le sirvió café con pastel, mi madre le va a mostrar los jardines, y él va a aprovechar cada instancia para entrar más. 

—¿Qué quieres ahora, Tami? —suspiro cuando vuelve a sonar mi puerta, pero ahora es Carlos con otra taza humeante.

—No soy Tami —responde juntando la puerta detrás de él.

—¿Qué haces acá? —murmuro entre dientes girando en la cama.

—Tu papá me dijo que viniera a organizar contigo para que vayamos a manejar juntos —responde sentándose en los pies de mi cama.

—¿Mi papá te dijo que vinieras solo a mi habitación? 

—Si —asiente tomando de su taza.

—Estoy muy enojada, Carlos.

—Pero pajarito, ¿Por qué? —la sorpresa en su tono de voz me irrita, realmente me está preguntando porqué estoy molesta.

—¡Carlos!, Sólo te mencioné que estaba malo el auto de mi papá y tú... ¡Fuiste a comprar el repuesto! 

—Emilia, es sólo un gesto de amabilidad con tu papá... me importa caerle bien.

—Y lo peor de todo, usaste mi accidente para acercarte aún más.

—Eso sí estuvo mal, perdón —murmura y toma mi tobillo, pero yo miro a la ventana— En serio, lo siento... pero de verdad quiero ayudarte y tú no me dejas.

—¡Porque no quiero que me ayudes! Estoy bien sin manejar, puedo vivir sin manejar... Carlos, —sonrío para evitar derramar más mi enojo mirando sus ojos— ¿Qué pretendes? 

—Emilia, ya te dije, me gustas y yo sé que también te gusto un poco, me estoy aferrando a eso para poder estar contigo, aunque sea sólo este verano, déjame intentarlo sólo este verano.

—¿Y después?

—Puedo esperar al otro verano y darte la misma excusa, —sonríe— así que aparte de todo, te queda delicioso el té.

—No me cambies el tema, —suspiro y se acerca a mi oído— aparte no queda tan rico, así es cualquier té.

—No, el tuyo es el más rico que he probado. —murmura acariciando mi mano mientras el enojo se derrite como hielo de mi corazón— Entonces, ¿Cuándo vamos a salir? 

—¿No me dejas ninguna opción? —lo miro recogiendo mis rodillas.

—¿A qué? —pregunta tomando de la taza mientras mira mi habitación, demasiado cómodo para mi gusto.

—A salir contigo.

—No, este verano, sólo este verano y si no funciona, lo voy a intentar el otro hasta que tengamos la independencia suficiente para un verano, cuando te termine de convencer, te voy a casar aquí mismo en la capilla —dejo escapar una risa.

—¿Es ahora, sólo lo que quede de este verano o todos los veranos de mi vida?

—Algo así.

—Entonces ahora —rio y Carlos entrecierra sus ojos mirándome molesto.

Lo Que Quede De Verano © [Disponible En Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora