Capítulo 48: "Las leyes del corazón - Parte II"

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(Antepenúltimo capítulo)

Un modesto auto se detenía frente a una gigantesca mansión, dentro del mismo un par de pelinegros se encontraban platicando.

¿Estás segura de lo que piensas hacer?, decía Gokú, mirando con dulzura a su amada.

Sí, como te comenté mientras desayunamos es lo mejor para todos, respondía Milk.

Tal vez, pero....

No te preocupes por mí, todo estará bien, acoto la joven.

Me gustaría estar contigo, pero creo que solo empeoraría las cosas, decía el joven de cabello alborotado, con nostalgia.

Claro que no, pero considero que esta decisión sola debo afrontarla yo, contesto Milk, haciendo una pausa para añadir al ver el rostro entristecido de su novio: No sientas culpa, tú no eres culpable de nada, más bien aprovecha las horas que restan del día para que me apoyes en lo que te dije.

Bien, hablare con el señor Kaio, como quedamos, agrego Gokú.

Si amor, dijo Milk, acariciando con una de sus manos la mejilla del joven de cabello alborotado que ante el contacto cerro sus ojos.

Son tan suaves, pronunció Gokú.

¿Qué?, respondió la pelinegra.

Tus manos, tus manos son tan suaves, dijo el apuesto joven, al tiempo que abría sus ojos, para tomar las manos de la pelinegra y llenarla de besos.

En tanto: "Dentro de la mansión – Despacho"

Un gigantesco hombre hablaba por teléfono, mientras estaba sentado en una cómoda silla giratoria.

Si, si, como te digo, yo me estoy haciendo cargo de todo, si, si, por ello tome nuevamente las riendas de mis negocios. No, no te preocupes, no te juzgo, si estuviera en tu lugar, también investigaría a mi futuro socio. Bien, así quedamos, decía el señor Ox, dando así por culminada la llamada. Al menos ya hice cambiar a uno de mis ex socios de parecer, pensó el señor Ox.

A los pocos minutos que el gigantesco hombre había dado por finalizada la llamada, la puerta del despacho sonó.

Adelante, pronunció el señor Ox.

Padre, necesito hablar contigo, dijo Milk con tranquilidad, al tiempo que el gigantesco hombre posaba su mirada en ella.

¿De qué?, agrego con seriedad el gigantesco hombre, mientras su hija caminaba hacia el lugar donde estaba.

De mi futuro, añadió la pelinegra, haciendo que su padre cambie la expresión seria de su rostro a una de satisfacción.

Lo sabía, en algún momento tenías que reaccionar, dijo el señor Ox, mientras la pelinegra detuvo su andar.

Padre, no saques conclusiones por adelantado, respondió la joven con calma.

¿Qué intentas decirme con ello Milk?, respondió el gigantesco hombre.

Papá, primero que nada, quiero que siempre tengas presente que te quiero mucho, y que siempre agradeceré todo lo que has hecho por mí, has sido y sigues siendo un gran padre, pues a pesar de que ya no soy una niña quieres seguir protegiéndome,..., añadía la pelinegra.

Milk, dijo el señor Ox.

Papá, aunque no me lo hayas dicho de manera directa, sé que la decisión que tomé al seguir a mi corazón a traído un fuerte efecto en la economía no solo nuestra, sino también de todas las personas que dependen de nosotros, sé que has perdido muchos proyectos por esta decisión, pues como ya lo has de saber, yo también perdí muchos en la empresa que tenía a mi nombre, aunque ello para mí es irrelevante, sé que para ti no lo es, y lo comprendo, ya que en tus manos está la economía de muchas familias, además la fortuna que heredaste de nuestros ancestros, fortuna que tiene que seguir creciendo, todo ello lo comprendo, aunque yo no pueda cumplir con el deseo de ellos,..., añadía la joven.

"¿AMOR DE UN DÍA?"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora