Capítulo 15

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Izuku espera la respuesta de la mujer, ve que esta comiendo un pedazo de papa, que la mastica y después responde.

Buenoo... como veniamos seguido a comer, nos hicimos amigos — le cuenta. — Se llama Keigo Tamaki, es el chef...

Se escucho un "O" de la boca de Izuku, que miro al rubio, que entregaba otro plato, una pizca de interés floreció en él. Miro a la señora, desviando la mirada a la comida y terminó la conversación.

Al terminar Inko levanta la mano, llamando a un camarero y paga la cuenta. Y el rubio se acerca.

No es necesario, esto va por...  — un hombre canoso le interrumpe.

¿Qué crees que haces, Keigo? No se regala la comida. — le arrebata el dinero de la mano.—  gracias por venir. — mira a los peliverdes.

Para Inko fue una mala idea comer ahi ella apreto su mano, ante tan incómodo ambiente, queria volver a tener esas charlas como cuando comian, haciendo chistes o cuando habían varias personas. Pero el lugar habia cambiado en solos unos dias. Suspiro frustada.

Izuku que caminaba a su lado lo noto, pero no sabia que decir, así que caminaron en silencio a casa.

Cuando llegaron se fueron a su cuarto, Izuku se acosto en la cama, su mano tocaba su frente.

Tenía tantas dudas.

Se sento, miro alrededor, vio en su escritorio fotos, se acerco, agarro cada una pero ningún recuerdo se asoma en su mente, cerro los ojos fuertemente. Y nada. Ningun recuerdo.

Varios rostros sin nombre.

Se escucho el timbre, el andador ya no lo usaba, podia caminar por su cuenta, por eso él fue quien abrio la puerta.

Habia una mujer castaña con una pancita, que agarraba con dulzura esa zona y un hombre con anteojos que agarra del hombro a la mujer.

Los miro, tenía fotos de ellos con rostros más juveniles pero eran personas sin nombre.

Apreto la puerta y escucho unos pasos atras suyo, Inko aparecio con una sonrisa.

Tenya, Uraraka, pasen. — puso la mano en el hombro de su hijo que le permitio el pase y cerro la puerta.

Se sentia un poco incomodo, habia gente que venia y se iba, algunos eran sus vecinos, otros amigos. Queria estar solo por unas horas.

No entablo conversación con la pareja, aunque intentaban en que hablaba y si decia algo era cortante. Le comenzó a doler la cabeza, mientras estaban sentados en el comedor.

Se levanto.

¿Donde-de están las pasti-tillas para el do-dolor de cabeza? — pregunta tocando su frente, frotandola.

Esta... — Inko se levanta y va hacia un mueble, abre el cajon, sacando un blister, entregandoselo al peliverde — Toma.

Gra-gracias... — agarra un vaso y se sirve agua, saca la pastilla. Y procede a tomarla. — Me ire a des-descansar.

Claro... cariño. — menciona la peliverde, cuando lo ve irse y cerrar la puerta.

¿Aun no recuerda nada? — pregunta Tenya, preocupado.

Nada... respira. — Aun no recuerda nada...— aprieta si mano — quiero que todo vuelva a ser como antes... — junta sus manos, aguantando las lagrimas. —se siente tan extraño... me dice señora es vez de mamá...

necesita tiempo... hay que darle tiempo. — Uraraka se acerca y la abraza.

La mujer asiente y abraza fuertemente a la castaña.

El comedor no esta muy lejos de la habitacion de Izuku, así que escucho perfectamente toda la conversación desde que se fue. La señora que dice ser su madre es una extraña para él, solo quiere tiempo y acomodar sus sentimientos.

Escucho que siguieron hablando pero no le dio importancia, se hecho a dormir.

¿Quieren un té, cafe o jugo?—  la peliverde les ofrece, se levanta.

La pareja se miran, y asienten.

— Un té- mira a su esposa. — Que sean dos.

Señora Mirodiya. ¿Tendras frutillas? a la castaña se le iluminan los ojos.

ehh  se rie. — si, ahora traigo.

La peliverde se acerco a la heladera, busco y encontro un tachito donde estaban las frutillas lavadas, recordo que cuando estaba embarazada tenia antojos, pero en vez de ser frutillas eran mangos, y su esposo le traia una bolsa llena, sonrio ante tan lindo recuerdo.

Lleno la pava con agua y prendio la hornalla, poniendo a calentar el agua. Saco las frutillas, agarro un tenedor, y lo clavó en una de ellas, volvio con la joven pareja con un tachito en manos y siguieron hablando.

Querida... ¿y ya sabes si es varoncito o es una nena? — ve la pancita, que es acariciada por la castaña.

Es una nena... estoy tan feliz. — se le tiñen las mejillas con una sonrisa hermosa.

—  Los dos, amor, los dos estamos felices... fuimos hace unos dias, porque tenia turno y no dude en acompañarla. Tenya toca la pancita.

Inko sonrie, viendo ese momento y recordando cuando su esposo, Hiroto, la acompañó y cuando estaban fuera del hospital, la elevo dándole un abrazo haciéndola girar, ese momento de felicidad podia sentirla hasta el dia de hoy.

Continuará...

Recordar [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora