Escondiendo sus verdaderos sentimientos, Naruto y Sasuke entablarán una amistad por conveniencia, conociéndose más a fondo, compartiendo secretos y ayudándose entre sí. Sin embargo, habrán problemas más grandes que la vergüenza de confesar su amor...
Apenas lo dejaban entrar al gran comedor, muchos de los estudiantes de su casa querían saludarlo, y otros simplemente estaban en medio, creando una gran algarabía de alumnos felices por su regreso a clases, después de las vacaciones de navidad.
—¡Oye, Namikaze...!— el grito se oyó más alto que todos, y su atención se dirigió a Suigetsu, su homólogo y capitán del equipo de quidditch de Slytherin —¿Están preparados para que les pateemos el trasero dentro de una semana?— Naruto soltó una enorme y burlona carcajada.
—¡Ya quisieras!— exclamó divertido y junto a él, sus compañeros de Gryffindor.
Suigetsu le sacó el dedo medio, pero no le hizo caso y siguió avanzando hasta ocupar su lugar en la mesa, de espaldas al pasillo que la separaba de la otra. Shikamaru, su amigo y al cual conocía desde su entrada al colegio de magia, se sentó al frente.
—¿Cómo pasaste las navidades?— le preguntó alegre, apoyándose sobre la madera.
—Bien; mi madre quizo visitar a su familia en Noruega, lo que fué un verdadero incordio— se quejó el muchacho con voz cansada.
—Yo me quedé tranquilo en casa con mis padres y mamá me obligó a estudiar, así que no puedo decir que lo haya disfrutado del todo— confesó y entonces vió a su amigo sonreír de lado y señalar atrás de él, con un gesto de la barbilla.
Naruto ya sabía a que se refería, pero de todas formas miró disimuladamente hacia la mesa conjunta de los Ravenclaw, luego se volvió a enderezar y colocando una mano en su barbilla, disimuló su sonrojo desviando la mirada.
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—Deberías intentar decirle algo este semestre. ¿Hasta cuándo vas a esconderlo?— preguntó Shikamaru y él se tensó.
—¡Haz silencio!— chitó.
—Te gusta desde tercero.
—No es tan simple, ¿de acuerdo?— murmuró.
—¿Porque es varón?— indagó su amigo en tono obvio.
—No... bueno, por eso también— suspiró —Pero, ¿qué podría decirle yo al chico más inteligente de mi curso? Solo sé jugar quidditch.
—Eres el mejor de la escuela— recordó Shikamaru y él sonrió —Y si tienes ese problema, pues empieza a estudiar— se encogió de hombros.
—Lo dices muy fácil— bufó.
—Piénsalo de esta manera, si suspendes los TIMOS, repetirás el curso y él estará más lejos aún. Después se graduará y tú seguirás aquí otro año... o dos— añadió y Naruto frunció el ceño.
—Que chistoso— protestó y otra vez se atrevió a mirar atrás.
Solo veía su espalda y la bufanda azúl y rayada cubriendo su nuca y parte de su cabello, más negro que los ojos de un cuervo. Siempre estaba solo, concentrado en lo que hacía mientras a su alrededor la vida parecía transcurrir sin tocarlo.
