29. "Noche de tormenta"

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—Démonos prisa...— instó Naruto, casi trotando colina arriba, desde la cabaña de Jiraiya hasta el invernadero, al escuchar la campanada que indicaba a los alumnos ir para sus respectivas salas comunes.

Aún no había volteado a ver a Sasuke, porque sabía que la vergüenza estaría pintada en sus facciones. Para que su padrino no sospechara nada, tuvo que contestar con una afirmación a la pregunta: "¿Al fin dejarás de ser virgen?" ¿Pero qué otra cosa podía inventar? Lo peor de todo fué que el mayor después le mencionó que Sasuke era un chico muy lindo. Naruto no quería escuchar esas palabras de la boca de su pervertido pariente, más después de saber sus preferencias y relación con el profesor de Pociones.

Jamás le diría a Sasuke lo que en realidad habían hablado ¿Qué pensaría? Y también se sentía culpable al no poder sacarse esa hipotética escena de su cabeza, donde al fin podía tener algo más que un abrazo fuerte o roces de labios ¿Él lo dejaría besarlo de verdad? Sabía que le gustaba, se lo había dicho, pero a lo mejor se sentiría incómodo con ese tipo de actos.

Cuando cayó en cuenta de la realidad, ambos estaban frente a una gran ventana de cristal que el Uchiha intentaba abrir para alcanzar una hoja de mandrágora. Naruto observó a las plantas moverse detrás de la barrera transparente, y luego a Sasuke haciendo un increíble esfuerzo por abrirla y no pudiendo.

En ese momento, entró Orochimaru, y Namikaze obligó al pelinegro a agacharse y casi pegarse al suelo, quedando irremediablemente muy cerca y encima de su cuerpo. Ambos aguantaron la respiración mientras escucharon al profesor resoplar, mover varias cosas y luego dar un portazo al dejar el lugar, pero cuando Naruto se fué a incorporar, quedó prendado por el rostro del Uchiha y la profundidad de sus ojos rasgados y negros.

—La campana...— murmuró Sasuke con una débil sonrisa, al alelado Gryffindor que no lo dejaba ponerse de pie.

—¿Eh...?— preguntó confundido y el Ravenclaw entonces rió con ganas.

—Que debemos darnos prisa, y me tienes aquí, tirado en el suelo— explicó paciente y Naruto se puso de pie para después carraspear.

—Perdón— balbuceó y luego se dedicó a abrir la ventana, dando un fuerte tirón hacia arriba y lográndolo.

Se coló en el invernadero y salió a los pocos segundos con la hoja que tanto necesitaban, dándosela a Sasuke en su mano.

—Entonces ésta noche la pongo bajo mi lengua— suspiró el Uchiha mientras ambos reanudaban su camino hasta el interior del colegio —Será difícil mantenerla allí durante un mes.

—Sí, pero hay un truco— explicó Naruto —Mamá le puso un hechizo inmovilizador y la hoja no se movió, aunque no pude hablar casi en todo ese tiempo— se encongió de hombros —Solo tomaba sopa.

—Es una buena idea— admitió Sasuke.

Después de una corta y rápida despedida, el Uchiha subió hasta la torre Ravenclaw, pero antes de llegar a la puerta con el llamador de águila, miró a un lado, al pasillo donde la noche antes se había encontrado con Naruto; recordando entonces la s...

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Después de una corta y rápida despedida, el Uchiha subió hasta la torre Ravenclaw, pero antes de llegar a la puerta con el llamador de águila, miró a un lado, al pasillo donde la noche antes se había encontrado con Naruto; recordando entonces la singular advertencia de la Dama Gris. Apartando su indecisión, llegó hasta el mismo lugar, buscando al fantasma de la casa de las águilas.

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