15. "El baile"

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Naruto, respetando sus sentimientos, no le hizo más preguntas ese día, ni la mañana del siguiente. Trataba por todos los medios de no lucir demasiado emocionado por el hecho de que Sasuke haya aceptado ir con él, pero eso, y las palabras "confío en tí", habían abierto una ventana que hasta ese momento creyó cerrada.

A diferencia de otras veces, no estaba Shikamaru para desahogarse, así que al llegar en la tarde a la habitación de Sasuke, se arrojó a la cama sin cuidado, con el pecho lleno de no sabía que cosa, pero ya dolía. Entonces se removió sintiendo algo debajo, cuando se sentó, vió un sobre rosa y sellado. Frunció el ceño y lo abrió, descubriendo que era una carta de amor.

Por supuesto que el Uchiha tendría sus admiradoras, pero Naruto nunca había chocado con ninguna y ahora la molestia de saberlo le hizo chasquear la lengua.

—¿Qué es ésto...?— preguntó con una mueca —Sus ojos no son "pozos de anochecer" ¡Que cursi!— bufó y la rompió con rabia, para luego abrir la ventana y arrojarla al viento —¡Maldición! Tenía a haber leído de quien era— se recriminó —No importa, él irá al baile conmigo de todas formas.

Sasuke también tenía en su armario un traje de gala, que al parecer nunca había usado, pues conservaba las etiquetas del sastre al que fué encargado. Lo sacó y dejó sobre la cama, para tomar las cosas e irse a bañar antes de que más Ravenclaw usaran el baño.

No se había acostumbrado a observar el cuerpo de Sasuke totalmente desnudo, pero sí aumentado la resistencia a pensamientos impuros, aunque éstos saltaron el cerco cuando comenzó a vestirse, viéndose cada vez más guapo. Tragó saliva y se acercó al espejo de la pared de la habitación, observando con detenimiento sus facciones finas y la manera en la que los mechones, inútilmente peinados, caían de vuelta sobre su rostro de lo lasios que eran. Naruto palpó los labios, pensando que si algún día llegara a hacerlo usando sus propias manos, Sasuke lo sentiría de esa manera.

—Ya no hay nada que ocultar entre tú y yo, pero sigo sin poder decirte lo que siento— murmuró y luego suspiró con melancolía.

Los alumnos de los tres primeros años, cenaron en el gran comedor y fueron a sus casas entre quejas, pues la fiesta era para los últimos cursos. Como esperó, el salón estaba repleto, incluso de chicos y chicas sin parejas que ahora conversaban en grupos, sin impotarles no haber conseguido ninguna cita.

Sonrió al ver a Sasuke apartado justo en la entrada, sin atreverse a pasar del todo. El alivio en sus ojos cuando lo vió llegar, lo hizo sonreír. Él había peinado su cabello rubio hacia atrás de una manera muy elegante, y cada aspecto de su traje era más fino de como lo recordaba.

—Que bien me hiciste lucir— bromeó y Sasuke sonrió levemente.

—Puedo decir lo mismo— reconoció y luego miró al interior.

—¿Por qué no has entrado? ¿Esperabas por mí?

—Eres mi cita, ¿no?— preguntó distraído y luego se puso rojo como una manzana —Quiero decir...

—Nos vamos a perder los bocadillos— interrumpió Naruto y tiró de él al interior.

Sasuke inmediatamente se vió rodeado de chicos que lo saludaban y por cortesía hacían lo mismo con Naruto al verlo, e ignorando quienes eran en realidad. Una conversación muy animada se formó a su alrededor, luciendo éste un poco incómodo y recibiendo ánimo del verdadero para soportarlo. Cuando la música se hizo más movida y la elegancia abandonó un poco el salón, ambos se sentaron en sillas, Naruto con un plato lleno de entremeses y muy risueño, mientras se burlaba de Shikamaru a sus espaldas, pues el Nara había sido obligado a bailar por esa Hufflepuff que lo traía como loco.

—No comas tanto, me harás engordar— se quejó Sasuke, tratando de quitarle el plato, pero Namikaze lo alejó de sus manos.

—Estás muy delgado, cuando te acuestas se te ven las costillas— señaló sin pensarlo mucho y notó a Sasuke carraspear bajo —Tú también has visto todo, así que no te hagas el recatado.

—Acordamos no hablar de eso— recordó, fingiendo estar molesto.

—No he dicho nada que se pueda malinterpretar— rió —Solo hablé de tus costillas— se encongió de hombros y tras meterse entero un bocadillo en la boca, vió acercarse a Shion, una chica de cuarto año de la casa de Gryffindor, que siempre lo estaba molestando.

Ésta vez solo observó con diversión la escena que se llevó a su lado.

—Si estás solo, baila conmigo— pidió ella, de manera insistente.

—No quiero, lo siento— respondió Sasuke con el ceño levemente fruncido.

—¿Por qué estás tan raro últimamente? ¡Antes hubieras aceptado!— reclamó, sacudiendo los volantes de su vestido color carmín.

—No, no lo hubiese hecho— dijo Naruto y ella volteó a verlo.

—¿Quién carajos te preguntó, Ravenclaw?— inquirió, pero Namikaze solo pudo hecharse a reír.

—Ya estoy lleno— dijo, ignorándola y poniéndose de pie para dejar el plato en la mesa más cercana, luego se paró frente a Sasuke y le tendió la mano —Baila conmigo, Naruto— Uchiha apretó los labios para esconder una risita y aceptó la invitación, alejándose lo más posible de la acosadora.

Se internaron en la multitud y para sorpresa de todos, que vieron a Sasuke Uchiha comenzar a bailar y seguir la música, Naruto lo siguió. Por un momento olvidaron quienes eran o debían ser. Solo se observaban disfrutando de la energía de la música con la que una banda de magos rockeros amenizaba el ambiente.

Sí, verse sonriendo y rodeado de personas, para Sasuke era nuevo, mejor que esa imagen deprimente en el espejo cada mañana. Si no fuera por él, no estaría ocurriendo, si no fuera por Naruto, también se habría rendido, pues conocerlo y enamorarse en segundo año, fué la razón principal por la que seguía adelante y Hogwarts se convirtió en un refugio.

Namikaze tomó una de sus manos y ambos comenzaron a saltar con la multitud eufórica y gritona, siguiendo el bajo de la música. Cuando la canción terminó, Sasuke puso una mano en su pecho y respiró agitado, Naruto comenzó a tirar del apretado cuello de su traje mientras los ventigios de sonrisas aún se mostraban en sus labios.

—Estoy agotado— murmuró el Uchiha y Naruto lo empujó fuera de la multitud —¿A dónde vamos?

—A un lugar más tranquilo— fué lo que respondió.

Caminaron por el pasillo exterior, rodeando el patio y solo encontrando dos o tres parejas que se habían alejado del bullicio, luego subieron una escalera hasta el segundo nivel y Naruto se apoyó en el muro de piedra que servía de barandal. Sasuke hizo lo mismo y suspiró.

—Necesitaba silencio— admitió.

—Lo sé, por eso te saqué de allí, pero me alegra que te hayas divertido— sonrió, sin quitar la vista del frente —Siento que te conozco más que antes.

—Eso es lógico— señaló Sasuke, no sin notar que estaban completamente solos allí.

—No te dije ayer, pero gracias por compartir tu historia conmigo— Naruto volteó a mirarlo, solo viendo un asentimiento como respuesta y luego sus propios ojos azules mirándolo fijo, lo que lo hizo chasquear la lengua y maldecir internamente —Por todos los cielos, necesito recuperar ya mi cuerpo.

—Debes extrañar a tus amigos— mencionó Sasuke en tono bajo, después de escucharlo —Jugar quidditch...

—Sí, pero lo que más me molesta de todo ésto, es no poder verte cuando te hablo— confesó, abriendo las manos y mirándolas aún en la penumbra —Extraño eso más que nada.

Cuando no escuchó sonido, giró otra vez a verlo, encontrándose con unas mejillas muy rojas. Sasuke volteó el rostro al notarse descubierto.

—Iré... iré a dormir— balbuceó apenas y Naruto sonrió con tristeza, dándose cuenta de que ya no podía ir más lejos con sus insinuaciones.

—Yo me quedaré aquí un rato más, que descanses— deseó, pero el Uchiha ya se había alejado unos metros.

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