10. "Siendo un Gryffindor"

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No tuvo necesidad de decir la contraseña tan ridícula de los Gryffindor, delante del cuadro de la señora gorda, pues éstos se agruparon y después de que uno la pronunció, entraron como si de caballos a un potrero se tratase. Incluso las chicas.

La sala común era realmente cálida, con una gran hoguera que acentuaba los tono rojos y dorados, representativos de la casa del león. Contrario a la Ravenclaw, el aire de afuera no se filtraba por ninguna parte, pues no tenía enormes ventanales como la torre de las águilas. Cuando Sasuke se detuvo en medio del salón con el bullicio de los alumnos corriendo de un lado a otro y riendo, se dió cuenta de algo sumamente importante: no sabía donde estaba la cama de Naruto.

Muchos pasaban a su lado dándole palmadas y pequeños empujones amistosos, a los que el Uchiha no estaba acostumbrado, así que solo apretó las manos sobre su regazo, confundido, tratando de encontrar calma y pensar la manera de preguntarle a alguno donde dormía, sin hacer parecer a Naruto un idiota.

Sin embargo, cuando levantó la mano un poco para llamar a uno de los Gryffindor, un brazo le rodeó los hombros y lo obligó a caminar, incluso sin soltarlo mientras subían unas escaleras de caracol rumbo a los cuartos. Sasuke enseguida lo identificó como Shikamaru Nara, quien sabía era el mejor amigo de Naruto, pues siempre andaba de arriba a abajo con él; aunque ahora debido a los estudios, no tanto.

—Ya se acabó...— exclamó Shikamaru, empujándolo dentro de una habitación con tres camas, una de ellas vacía, sin el edredón.

Era normal que ya a esas alturas algunos alumnos con los que empezaron en Hogwarts, suspendieran o se dieran por vencidos en los años más difíciles, así que sus puestos quedaban sin ocupar dentro de las habitaciones. Él lo sabía mejor que nadie.

Una de las camas con dosel de cortinas rojas estaba a medio tender, y fué en la que el Nara se arrojó, pero la otra era un absoluto desastre de ropa, sábanas, libros descuidados...

—Necesito que arregles esa cosa, porque estoy sintiendo que vivo en un chiquero con un cerdo— bufó Shikamaru, de paso haciéndole saber a Sasuke que aquél revoltijo era donde dormía Naruto.

No pudo evitar reír bajo; sí, definitivamente esperaba algo así de él.

Uchiha no respondió, nunca solía hablar más de lo suficiente; en cambio sacó la varita de Naruto del bolsillo de su pantalón. La observó, identificando inmediatamente que la madera blanca era de un Álamo temblón, muy caro y poco común. No sabía de que era el centro, pero cuando activó su magia éste se sintió demandante, nada delicado, contrario a la pluma de Thunderbird que tenía la suya. Supuso que al estar en el cuerpo del Namikaze la varita no pondría resistencia, y esperaba realmente que no lo hiciera, sobre todo delante de Shikamaru, quien lo miraba con atención.

Agitó fluidamente la blanca, llamativa e inquieta varita, que sin dudas describía a su dueño, y con hechizos no verbales, todos los objetos fueron tomando su lugar en una danza rápida y precisa. La cama se tendió, la almohada se estiró y acomodó, los libros se apilaron, la ropa limpia se colgó en perchas dentro del pequeño armario donde se colocaban los uniformes. También objetos como perfumes, un juego de cartas, y ¿piedras?. Sasuke negó divertido, ahora solo con una enorme pila de ropa sucia delante de él.

Wingardium Leviosa— pronunció. La ropa flotó y luego la esparció para lanzar hechizos de limpieza en cada una de las prendas. Ignorando olímpicamente que también habían boxers del rubio —Tergeo...— dijo para eliminar sudor, grasa y cualquier líquido que pudiera haberlas manchado —Fregotego— la ropa burbujeó por unos segundos y luego la espuma desapareció, dejándola limpia, olorosa y hasta estirada. La colgó y guardó la varita en el bolsillo, satisfecho con su trabajo, y dándose cuenta entonces de que Shikamaru Nara lo miraba con una ceja levantada.

—Rayos...— murmuró para si mismo.

—Parece que los repasos con Uchiha han dado sus frutos— dijo en tono divertido, colocando sus manos debajo de la nuca.

—Sí... eh, supongo— balbuceó, entonces sentándose en la cama de Naruto.

—Tenías razón al decirme que era genial; si pudo enseñarte todo eso, sin dudas lo es.

—¿Él...? ¿Te dije que era genial?— corrigió, sin percatarse de que tenía las mejillas rojas. Naruto se lo había dicho en par de ocasiones, pensó Sasuke que por hacerle la pelota, pero que lo hiciera delante de otra persona se sentía...

—Montón de veces— resopló —Hasta aburres.

Sin saber como ocultar la emoción que esas palabras probocaron en él, giró el rostro, y comenzó a revisar distraídamente los libros que había apilado sobre la mesa de noche. Muchos estabam muy maltratados, pero eso no evitaba que Sasuke se diera cuenta de que eran caros; par de ellos recomendados por él mismo. Se alegró de que Naruto estudiara también en la sala común, y no solo en los repasos que le daba. Luego miró un marco collage con varías fotos de Namikaze en el equipo de quidditch, una snitch dorada, y otra imagen donde dos adultos abrazaban a un Naruto más pequeño, delante del expreso de Hogwarts. Se parecía muchísimo al hombre, también rubio, y la sonrisa de la mujer era algo que había heredado. Sin dudas eran sus padres. Cuando esa punzada conocida comenzó a sentirse en su pecho, la voz de Shikamaru no permitió que se agrandara, pues el Nara le indicó que era hora del baño.

¿Baño?

—Creo... creo que por hoy paso de eso— dijo muy nervioso.

—No seas cerdo, hace dos días que no te bañas, ¿tampoco lo harás hoy?

—¡¿Hace dos días?!— Sasuke notó una risita muy leve en la comisura de Shikamaru.

—Vamos...— dijo éste, comenzando a quitarse el uniforme.

Se envolvió con una toalla y lo esperó en la puerta. Sasuke frotó su rostro; de todas formas iba a ver a Naruto desnudo alguna vez, después de todo pasaría una semana siendo él. Pero...

—¡Oye, apresúrate!— exclamó Shikamaru.

Suspiró y con dedos temblorosos se quitó la túnica, luego empezó a desabotonar su camisa. No miró ni su pecho marcado, ni el abdomen dibujado a pesar de tener solo dieciséis; no, no pudo mirarlo porque sabía que no estaba bien, y que sería raro y una falta de respeto. No, no lo miró...

Se quedó en bóxers y tomó la toalla, junto con una botella en el armario que identificó como un gel. Entonces siguió a Shikamaru hasta el cuarto de baño de los varones. A diferencia del de Ravenclaw, era bullicioso, muy bullicioso; con jovencitos y niños corriendo, cayéndonse, pintando con hechizos tontos las burbujas que flotaban, y sin pudor de que sus genitales se balancearan de un lado a otro mientras se divertían a la hora de la ducha.

—Los Gryffindor están locos— murmuró y luego un fuerte picor en su trasero lo hizo saltar.

Kiba, uno de los integrantes del equipo de quidditch, le había pegado con una toalla enrollada.

—¡Naruto!— gritó animado —¿Eh...? ¿Por qué tu cara está tan roja? ¿Te gustó?— preguntó burlón.

—¡No toques mi trasero!— gruñó Sasuke, apuntándolo con un dedo.

Pero su mal genio no tuvo el efecto esperado, pues después de eso, los chicos de su año lo hicieron correr por todo el lugar, persiguiéndolo con toallas enrolladas en las manos.

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