45. "Miedo a perderte"

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Naruto subió todo lo rápido que pudo a su sala común, encontrándola casi vacía. Sin perder tiempo entró a su habitación y buscó las cosas para ir a bañarse. Aunque era temprano, no podía ir a ver a Sasuke apestando a sudor después de haber entrenado por horas. Apresurado se vistió y corrió hacia la puerta con el cabello aún húmedo, aunque previo a abrirla se detuvo, volvió a su armario y se puso un poco de perfume antes de reanudar su carrera.

Salió a través del cuadro de La Dama Gorda y atravesó los pulidos pasillos, resbalando en las esquinas cuando doblaba de repente, pero sin caer. Así de rápido bajó las escaleras grandes que iban a la biblioteca, pero antes de entrar un grito lo hizo detenerse de repente con expresión de culpabilidad.

—¡Namikaze! ¡¿Otra vez corriendo por los pasillos?! —la voz de Kakashi lo hizo girar sobre su eje. Encontró al profesor con los brazos cruzados en su pecho y una mirada severa—. ¿Se puede saber a dónde vas?

—A ver a mi no... a Sasuke, en la biblioteca —corrigió ágilmente. Kakashi entrecerró los ojos mientras lo juzgaba y luego suspiró.

—Si vas a ver a Uchiha, asegúrate de decirle que es probable que su entrevista con el ministro para ya sabes que, sea el dos de enero. Aunque seguramente le llegue pronto una citación oficial —Naruto asintió, ahora con seriedad.

—Profesor... ¿Sería posible que yo asistiera?

—¿Para qué?

—No tiene otra familia que lo apoye —confezó con firmeza—. Además, fuí el que lo ayudó a salir de Hogwarts. No es justo que se lleve toda la culpa.

—¿A sí? ¿Y cómo sucedió eso? —la pregunta de Kakashi tenía una pizca de diversión que lo molestó un poco.

—Creo que usted sabe —Naruto recordaba claramente encontrarse con el profesor cuando sacaba a Sasuke de Hogwarts en sus brazos, llevando este forma de gato, y la advertencia tan peculiar del director de Gryffindor. Sin dudas se dió cuenta de que no era un animal común. Kakashi se quedó pensativo y luego le colocó una mano en su hombro.

—Veré si puedo hacer que asistas a la audiencia, pero digamos que Sasuke falsificó la firma de su padre en el permiso y que la idea fué tuya. Creo que las consecuencias de eso serán menores que si se cuenta la verdad —murmuró lo último inclinándose en su oído—. Le debo varios favores a tu padre, no quiero que vaya a Azkaban por no inscribirte.

Naruto asintió con formalidad y luego de que Kakashi siguió su camino, por fin entró a la biblioteca.

Habían varios alumnos en el lugar y la bibliotecaria leía en su escritorio, solo levantando la vista cuando lo vió pasar a su lado. Buscó por las mesas pero no divisó a Sasuke en ninguna, así que continuó caminando hacia los libreros del fondo. Nada. Un poco confundido y pensando que tal vez se había demorado mucho, miró hacia el barandal del segundo nivel y al fin lo encontró. El Ravenclaw agitaba su mano para llamar su atención. Naruto sonrió y subió las escaleras de caracol para llegar a él, pero no lo alcanzó hasta que Sasuke, después de hacerle una señal para que lo siguiera, se detuviera al final de la biblioteca, donde estaban los libreros más viejos y polvorientos.

Naruto no esperó a que dijera nada, lo atrapó en un abrazo y le plantó un beso repentino sobre los labios que lo hizo abrir los ojos, un poco asustado.

—¿Qué haces, tonto? —susurró, mirando hacia su alrededor, pero tan apartados no los veía nadie. Sin soltarlo, Naruto contestó.

—No nos vemos adecuadamente desde esa noche —Sasuke sabía de que noche hablaba, porque de inmediato se sonrojó—. Tampoco hemos conversado sobre eso.

—¿Qué hay que decir del tema? —indagó el Ravenclaw, rodeando su cuello con los brazos y permitiéndole apoyarlo contra un librero.

—¿Estás bien? Ya sabes... —preguntó mientras con una mano acariciaba su trasero sobre el pantalón. Sasuke soltó una risita que acaparó toda su atención a los labios de este.

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