Sasuke y Naruto se miraron, el pelinegro suspiró y se abrazó a sus rodillas, mostrándose realmente preocupado.
—Primera vez que vengo a tu casa y creo todo un caos ¿Puedo tener una peor primera impresión?— preguntó sarcástico —De verdad no los culparía si me envían con mi padre y te prohíben verme.
—No digas tonterías... Es cierto que no era la manera en la que quería que se enteraran, pero tampoco es bueno ocultarlo por mucho tiempo.
Tomando valentía, el Gryffindor se puso de pie antes de ayudarlo y luego ambos agarraron los instrumentos de limpieza y bajaron del desván. Naruto acompañó a Sasuke hasta la cocina y puso las cosas en un rincón, notando que la sonrisa de su madre al verlos, demostraba aún su ignorancia en el asunto. Dejó al Ravenclaw con ella y luego, como en la mañana, caminó hasta el final corredor para asistir al llamado de su padre. La puerta estaba entreabierta como una invitación, así que solamente entró y la cerró con lentitud, encontrando a Minato muy serio, sentando en un banquito peinando lo que parecía un mechón invisible, pero que Naruto conocía como cabello de thestral y el que agradecía ser capaz de no ver aún.
—Pásame papel de cera— pidió el artesano sin mirarlo. Naruto alcanzó una hoja grande y amarillenta de un estante cercano y se la ofreció. Después de que Minato hubo guardado con mucho cuidado el caro material para centros de varita en uno de sus tantos cajones, agarró una taza de té ya frío que tenía sobre la mesa y lo enfrentó, indicándole con un gesto de su mano que se sentara en una caja de madera que había en una esquina.
—Sé lo que dirás...— comenzó Naruto ansioso, pero una sola negativa de su padre lo hizo callar. Sí, Minato era mucho más calmado que Kushina, pero le temía y respetaba más aún, debido a la alta estima y el respeto que sentía hacia él como su figura paterna y ejemplo a seguir.
—Tu madre y yo, hemos puesto mucho esfuerzo en tu crianza. Estamos felices de en lo que te estás convirtiendo; el quidditch, tu buen corazón... A veces tristes por otras cosas; tus notas, esa facilidad con la que mientes en ocasiones. Pero te empeñas en mejorar y creo que sería muy aburrido tener un hijo que fuese bueno en todo, no realizaríamos nuestra labor como padres si eso fuese así. Sin embargo, ahora no sé como sentirme, ¿decepcionado?
—Papá...— bramó Naruto con angustia —¿Cómo puedes decirme eso?
—Pensé que confiabas en nosotros.
—Confío.
—¿Entonces qué hicimos mal, como para que no nos hayas confesado algo tan importante en tu vida?— reclamó —He viajado medio mundo, luego con tu madre, hasta que se embarazó y nos asentamos aquí para tenerte; ¡no soy un hombre de mente cerrada! Mi hijo es gay... Está bien, sé que es algo difícil, pero se supone que somos tu apoyo, Naruto. Tengo cierta impotencia dentro, estoy buscando en mi memoria indicios que me hayan dicho lo que estabas enfrentando, y los cuales no fuimos capaces de ver. ¿Tuviste que pedir algún concejo? ¿Pasaste alguna vergüenza? ¿Dudas? ¿Quién aclaró la mente de mi hijo en mi lugar?— la barbilla de Naruto tembló antes de que este alcanzara a agachar la cabeza.
—Solo sucedió... Primero pensé que era admiración, digo, Sasuke es genial...— murmuró —Pero luego fué pasando el tiempo y deseaba... otras cosas.
—¿Y cuándo pensabas decírnoslo?
—No lo sé. Hace poco que estamos saliendo. Es complicado...
—¿Dudas que te quiera? Porque los escuché cuando estaba subiendo la escalera del desván y creo que ese no es el caso— Naruto se puso aún más rojo y negó.
—Lo que está pasando con los muggles y su mamá... De verdad pensaba decírselos, pero tenía miedo de que se avergonzaran de mí y terminé posponiéndolo— miró a su padre por detrás de su flequillo con ojos de ruego y esperanza, provocando en Minato un profundo y largo suspiro.
—¿Cuándo fué que creciste tanto?— preguntó el mayor —De cierto modo, estoy feliz por tí. Sasuke es un buen muchacho, solo hay que ver todo el esfuerzo que puso en que mejoraras en los estudios.
—Yo también me esforcé— señaló.
—Sí, pero, yo creo que él la pasó peor— se burló Minato y su hijo resopló una risita culpable.
—¿De verdad te alegra?— insistió y su padre relamió sus labios.
—Si te soy sincero, creo que nos llevará un tiempo acostumbrarnos a ello, pero te prometo poner todo de mi parte para que eso ocurra. Sé que tu madre también lo hará. Además, necesitarán mucho apoyo cuando Fugaku Uchiha se entere de que el hijo de un artesano acorrala al suyo contra el suelo.
—¡Papá!
—¿Qué? Te lo estabas comiendo, prácticamente.
—¡No digas más! ¡Es muy incómodo!
—¿Dónde aprendiste a ser tan atrevido? Seguro fué Jiraiya...
—¡No!— rechistó —¿Ya puedo irme?— señaló la puerta con desesperación.
—¿Ya hicieron... lo demás?— susurró la interrogante y Naruto ya no resistió más la vergüenza. Con la cara muy roja se puso de pie para dejar el taller, bajo la risita burlona de su padre —Veo que no— el joven salió del pequeño cuarto, no soportando por más tiempo los comentarios tan directos y cerró la puerta, pero solo un segundo después volvió a abrir, miró a Minato a los ojos y sonrió un poco.
—Gracias...— el señor Namikaze asintió en respuesta y le hizo un gesto con su mano para que se fuera tranquilo.
No había sido tan malo, de hecho, resultó mejor de lo que esperó, a pesar de que no tenía planeada para nada esa conversación. Aún quedaba Kushina, pero sabía que su papá hablaría con ella en privado, así que podía relajarse un poco hasta que eso pasara. Cuando regresó a la cocina, notó la puerta del patio aún abierta. Salió al exterior al no verlos alrededor y los encontró en el jardín. Su madre aprovechaba la última luz del día para cortar el cabello de Sasuke. Mientras este, sentado en una silla con una toalla sobre los hombros, permanecía quieto como estatua.
Kushina era muy delicada con los mechones negros, fruncía el ceño concentrada y luego medía y cortaba. Caminaba a su alrededor para mirarlo de frente, retocaba y peinaba otra vez. Cuando estuvo satisfecha, fué que Sasuke pudo moverse y notó que Naruto estaba a su espalda.
—Debería ser estilista, mira que guapo estás— dijo Kushina, complacida con su trabajo y ofreciéndole un espejo de mano.
—Me alegro de habérselo pedido, quedó infinitamente mejor que lo que sea que hace el barbero del colegio— sonrió Sasuke —Muchas gracias.
—De nada, cariño. Cuando quieras— diciendo esto, le retiró la toalla de los hombros, la sacudió y entró con las tijeras y demás cosas a la casa —No demoren que deben bañarse antes de cenar— recordó y los dejó solos.
Naruto sabía que Sasuke buscaba algo en su expresión que le dijera como había ido la conversación con su padre, él era muy observador, así que la sonrisa con la que adornó su rostro provocó que el Ravenclaw suspirara de alivio.
—¿Ya somos oficialmente novios?— preguntó el rubio en voz baja y Sasuke apretó su mano cuando este la tomó —Aunque papá dice que a tu padre no le gustará.
—Tampoco me interesa que lo sepa. Solo quiero que este año pase rápido y poder alejarme de esa casa— confesó con algo de rabia —Quizás ya no tenga a mi mamá, pero tampoco quiero quedarme allá.
—Siempre estaré para ayudarte, lo sabes, ¿verdad?— Sasuke asintió con sentimiento y entrelazó los dedos de sus manos, conteniendo el impulso de abrazarlo.
—¡¿Qué estás diciendo?!— el grito de Kushina sobresaltó a los dos muchachos, quienes inquietos voltearon a ver el interior de la casa y luego se asomaron a la puerta, llamando la atención de la mujer, que estaba acompañada de su esposo —¡¿Ustedes son pareja?!— inquirió entre enojada y sorprendida.
—Aquí vamos de nuevo...— murmuró su hijo, ya agotado del largo día.
ESTÁS LEYENDO
OBLIVIATE
Hayran KurguEscondiendo sus verdaderos sentimientos, Naruto y Sasuke entablarán una amistad por conveniencia, conociéndose más a fondo, compartiendo secretos y ayudándose entre sí. Sin embargo, habrán problemas más grandes que la vergüenza de confesar su amor...