Naruto pensó que a su madre le duraría más el enojo, pero aunque la familiaridad y confianza con la que trataba a Sasuke se hizo más cuidada, Kushina resultó ser bastante comprensiva con el asunto. A pesar de todo lo sucedido, al final de la tarde él y Sasuke se sentían más relajados, ya no teniendo nada que ocultar.
Después de la cena un paseo sonaba como una idea perfecta, sobre todo porque el Gryffindor deseaba mostrarle a su novio el bosque donde había crecido y aprendido a ser un zorro. Sasuke lo siguió en una carrera en su forma de animago, por primera vez percatándose de las capacidades superiores de un gato, sobre todo la vista y el oído. Sentía el retumbar sobre la hojarasca humedad de las patas rápidas y rojas de Naruto, mientras atravesaban arbustos y zarzas. Cuando el zorro menos se lo esperó, Sasuke lo adelantó trepando ágilmente a un árbol y saltando entre las ramas hasta caer delante con una cola orgullosa. Naruto, por instinto, le tiró un mordisco juguetón que no logró alcanzarlo. Solo hasta que el bosque quedó cortado por unos cinco metros de barranco, se detuvieron.
Bajo la luna llena de invierno, la silueta felina se transformó en el joven que amaba y pronto él ocupó un citio a su lado, sentados ambos con los pies colgando en el borde de roca cubierta de nieve. El perfil fino iluminado de azul y plata se le hizo más hermoso que nunca, y ahora podía tocarlo, no solo admirarlo de lejos. Así que Naruto levantó su mano y acarició esa mejilla fría y sonrojada por la temperatura. Sasuke no lo volteó a ver, en su lugar cerró los ojos y suspiró.
—Hacía años que no me sentía tan feliz... y desdichado a la vez —confezó—¿Por qué siempre parece que para ganar algo debo perder otra cosa?
El rubio apretó los labios y luego tiró de su hombro hasta lograr que se apoyara en él antes de rodearlo con su brazos.
—Sasuke... Sasuke, tú eres increíble —resopló con algo de impotencia—. Has logrado muchísimas cosas. Créeme que el que yo sea tu novio es la que menos mérito tiene.
—No seas tonto...
—¡Lo digo en serio! —exclamó con decisión—. No recuerdo nunca haberte visto fallar un hechizo. Hasta los profesores te hacen preguntas y cada libro que pasa por tus manos, parece que lo derrites y lo bebes como si fuese un jugo de calabaza.
—Eres muy ocurrente —murmuró con el rostro escondido en su pecho.
—Quiero decir que... Mi gatito, si tú decides que no es el final, no lo será —el Ravenclaw levantó la cabeza un poco para verlo. Su expresión era cuidadosa y confundida—. Si hay alguien que puede revertir el hechizo, ese eres tú.
—Naruto... —murmuró en una negativa—. El obliviate es absoluto. Borra los recuerdos directamente de la sinapsis y... No puedo tener esas esperanzas. Ya fueron diez años de esperar, no tengo fuerzas para más.
—¡¿Y te darás por vencido?! —sacudió sus hombros de manera enérgica y clavó sus ojos azules y severos en él—. Estuviste muy cerca, no dejes que te la arrebaten.
—¡Tú también la viste! —gruñó, alejándose un poco y rehuyendo de su mirada. Sacó la varita de su manga y la sostuvo en sus manos, directamente sobre la caída del barranco, donde las copas de los árboles oscuros y cubiertos de nieve amenazaban con quitársela— Si no fuera por esta estúpida varita... Me rio de mi mismo, de haberme alegrado alguna vez de ser un mago. ¡Hubiese sido mejor nacer como un squib! —Sasuke lanzó con fuerza la varita hacia la oscuridad, la que debido a su color rápidamente se perdió de vista. Naruto miró su trayectoria, muy sentido, y luego nuevamente a su compañero —Lo único bueno que este mundo me dió, fué encontrarte.
—Si piensas que voy a ser un novio que se queda tranquilo viendo como te deshaces en pedazos, no me conoces aún —aseguró—. Me prometí que te haría feliz a costa de todo, y si tengo que quemar la maldita sección prohibida de la biblioteca en busca de algo para deshacer ese hechizo, lo haré. Un amuleto, una poción, orine de fantasma... Solo dime qué hay que buscar y lo conseguiré. No te dejaré caer.
—Naruto —negó, reteniendo un sollozo.
—Por favor —el ruego en sus palabras hizo que al fin Sasuke se echara a llorar. Con delicadeza y lentitud Naruto dejó un beso en la comisura de su boca, imitando la ocasión en la que le rogó convertirse en animago. Luego, sobre sus labios, murmuró —Por favor... Una vez más. No estás solo ahora.
—¿Y si fallo?
—No fallas. No te he visto errar nunca, gatito.
Sasuke retuvo el aliento al recibir el suave beso, uno especialmente entregado para consolar, pues el movimiento lento y la suavidad con la que Naruto lo hacía, era la combinación perfecta para permitirle relajarse en él y lograr que su corazón se calmara. El enojo y la tristeza fueron cubiertos con una capa invisible de cariño, y un abrazo apretado alejó sus últimas dudas. Tras una caricia en su cabello negro, Naruto le permitió separarse un poco y levantar la mano. La varita perdida llegó a ella con velocidad y luego de que ambos la miraran, volvió a esconderse en su manga.
...
—¡¿Pero qué estaban pensando?! ¡Están helados! —regañó Kushina al verlos llegar pasadas las diez de la noche y cubiertos de nieve—. Necesitan un baño ahora mismo si no quieren pescar un resfriado. Rueguen porque no pase, el jarabe de moco de sapo que tengo de remedio no sabe nada bien.
—¡No hará falta! —exclamó Naruto rápidamente—. Sasuke, ve tu primero.
—Seré rápido —dijo, también algo asustando del peligroso mejunge y comenzó a subir las escaleras.
—Preparé una habitación para tí, Sasuke. Está frente a la de Naruto. Allí te dejé ropa limpia —anunció y como sincronizados, ambos chicos se miraron a la vez.
—Gra... gracias, no tenía que haberse molestado —murmuró el Ravenclaw y tras la sonrisa de la mujer siguió subiendo.
—Sí, mamá, no tenías que haberte molestado —Kushina se acercó a su hijo con una mirada inteligente.
—¿Crees que voy a permitir que juegues a las cochinada tan joven?
—¡¿Jugar a las cochinadas?! —reclamó—. ¡Tengo diecisiete! ¡Te casaste con papá a esa edad!
—Eran otros tiempos.
—¡Papá...! —lloriqueó, dando pasos pesados hacia la sala de estar donde Minato leía frente a la chimenea. Si tenía alguna esperanza de ser ayudado, se perdió cuando vió a su padre hundirse detrás del ejemplar de El Profeta—. No seas así, mamá. Soy tu único hijo, apóyame.
—Muchachito, agradece que dejo dormir a tu novio aquí después de enterarme que eres gay, de meterlo a escondidas, de sacarlo de Hogwarts sin permiso de su padre, de convertirlo en animago, de fugarte de noche hasta...
—¡Ya entendí! —interrumpió con impotencia y casi un puchero— Solo... no quería dejarlo solo hoy. Estuvimos hablando y no está del todo bien —miró a su madre con ojos de cachorro en un último y desesperado intento.
—Ajá, sí. Bueno, que se haga hombrecito.
—¡Mamá...!
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OBLIVIATE
FanfictieEscondiendo sus verdaderos sentimientos, Naruto y Sasuke entablarán una amistad por conveniencia, conociéndose más a fondo, compartiendo secretos y ayudándose entre sí. Sin embargo, habrán problemas más grandes que la vergüenza de confesar su amor...