Sasuke anduvo toda la noche en el bosque, no era tan oscuro como el de Hogwarts, pero en pleno invierno, igual de frío. Su pelaje de gato doméstico no era suficiente para cubrirlo a tan bajas temperaturas, pero solo podía resistir y seguir avanzando.
Debía ir al colegio, no sabía con seguridad donde quedaba la casa de los Namikaze y tampoco tenía otro lugar. Por suerte, también era el mejor en Astronomía y recordaba perfectamente como guiarse por las estrellas y el punto exacto donde estaba la escuela bajo el cielo nocturno. La noche despejada también fué una ayuda, así que no paró a descansar hasta que estuvo lejos de la mansión.
Se mantuvo sabiamente en su forma de animago. Si volvía, Fugaku podía rastrearlo con una lechuza, sin contar que estaría expuesto a más peligros y no tendría oído y olfato poderoso que le avisara de depredadores, o peor, Los cazadores. Cuando ya no pudo más, se acurrucó entre las raíces de un gran roble mientras sus patitas cansadas y congeladas temblaban debajo de su cuerpo. Lo que hubiese dado por estar con él en ese momento... El pelaje de zorro de Naruto estaba más preparado para las bajas temperaturas y se imaginó que lo envolvía en él, con su cola roja y mullida; el latido firme de su corazón.
Eso era lo que le daba fuerzas. No podía romperse a los abusos de su padre, tan cruel que ni siquiera le permitió despedirse de su madre; enviando a Itachi a borrarle la memoria antes de tiempo y así acabar con esa posibilidad. Convertirlo en un desconocido para la persona que le dió a luz.
El pequeño gato negro gimió adolorido por más de una razón en la oscuridad del bosque. Sus orejas estaban bajas y sus ojos oscuros demasiado brillantes y húmedos. Aún así, cuando amaneció continuó su camino, ahora siguiendo al Sol. Si todo iba bien, podría llegar a Hogwarts a la mañana siguiente y ya Naruto estaría allí, pues en ese preciso momento debería salir el tren para que los alumnos entraran después de la Navidad.
...
Justo como planeó, casi al mediodía siguiente vió las altas torres del castillo. Estando a un kilómetro de la entrada y antes de pasar la barrera mágica, decidió transformarse en humano. Si algún profesor estaba vigilando y lo veía como gato andando solo, podía sospechar algo y tal vez descubrir la ilegalidad, pues ni Naruto ni él estaban inscritos en el registro de animancia del ministerio por ser aún menores de edad. Sin embargo, como alumno podía entrar y si acaso llevarse una reprimenda por atrasar su llegada.
Ahora como persona, caminó lentamente buscando los portones, pero no pasó mucho tiempo hasta que una figura oscura se materializó a unos metros de él, bloqueando su paso. Sabía que su padre estaría pendiente y en su búsqueda, pero no esperó que fuese tan eficiente.
Sasuke gruñó sacando su varita, en la que el señor Uchiha posó la vista de inmediato.
—¿A dónde crees que vas?
—¿No es obvio? —la respuesta insolente hizo que el mayor apretara los labios.
—Volvamos a casa, no creo que te haga falta estudiar más. Ya pasaste los T.I.M.O.S.
—Yo estudio hasta donde quiera hacerlo. También decido donde estar, y créeme que no volveré a tu maldita casa ni hecho cenizas. ¡Apártate, déjame ir!
—¿Pero quién te crees? —rió Fugaku—. Ese poder mágico que corre por tus venas y del que tanto presumes, viene de mi sangre. Harás lo que me plazca hasta que lo decida. Empieza por entregarme tu varita...
Sasuke la miró en su mano y apretó su agarre aún más, como si se la fuera a arrebatar de un momento a otro. Tenía que llegar a Hogwarts, pedir asilo al director, era la única manera de deshacerse de su padre de una vez por todas. Pero él estaba ahí, como una enorme muralla.
"Si tú no decides que es el final, no lo será."
Ya no era un niño, no lo era y por eso se puso en guardia cuando Fugaku levantó su propia varita.
—¡Imperio! —lanzó.
—¡Protego! —contrarrestó Sasuke inmediatamente y la maldición rebotó en su escudo. Luego, con un latigazo de su mano, atacó—. ¡Desmaius!
Su padre salió lanzado hacia atrás, aturdido por el golpe de energía y mientras protestaba de dolor en el pecho, Sasuke se echó a correr y pasó por su lado lo más rápido que pudo. Atravesó los árboles y la maleza hasta que encontró el camino de tierra y siguió corriendo, ahora escuchando los pasos apresurados de su padre detrás.
—¡Detente inmediatamente! —vociferó, pero faltaba tan poco...
Sasuke, a pesar de ser más rápido, llevaba dos días sin comer ni dormir. Debilitado y en medio de la desesperación, cuando cruzó las rejas de metal, resguardadas por esas dos estatuas de los jabalíes alados, sollozó su llanto al tropezar debido al cansancio, y tras caer a la grava del camino de entrada. Giró para observar a su espalda, aún sentado en el suelo, y vió a su padre acercarse, agitado y tan furioso que lo hizo temblar.
Ya estaba casi a dos metros de él cuando una figura de capa oscura le bloqueó la vista. Sasuke notó el cabello blanco y descubrió que era Kakashi, el guardian de Gryffindor, quien se había aparecido entre ellos.
—No tiene permitido entrar aquí —advirtió.
Sasuke notó como tensaba su espalda y luego una mano cálida y femenina que sostenía su brazo para ponerlo de pie. Tsunade, la profesora de Transformaciones y a quien había ayudado tantas veces, lo examinó un momento y luego también lo cubrió con su cuerpo.
—Solo vengo a buscar a mi hijo —justificó el Uchiha mayor, arreglando las mangas de su traje y luego su cabello despeinado.
—Me temo que no podrá ser —habló otra vez Kakashi—. Debido a la manera en la que este entró a la escuela y sobre todo a que ayer en la tarde nos llegó una carta del ministerio, donde aparece su nombre junto a una denuncia de maltrato infantil, puesta por Minato y Kushina Namikaze.
—No puede ser en serio —se burló Fugaku— Debe ser una equivocacion. Hablaré con el ministro para aclarar el asunto —amenazó sutilmente y Sasuke, un poco temeroso, vió a Tsunade fruncir más el ceño al mirarlo.
—¿Me estás diciendo que este niño, que acaba de entrar en pánico por el portón, atravesando el bosque solo, llorando y sucio, no ha sufrido ningún abuso? ¡¿Nos quieres ver la cara?!— inquirió.
—Profesora Senju —advirtió Kakashi.
—Sasuke... — llamó ella, mostrándole así que podía apoyarse.
Esta vez no se quedaría callado, no dejaría que la vergüenza le impidiera defenderse y lo alejara de quien quería y era importante para él. Ya había decidido no volver.
—Me encerró en una torre... Y me golpeaba con un cinturón, usando la maldición imperius — la verdad salió de sus labios, tan dolorosa de admitir que lo quebró en lágrimas a pesar de que no quería parecer débil.
Tsunade abrió enormes sus ojos marrones e incluso Kakashi se quedó helado al escucharlo.
—¿Ahora también mientes? —se quejó su padre—. Solo corrijo malos comportamientos. Huyó de la academia delante de sus narices. Quizás a Madara le guste saber que Hogwarts no es tan impenetrable si un alumno puede atravesar las barreras. Sobre todo ahora con todos los casos de asesinatos.
—Le pido que salga del colegio — repitió Kakashi—. Sasuke Uchiha se encuentra bajo protección de Hogwarts. Espere noticias del juzgado.
El chico no bajó la cabeza ante la mirada iracunda que su padre la lanzó, quien resignado atravesó el portón para poder desparecer. Suspiró aliviado, lo había conseguido después de todo.
—¿Tienes alguna herida? — preguntó Tsunade con amabilidad, haciéndolo apartar la vista de la entrada y asentir —Kakashi, lo llevaré a la enfermería primero.
El profesor de cabello blanco solo asintió una vez.
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OBLIVIATE
Hayran KurguEscondiendo sus verdaderos sentimientos, Naruto y Sasuke entablarán una amistad por conveniencia, conociéndose más a fondo, compartiendo secretos y ayudándose entre sí. Sin embargo, habrán problemas más grandes que la vergüenza de confesar su amor...