47. "Mal augurio"

561 119 10
                                    

Cuando bajó en la noche, extrañado por no haber recibido un mensaje de Naruto para ayudarlo con la limpieza de la casa de Jiraiya, Sasuke no lo encontró en la escalera como otras veces. Sin embargo, no pasó ni un minuto para que el rubio llegara corriendo y agitado al lugar. Se apoyó en sus rodillas para recuperar el aliento antes de saludar con una sonrisa.

—¿Por qué estás así? —la pregunta de Sasuke expresó tanto curiosidad como diversión. Naruto le quitó importancia con un gesto de la mano y luego atrapó la del Ravenclaw.

—Vamos...

—Espera. Estaba pensando que mejor sería no ir al comedor —confesó—. El ambiente no será bueno.

—No iremos allí.

—¿A dónde? —preguntó el Ravenclaw.

—Solo sígueme.

Sasuke sonrió levemente y luego hizo lo que su novio le pidió. Al inicio, mientras atravesaban los pasillos ya casi oscuros de la escuela, no sabía hacia donde lo llevaba, pero en cuanto llegaron al patio trasero y comenzaron a bajar la colina, procurando que nadie los viera salir, lo supo. Él esperó a que Naruto abriera la puerta con una llave pesada y vieja que le había dejado su padrino, luego ambos entraron a la cabaña y cerraron. El Gryffindor no le había pedido ayuda para limpiar porque lo hizo todo él, y no solo eso; Naruto había traído, Sasuke no sabía como, frazadas y mantas de su habitación. Rojas y blancas, estaban bien acomodadas en el suelo limpio con dos o tres velas a su alrededor. Ninguna luz exagerada que se pudiera ver desde el exterior. Sasuke se dió cuenta de que incluso había ido antes de buscarlo al comedor, pues en otro costado reposaban varios platos y jarras con jugo de la estación.

Se volteó, buscando el rostro de quien lo preparó todo, y lo encontró sonrojado y bastante serio.

—¿Por qué...? —sonrió conmocionado.

—¡No es para lo que piensas! —se apresuró a decir el rubio—. Solo creí que te gustaría estar solo esta noche y...

—Entonces, ¿te irás? —Naruto abrió la boca ante la pregunta, pero luego maldijo entre labios, avergonzado cuando Sasuke se echó a reír, obviamente burlándose.

—Eres malvado —balbuceó casi con un puchero, antes de recibirlo en brazos cuando Sasuke se acercó y luego juntar sus frentes.

—Me gustaría que sí fuera para lo que pienso —el rubio dejó salir un suspiro contenido.

—¿A pesar de lo que ocurrirá?

—Sobre todo por eso —con un dedo, Sasuke delineó su labio inferior—. Si me haces olvidar todo con caricias, no podría estar más agradecido.

Naruto no resistió más la cercanía, terminó de acortar el par de centímetros que separaban sus bocas y lo besó con fiereza. La lentitud y vergüenza inicial con las que habían empezado su relación, ya no estaban. Ahora, seguros de que para el otro eran indispensable, entregaban todo en las acciones con las que podían demostrar su afecto.

A pasos torpes lo hizo retroceder hasta que Sasuke chocó con una mesa grande y de madera que había delante de la chimenea apagada. Naruto sostuvo sus piernas y lo sentó sobre esta aún sin cortar sus besos. Las capas de su uniforme quedaron en un montón sobre los tablones del suelo y luego, con movimientos desesperados, ambos se afanaron en quitarse las corbatas. Los chalecos acompañaron el resto de la ropa y ya con solo sus camisas blancas, Sasuke sintió las manos del rubio recorrer su espalda por debajo de la tela.

No sería lento esta vez, ya habían tanteado el terreno dos veces en su primera noche en casa de los Namikaze y llevaban casi una semana solo ocultando leves besos durante la jornada, después de sufrir una angustiosa separación.

OBLIVIATE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora