40. "Unidos por el alma"

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Desde el inicio de su adolescencia, más bien, desde que los deseos carnales afiebraron su cuerpo, Sasuke vió a Naruto en esos sueños atrevidos. Nunca se había imaginado con otra persona, ni siquiera una chica, simplemente era parte de su ser. Y ahora, en esa habitación oscura, debajo de una frazada gruesa y cálida, él lo acariciaba y besaba de una manera tan fervorosa, que Sasuke solo podía suspirar para recobrar el aliento mientras esos sueños se hacían realidad.

En medio de sus movimientos fueron acercándose, y ahora sus cuerpos se frotaban entre sí, sobre todo sus partes íntimas, que solo separadas por las telas suaves de sus pantalones de pijamas, mostraban sin reparos el estado de su excitación. Eran dos chicos enamorados hasta los huesos, deseosos de su par, de cruzar límites en la intimidad, de ser la primera experiencia del otro...

Cuando la mano de Naruto tocó su espalda desnuda, Sasuke clavó las uñas sobre la del Gryffindor, pero eso, en lugar de molestarle, provocó que Naruto buscara su cuello con desesperación y apretara más su erección contra la del pelinegro, que gimió en su oído ante el dolor exquisito y luego se tensó en medio de un temblor. Naruto levantó la vista un momento cuando lo sintió respirar con dificultad, buscando señales de lo que intuía que había pasado.

—Mojé mis pantalones... —jadeó el Ravenclaw con mejillas muy rojas.

—Los míos también están mojados.

—No... Los mojé del todo... Yo... me corrí —balbuceó y miró hacia abajo en vano, pues la oscuridad apenas le permitía ver.

—¿Ensuciaste mis pijamas, Ravenclaw? —preguntó Naruto en tono juguetón y bajó la mano—. ¿Estás seguro?

—Espera... —Sasuke no tuvo tiempo a otra protesta cuando sintió el agarre de Naruto sobre su erección resbalosa. Escondió el rostro en el pecho de su novio mientras jadeaba con cada movimiento de esa mano sobre él.

—Sí te corriste, está todo empapado.

—Calla —regañó entre dientes.

—Desearía haber experimentado eso cuando estaba en tu cuerpo. ¿Me hubieses dejado tocarme?

Sasuke se encogió más ante el recuerdo de lo que él mismo había hecho. No resistir tocar y masturbarse cuando su alma habitaba el cuerpo del chico que le gustaba, aunque aún no eran poco más que amigos. Asintió, por supuesto, pues no le diría nada de lo ocurrido, y menos en un momento tan íntimo como ese. Rememorando lo cálido y la forma a su tacto, también llevó la mano al miembro de Naruto, quien al par de minutos terminó de quitar sus pantalones y quedó desnudo debajo de la frazada.

Se movió hasta arrodillarse, mostrando su cuerpo sin vergüenza y retirando también los pantalones de Sasuke mientras lo miraba intensamente a los ojos.

—¿Cómo puedes tener un cuerpo así? —murmuró el Ravenclaw al ver otra vez el marcado torso de Naruto a pesar de su edad.

—Mantenerse sobre una escoba lleva más esfuerzo del que parece, sobre todo en las maniobras. No me importaría entrenar hasta el agotamiento si me miras siempre de esa manera...

—¿Cómo?

—Estás a punto de babear sobre mí —rió ansioso el rubio, mientras disimuladamente rozaba el cuerpo de Sasuke con sus dedos, ese que también él había observado con detenimiento durante su intercambio.

—¿Quién está a punto de babear sobre quién, idiota? —protestó Sasuke al verlo y luego, rodeando su cuello con los brazos, tiró de él en busca de un beso, logrando que no solamente sus labios, sinó toda su piel desnuda hiciese contacto.

Sin proponérselo, sus piernas simplemente se abrieron para acomodarse y cuando Naruto notó la pose tan sugerente, besó sobre su pecho y apoyó allí su barbilla antes de mirarlo.

—¿Estás seguro de esto? —Sasuke no reaccionó ante su pregunta, pero la caricia de su mano en la espalda de Naruto hizo que este no sintiera temor a la respuesta que vendería.

—Solo me siento seguro a tu lado. Eres mi refugio... Así que, sí, iré hasta el final y a donde sea si es contigo, Naruto.

Él cerró fuerte sus ojos azules para retener la emoción que amenazaba con hacerle llorar, y la cual había cubierto los cuerpos de ambos con un ligero temblor ante la nueva experiencia. Con cuidado puso sus dedos y acarició en el lugar, luego de escuchar que la respiración de Sasuke se calmó un poco tras haber insertado ambos, se acomodó y entró lentamente. Ni aún con tanto cuidado pudo evitar el quejido adolorido, pero que el Ravenclaw se afianzara más a su abrazo y no lo empujara, era suficiente señal para seguir adelante.

En medio de gemidos acompasados hicieron el amor como los guío el instinto, expresando sinceramente y de manera inocente el amor tan grande que sentían el uno por el otro. Ya no solo habían intercambiado cuerpos y pensamientos, sinó que se entregaron completamente, dándose cuenta de que sí, quizás habían dejado antes un pedazo de su alma en el cuerpo de su compañero, porque esa era la única explicación que podía tener el lazo tan profundo que ambos compartían.

Naruto, sosteniendo con fuerza sus dedos entrelazados justo a cada lado de la cabeza de Sasuke, lo miró mientras recuperaba el aliento tras sus embestidas, aún con espasmos en su espalda y piernas después de haber llegado al orgasmo. Lo miró en silencio mientras las señales de su éxtasis disminuían, deteniéndose a detallar sus labios suaves e hinchados de tantos besos; los que ahora, entreabiertos, jadeaba aún.

—Nunca te apartes de mí, gatito —rogó y apoyó su frente en la de él—. No puedo vivir sin tí.

...

Sasuke regresó a su habitación cuando los primeros rayos del sol anunciaron el amanecer. No había dormido nada y su cuerpo estaba adolorido, aún así, después de despedirse con un profundo beso, ambos decidieron separarse para no recibir ninguna reprimenda de la señora Namikaze, y se había arrojado a su cama con una sonrisa en su rostro y el corazón acelerado. No supo cuando se durmió, pero sí que al parecer lo había hecho muy profundo, pues Kushina lucía algo ansiosa cuando abrió los ojos al sentir que sacudía sus hombros.

—Cariño... — murmuró ella cuando lo vió despierto y se alejó un poco. Su semblante preocupado de inmediato lo alertó—. Tu padre está abajo. Vino a buscarte.

—¿Qué? —Sasuke solo pudo murmurar la pregunta.

Pero claro, ya le parecía extraño que su hermano supiera de su paradero y no le hubiera dicho nada a Fugaku. Todo era demasiado bueno para ser verdad. Ella le dió privacidad para que se cambiara, y la vergüenza cubrió sus facciones cuando al bajar las escaleras, escuchó la voz severa de su padre reclamando al señor Namikaze.

—¡No me importan las razones, es tu deber decirme que mi hijo se escapó, no esconderlo como un criminal!

—Hablé con Itachi del asunto —siseó Minato, pero sin perder la compostura.

Fugaku abrió la boca para soltar otro conjunto de maldiciones, pero al verlo la cerró y gruñó con rabia.

—¡¿No puedes dejar de hacerme pasar vergüenzas ni un endemoniado día?! —reclamó.

Sasuke bajó la cabeza, apretando los dientes con rabia, pero luego levantó la vista rápidamente cuando notó que Naruto se interpuso entre ambos, aún vestido con ropa de dormir.

—Créame, que el único que tendría que avergonzarse de mostrar a su padre en público, es él —gruñó.

—¡Naruto...! —murmuró Kushina en advertencia. Fugaku estiró la mano y tiró de Sasuke a su lado con brusquedad.

—Alégrate de que no lleve esta situación a tribunales, Namikaze —le dijo a Minato y luego señaló a Naruto con la barbilla y un gesto despectivo—. Y ponle un bozal a tu perro.

El señor Uchiha desapareció, llevando a su hijo y dejando a Naruto gritando de rabia e impotencia.

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