22. "Despedida"

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A veces pensaba que estaba cerca, que Sasuke lo consideraba importante en igualdad a como lo hacía él, pero era en esas ocasiones en la que sus ojos negros parecían distantes y a punto de llorar, en las que Naruto caía de su nube. Podía percibir que le gustaba, el Uchiha nunca había rechazado ningún tipo de acercamiento, pero esa línea que quería alcanzar, tras la cual le confesaría de frente sus sentimientos, se alejaba cuando más cerca la creía, debido a razones que a las que era ajeno.

No tuvo oportunidad de verlo en la mañana, siempre la salida de Hogwarts era todo un alboroto, y los Gryffindor subieron primero a los coches que los llevaban a la estación. El viaje fué largo, tedioso, en más de una vez pensó levantarse y buscarlo entre los vagones, pero, ¿qué podría decirle delante de toda la casa de las águilas?

Por eso, en cuanto el expreso llegó a la estación de King's Cross, en Londres, Naruto agarró su maleta y bajó a toda prisa para observar alrededor y buscar a Sasuke. Una sonrisa adornó su cara cuando lo vió descender y con trabajo, esquivando a las personas, logró llegar hasta él.

—¿No pensarás irte sin despedirte de mí, cierto?— preguntó a su espalda y él giró.

Naruto retuvo el aire cuando notó angustia en su semblante, y luego Sasuke dejó caer su equipaje al suelo y lo abrazó. Tardó en reaccionar y corresponder el gesto, sintiendo otra vez la textura de la bufanda azúl y el aroma.

—Voy a extrañarte mucho— murmuró y sintió a Sasuke asentir.

—¿Te vienen a buscar?— dijo al fin, sin tomarse la molestia de separarse, cosa que no molestó para nada a Naruto.

—No, iré a Daigon Alley, a la tienda de mi padre y regresaré a casa con él— explicó. Sasuke se separó al fin y miró a un lado con vergüenza, después hacia su mano cuando Naruto la sostuvo —¿Puedo escribirte?

—Sí...— respondió con una leve sonrisa, pero luego ambos miraron a un lado cuando un elfo doméstico apareció. Era gordo y con un semblante de desprecio. Sasuke le soltó la mano de inmediato y recogió sus maletas —Debo irme...— anunció, caminando hacia la criatura.

—El curso que viene, Sasuke, en septiembre, te pediré la snitch...— exclamó, haciendo que volviera a mirarlo —¿Sabes lo que significa?

—Siempre ha sido tuya— respondió, mirándolo a los ojos y después de que el elfo tomara su mano, ambos desaparecieron en el aire.

Naruto resopló una risita nerviosa y luego mordió su labio ¿Ya eran novios? No lo sabía, pero así se sentía, y a pesar de la triste despedida, caminó enérgico hasta la entrada de la estación y atravesando una pared, llegó al andén 9¾. Tomó un autobús para  ir a Charing Cross y atravesó el Caldero Chorreante hasta el patio trasero. Tocó varios ladrillos de la pared final con su varita y se abrió el pasaje a Diagon Alley, como siempre atestado de personas.

Ignorándo las increíbles mercancías de los establecimientos que flanquean la calle, al fin llegó a la tienda de varitas Namikaze y entró, dejando caer con un bramido la enorme maleta, que hizo un ruido tremendo en el suelo de madera. Su padre salió del fondo, llevando un delantal de cuero encima de su ropa; una camisa blanca y pantalón negro.

—Bienvenido— exclamó alegre y lo abrazó —Nos llegaron las notas en el desayuno, estamos muy contentos y orgullosos, hijo— mencionó, apretando más fuerte el gesto.

—Gracias, fué difícil— admitió —¿Te queda mucho por terminar? Estoy loco por llegar a casa.

—No...— le hizo una seña para que lo siguiera al fondo de la tienda, donde estaba su taller —Debo terminar de pulir un encargo de los Hyuga y colocar en los estantes unos materiales que me enviaron de Alemania. A la sucursal de allá le está llendo muy bien.

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