12. "Descubierto"

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—¿Por qué rayos dije eso?— protestó Naruto, levantando las manos hacia el dosel de cortinas azules, en la habitación de Sasuke.

Durante la cena, ambos habían acordado no hablar de cualquier cosa que implicara privacidad. Ninguno esperaba mantener un poco de ella en el tiempo que Orochimaru necesitaba para encontrar la cura. Enterrar la vergüenza bien profundo, era el método para poder salir lo menos afectados mentalmente. Sin embargo, después de comer y estudiar un rato fingiendo que nada pasaba, se tuvieron que despedir.

—Sasuke...— llamó Naruto, aún sin estar acostumbrado a hablarle a su propio rostro —No te preocupes, voy a cuidar bien de tu cuerpo.

¿Fué lo más inteligente que pudo decir? Obviamente no, pero Naruto carecía de tacto. Y aunque sus intenciones eran muy sinceras y blancas, la reacción del Uchiha le hizo pensar de inmediato que había sido una estupidez lo que había soltado. Él solo se giró y siguió caminando, dejándolo en el pasillo con una sensación de incomodidad; y ya iba a marchar cuando se detuvo de nuevo. Sin tomarse la molestia de mirarlo, exclamó:

—Solo... Solo cuida mi varita— pidió y se fué.

Naruto, acostado, se movió para sacarla del bolsillo de su pantalón. Ya la había visto más de una vez, pero nunca la había detallado tan de cerca. La madera era negra, nacarada, sin una sola marca de uso. Podía ver su reflejo en ella de lo pulida que estaba. En el inicio y el final del mango, habían dos aros de plata bruñida. Una varita fina, sin dudas muy especial.

—Algo como ésto, solo podía escogerte a tí como su dueño— murmuró con una sonrisa melancólica y luego miró al rededor —Se siente muy solo estar aquí. Si estuviéramos en la misma casa, ¿quisieras que te acompañara, o me alejarías igual que a los demás?— su atención fué a una de las camas vacías.

Por primera vez en toda su vida, su incansable energía fué drenada por lo deprimente de la estancia. Quizás a Sasuke le gustaba ese ambiente, pero, ¿y si no? ¿Y si lloraba por las noches por no tener amigos?

—Pero soy su amigo ahora— dijo con convicción —Aunque sea un maldito mentiroso, que no se atreve a decir lo que siente realmente— resopló cansado.

Sin pensar demasiado, cambió su uniforme por un pijama de rayas azules, muy discreto, y se acostó cubriéndose con la frazada hasta el cuello y con los brazos afuera. No quería casualidades, pues se estaba resistiendo muchísimo a tocar otra vez la piel de Sasuke de una forma lasciva. Aunque la promesa sonó como tontería, Naruto estaba dispuesto a cumplirla.

Las horas pasaron, pero contrario a lo que estaba acostumbrado, no se durmió. Al parecer el cuerpo del pelinegro no quería, porque agotado sí estaba, sobre todo mentalmente. Resignado, tomó la bufanda que había dejado en un perchero, perfectamente doblada, y se la puso antes de salir a la sala común.

A pesar de la hoguera aún encendida, la temperatura era bastante fría. Habían par de alumnos sentados en los sofás con libros en sus regazos. Lo miraron, como si el hecho de que estuviera ahí fuera lo más raro del mundo, por lo que Naruto prefirió no acercarse a ellos. Entonces vió sentada en el ancho alféizar de una ventana a Hinata Hyuga, pensó que no le gustaría ser incomodada, pero al verla limpiar muy disimuladamente una de sus mejillas, no resintió y fué hasta ella.

—¿No puedes dormir?— preguntó.

La chica abrió enorme sus dos ojos de pestañas húmedas, pero luego pareció recomponerse de la sorpresa.

—Uchiha...— murmuró.

—¿Te extraña que esté aquí?

—No... bueno, sí— confesó —Es que nunca sales de tu habitación, y menos...— carraspeó avergonzada.

—¿Puedo sentarme?— pidió Naruto y la chica asintió, moviéndose rápidamente para darle espacio al frente. Él sonrió y luego apoyó la espalda en la pared de piedra, mirando la oscura edificacion, metros más abajo —Yo tampoco puedo dormir ¿Algún consejo?

—Quizás con una poción calmante— murmuró, apoyando la barbilla en sus rodillas encogidas y mirando en la misma dirección.

—¿Ya la has probado?

—La verdad... no— rió levemente —Debería— suspiró, otra vez teniendo que limpiar su mejilla.

—¿Quieres hablar?— ella levantó entonces la cabeza y abrió la boca para decir algo, pero luego la cerró —Al parecer no le caigo bien a muchas personas aquí— murmuró, ya un poco molesto de la frialdad con la que Sasuke era tratado.

—No... no es eso— se apresuró a decir, poniendo sus manos en defensa —Todos te respetamos mucho, en serio— exclamó —Cada Ravenclaw quiere ser tan bueno en los estudios como Sasuke Uchiha. Pero es que tú... no sueles hablar con nadie, nunca, y luego de un tiempo dejamos de intentar llevarnos contigo; sobre todo después de...

—¿Después de qué?— preguntó Naruto, sin esconder su ansiedad.

—En segundo año— mencionó, pero al ver que él no reaccionaba, suspiró y continuó —Siempre eres callado, pero una noche entraste después que todos, muy enojado... y comensaste a gritar que odiabas Hogwarts, que no deberías estar aquí. Te encerraste, pero como se sentían muchos ruidos en tu habitación, el delegado intercedió y tuvieron que llevarte a la enfermería. La magia estaba dejando tu cuerpo y haciendo un destrozo ¿De verdad no recuerdas?— indagó confundida.

—Muy vagamente— se forzó a decir, sin saber en realidad como reaccionar, y sintiendo un nudo en la garganta.

Sasuke seguía siendo tan enigmático.

—Me alegra que me hayas hablado— dijo Hinata, con una leve sonrisa.

—No es nada— suspiró —Y... ¿por qué lloras? Si quieres decirme, claro... Soy bueno para escuchar.

La chica dudó un poco, acomodando un mechón de su largo cabello negro detrás de la oreja.

—Quizas sí sea bueno hablar, y creo que confío en tí para que guardes el secreto. La verdad es que siento que me está ahogando— forzó una risita nerviosa y luego se relamió los labios —La persona que me gusta me invitó al baile de pasado mañana.

—Eso es bueno— aseguró Naruto y ella asintió.

—Me tuve que negar, y ahora me siento avergonzada y una completa estúpida— su barbilla tembló.

—¿Pero, por qué...? Ojalá pudiera yo invitar a la persona que me gusta— confesó con un tono de resignación.

—Por mi familia. Mi padre se entera de todo lo que pasa en el colegio, y... y ella es una chica— murmuró, buscando algún atisbo de desagrado en los ojos negros que la miraban con atención.

—No considero que sea malo que te guste una chica— dijo en voz baja, rascando su nuca con nerviosismo —Uno no elige de quien se enamora.

—Así es... y no me importa que me reprenda. Mi temor no es que mi padre se enoje por su género— apretó sus rodillas hasta que sus nudillos estuvieron blancos, y entonces su tono triste cambió por uno de enojo —Él es tan anticuado... Cuando averigüe que Sakura es hija de mugles...

—¿Sakura Haruno?— preguntó Naruto con rapidez —¿La de Gryffindor?— las mejillas de Hinata enrojecieron.

—Sí...— murmuró y Naruto rió.

—Que pilla la pelirrosa— dijo divertido, pero luego se enderezó al ver que Hinata lo miraba con el ceño fruncido.

—Tú no eres Sasuke— señaló en un susurro.

—¿Eh? Claro que lo soy...— balbuceó nervioso.

—No, no lo eres— ella se puso de pie y se alejó un poco —Dime qué está ocurriendo, o llamaré al prefecto— Naruto puso las manos en alto cuando la Hyuga lo amenazó con su varita, llamando la atención de los alumnos que estaban en los sillones.

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