24. "Un triste regreso"

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Había pasado toda la tarde, e incluso visto la puesta de Sol, echado sobre una gran roca; esperando como hacía semanas, una carta que nunca llegó. Cuando la Luna menguante salió, emitió un chillido lastimero y luego una de sus orejas giró en dirección a un sonido lejano: el llamado de su madre para que fuera a cenar.

Naruto bajó de la roca de un salto ágil y corrió por entre los arbustos todo un kilómetro hasta divisar su casa, una construcción de tres pisos, hecha con madera de los árboles circundantes. Subió las escaleras de la terraza trasera, pero justo cuando iba a atravesar la puerta de la cocina, su madre chasqueó la lengua tres veces.

—Esas patas mugrientas lejos de mi suelo— regañó.

Naruto retrocedió y regresó a su forma humana, dejando entonces sus botas atrás. Se lavó las manos en el fregadero y ocupó su lugar en la mesa. La mujer observó como su hijo dejaba caer la barbilla sobre el mantel colorido y luego suspiraba.

—¿Nada?— preguntó y él negó una vez —No te preocupes tanto, son sus vacaciones después de todo. Tal vez fué de paseo con su familia.

—Lo dudo mucho— balbuceó y comenzó a jugar con uno de sus cubiertos —Papá se está demorando— observó.

—Sí, ya debería estar aquí— concordó su madre, mirando por la ventana como se había vuelto realmente oscuro —Vamos a comer, quien sabe si se le presentó algo.

Kushina siempre preparaba más carne que cualquier otra cosa, decía que la fuerza de un zorro estaba en lo que consumía, y como ambos eran animagos de dicha criatura, compartía el gusto con su hijo por el alimento. Su padre solo se adaptó al pasar de los años.

Cuando ella comenzó a hechizar los platos para que fuesen volando hasta el fregadero, un resplandor verde en la sala les anunció que Minato había acabado de entrar por la chimenea, utilizando la Red Flu. Naruto, al ver el semblante de su padre, de inmediato se alarmó y se puso de pie, e incluso Kushina se acercó a su esposo y sujetó su brazo.

—¿Cariño, qué ocurrió?

El mayor se dejó caer en una silla y esperó a que ella le trajera un vaso con agua.

—Me temo que tengo una triste noticia— miró a su hijo —El director Hashirama, ha muerto.

—¡¿Qué?!— exclamó Naruto, sin poder comprender del todo las palabras de su padre.

—Minato...— jadeó Kushina con voz de angustia y una mano en su pecho —Pero, ¿cómo?

—Fué asesinado— añadió, frontando su cara con una mano —Me llamaron del Ministerio para que examinara la varita del atacante. Pertenece a Tobirama, su hermano.

—¡No, eso no es posible! ¡Conozco al profesor, es recio, pero nunca le haría daño a nadie!— exclamó Naruto, furioso.

—Yo también creía eso, hijo, pero las pruebas son irrefutables para el Ministerio. El mismo ministro fué quien encontró la escena, confrontó a Tobirama y logró desarmarlo, pero luego él se transportó, logrando huir. La varita fué sometida al priori incantato, y como último hechizo mostró la maldición letal.

—No lo puedo creer— sollozó Kushina.

—Madara está realmente furioso, todo el departamento de aurores busca a Tobirama— explicó Minato y luego comenzó a dar varios golpecitos con un dedo en la madera de la mesa, cosa que alertó a su esposa.

—Hay algo más...— dijo ella en un murmullo y el mayor volvió a mirar a su hijo por unos segundos.

—La varita de Tobirama contiene nervio de corazón de dragón como núcleo. Está probado que pueden cambiar de alianza con facilidad si alguien las gana a su dueño original. Generalmente ésto es normal que pase si el mago es desarmado en un duelo, pero la mayoría de las varitas son rebeldes al inicio de ser usadas por el mago vencedor, lo que no les permite hacer grandes hechizos, como maldiciones. Sin embargo, ésta es... más flexible.

—¿Qué estás queriendo decir?— preguntó su esposa.

—No lo sé, Kushina, no lo sé— bramó estresado —Tal vez solo estoy buscando una justificación para no creer que dos hermanos se enfrentaron hasta ese punto, más si no había ninguna rivalidad conocida entre ellos.

La noticia de la muerte del director de Hogwarts, se esparció con rapidez, y el primero de septiembre, cuando Naruto atravesó el andén 9¾, el ambiente de algarabía de los alumnos no estaba; solo había una multitud triste y apagada en su lugar

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La noticia de la muerte del director de Hogwarts, se esparció con rapidez, y el primero de septiembre, cuando Naruto atravesó el andén 9¾, el ambiente de algarabía de los alumnos no estaba; solo había una multitud triste y apagada en su lugar.

Nadie hablaba más de lo necesario, Hashirama había sido un personaje muy querido en el colegio, y perderlo melló los corazones de los estudiantes, y más el de los Gryffindor, pues el gran mago daba su apoyo abiertamente a la casa del león.

A pesar de la tristeza, también estaba ansioso por ver a Sasuke de nuevo, sobre todo porque no supo nada de él por más de un mes. Incluso llegó a pensar que se había aburrido de escribirle, pero releyendo sus cartas, se dió cuenta de que algo había pasado, porque sus letras siempre eran animadas y cordiales, incluso mostrando en ocasiones las ganas de un reencuentro.

Subió al expreso al no verlo en la plataforma y se sentó en un cubículo, junto a Sakura, Kiba y Shikamaru, quienes solo saludaron con un corto abrazo y luego se quedaron en un solemne silencio. El tren, como de costumbre, llegó de noche al colegio, y al bajar y caminar un poco, vió a Sasuke de pie a unos metros, mirando a su alrededor, como si buscara algo. Naruto esbozó una suave sonrisa y se le acercó.

—¿Dónde está mi abrazo?— preguntó, sorprendiéndolo como el día de su despedida, y el Uchiha giró para enfrentarlo.

—Naruto... Naruto, yo... Las cartas, no pude...— murmuró nervioso y el rubio levantó una ceja —¿No estás... molesto?

—Mi abrazo— repitió y Sasuke resopló una sonrisa angustiada antes de abrazarlo con fuerza —Estaba preocupado por tí— confesó, apretando su túnica.

—Lo siento...— Naruto negó y se separó para mirarlo a la cara.

—¿Qué fué lo que ocurrió?

—Tuve una discusión con mi padre y él me prohibió escribirte— el rubio frunció el ceño ante sus palabras, pero ambos tuvieron que seguir caminando a causa de la ola de alumnos que se dirigían hacia los carruajes.

—Pensé que éste curso sería mejor, pero con lo que está pasando...— suspiró Sakura frente a ellos, ya de camino.

—Aún no me lo puedo creer— confesó Shikamaru, tomando la mano de su novia, y Hinata, quien estaba en el lado derecho de Sasuke, asintió en acuerdo.

—¿Ya saben quién lo va a sustituir?— preguntó Namikaze y todos negaron.

—Quizás Kakashi,— dijo Sakura —porque no creo que la profesora Senju quiera.

—Tendrían que buscar otro director para la casa Gryffindor y es muy difícil hacer eso— añadió Sasuke —Lo más probable es que traigan a alguien de afuera.

—Ojalá y por primera vez te equivoques, Uchiha,— suspiró Shikamaru —porque eso sin dudas traerá cambios al colegio. Roguemos para que sean buenos.

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