—¡¿Por qué dejaste que se lo llevara?! —gritó Naruto a su padre mientras apartaba las manos que Kushina le había puesto en los hombros —¡¿Sabes lo que le hará?!
—Es su tutor, Naruto. Además, no creo que... —Minato cerró la boca cuando vio a su hijo limpiar sus lágrimas con brusquedad.
—¡Lo trata como basura! ¡¿Por qué crees que prefiere quedarse en Hogwarts en lugar de ir a esa maldita mansión?! ¿Acaso no viste su cara...? ¿Acaso no lo notaste cuando cenamos juntos? —preguntó con sentimiento, colocando una mano en su pecho, implorando a su padre por una solución.
—Minato... —mumuró Kushina con la barbilla temblorosa.
—Sabes que no puedo hacer nada. Si pongo una denuncia en el ministerio no funcionará, Fugaku tiene muchos contactos allí —dijo pensativo y luego miró a su hijo otra vez. La desesperación en sus ojos—. Lo intentaré, pero si Sasuke no habla, me temo que será en vano.
...
Su padre lo arrojó sobre la alfombra de la sala de estar cuando aparecieron en la mansión. Sasuke no se quejó, solo gruñó de rabia colocando sus manos en puños.
—Yo sabía que juntarte con esa gentuza no saldría bien. Mira que esconderte en su casa... —dijo el señor Uchiha con desprecio—. Y ese chico, ¡¿cómo osa contestarme así?! Si fuese su padre le partiera la boca de un solo golpe.
—Pero no lo eres, porque es sangre pura y tú solo te dedicas a coger con mujeres muggles y dejarlas abandonadas —espetó Sasuke, e incluso él se sorprendió de sus palabras. Pero habiendo probado y conocido lo que era la verdadera felicidad, una familia amorosa, ya no le tenía miedo a Fugaku, ya no actuaría como una víctima.
—¡¿Cómo te atreves?! —el gruñido de su padre estremeció la estancia, luego el sonido metálico de la hebilla de su cinturón dibujó una sonrisa resignada en los labios del Ravenclaw.
Era la viva imagen del boggart, aquel que apareció para sustituir el miedo más grande de Naruto. Pero ahora Sasuke no tenía un hechizo, una palabra que lo salvara. No podía gritar riddikulus y vencerlo, ni siquiera podría defenderse. Lo sabía porque no era la primera vez que ocurría.
—¡Imperio! —su cuerpo se tensó con la maldición imperdonable que su padre lanzó.
Los brazos dejaron de moverse, quedaron flácidos junto con sus piernas sobre la alfombra. Pero podía oír, podía ver, podía sentir el dolor de los azotes de la correa en la espalda sin poder huir de ellos. Resistirlos sin remedio mientras rogaba internamente porque todo terminara. Estaba indefenso, expuesto a su peor pesadilla cuando hasta hace unas horas todo era tan dulce. Pero la humillación empeoró; empeoró porque él estaba allí, apareció de repente interrumpiendo el desquite de Fugaku y solo lo miró en el suelo como si fuese otro mueble.
—Le dije que Namikaze me pidió que Sasuke se quedara unos días...
—¡Tú no tienes autoridad para eso! —exclamó el mayor y luego soltó la maldición, dejando a Sasuke al fin moverse. Pero este no lo hizo, solo pudo respirar agitado aguantando el ardor de los golpes en su espalda— Y con los Namikaze... —escupió sobre la alfombra—. Pensé que habías corrido a los brazos de tu madre muggle antes de que le borraran la memoria, por eso envié a Itachi a hacer el trabajo primero, pero al parecer no la valoras tanto.
—¿Qué...? —balbuceó apenas, sin entender del todo lo que su padre acababa de decir.
—¡La varita! ¡Dámela! —Sasuke, aún confundido, se forzó a voltear y verle la cara. Sus ojos negros, tan Uchihas, ardieron en odio, tanto para Itachi como para Fugaku.
Habían sido capaz de arrancarle algo tan preciado para él...
—Sobre mi cadáver —gruñó entre dientes, forzándose a ponerse de pie con lentitud.
—¡¿No escuchaste?! —Fugaku alzó la suya en amenaza, dispuesto a usar otra maldición si hacía falta, pero Sasuke no cedió ni un ápice.
—Padre, así no servirá. Lo sabe —por Merlin, con cada palabra que su hermano pronunciaba quería matarlo.
—Te quedarás encerrado en tu habitación hasta que me la des. Tú decides sin son días o años. Ya tuviste suficiente de Hogwarts —sentenció y con un chasquido de dedos avisó al elfo doméstico, el que tiró del brazo de Sasuke y lo apareció en ese ático para luego dejarlo solo.
Durante esos días que pasaron él imaginó que nunca volvería al frío y sucio lugar, donde no había una chimenea, ni pijama prestado, ni alguien que lo abrazara o acompañara. Ahora lucía más deprimente y gris que antes. ¿Cómo pudo soportar todos esos años? Y su espalda... Sasuke intentó tocar su costado con la punta de los dedos, pero le ardía demasiado como para insistir siquiera en ver lo que le había hecho.
Sobre la cama, conforme las horas pasaban mientras esparaba y la piel se enfriaba, el dolor se hizo peor, pero eso no lo detendría. Afuera había alguien esperando por él, y no quería hacerlo sufrir. Afuera estaba su madre, sometida a los caprichos de los magos, a quien liberaría de una forma u otra. Afuera habían amigos, gente buena que lo hicieron sentir querido.
Moviendo un poco la cabeza miró la reja tras la ventana de cristal. Ya era de noche, así que con todo el coraje que pudo reunir para superar el dolor, se puso de pie y luego de buscar en su manga la varita de cerezo que su padre intentó quitarle, la apuntó hacia allí.
—¡Bombarda! —la pequeña explosión rebotó en un campo mágico, ni siquiera tocando el cristal. Sasuke sonrió de lado con malicia y gruñendo, volteó la pequeña cama y se escondió tras ella, apuntando de nuevo a los barrotes—. Me tienes tan poca estima que ni siquiera te tomaste el trabajo de mirar mis notas. Esto es lo que hace el número uno... ¡CONFRINGO!
Tras el grito, Sasuke se cubrió detrás de la cama, pues la explosión fué tan fuerte que no solo los escudos mágicos y la ventana, sinó la pared entera de la torre explotó en pedazos, dejándolo expuesto a los elementos y cubierto de polvo. Victorioso, tomó la forma de un gato negro, la llave que Naruto le dió para escapar de Hogwarts, y gracias a él, otra vez obtendría la libertad. No había caído el último pedrusco cuando el felino, oscuro como la noche, saltó hacia el alero y con agilidad atravesó los tejados, pasó la reja y se internó en el bosque, escuchando a lo lejos los gritos de Fugaku.
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OBLIVIATE
FanficEscondiendo sus verdaderos sentimientos, Naruto y Sasuke entablarán una amistad por conveniencia, conociéndose más a fondo, compartiendo secretos y ayudándose entre sí. Sin embargo, habrán problemas más grandes que la vergüenza de confesar su amor...