11. "Siendo un Ravenclaw"

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Al tener que salir corriendo para que Sasuke no lo viera, Naruto fué el primero en llegar a la puerta con el llamador de águila, que daba paso a la torre de los Ravenclaw. Tocó, y de inmediato ésta abrió su pico de bronce y pronunció:

—Si quieren al nido pasar, un acertijo deberán contestar— Naruto asintió.

—Dime tu acertijo— exclamó, algo nervioso. Aún se sentía extraño hablar con la voz de Sasuke.

—¿Qué espejo aquel puede ser, que aunque le den mil porrazos, no lo harán jamás pedazos; imposible de prender, aunque le armes muchos lazos?— Naruto abrió la boca, totalmente en blanco.

—No lo sé— lloriqueó, ya rendido en tan solo segundos. No imaginaba tener que adivinar un acertijo cada vez que necesitara acceder a sus cosas —Pobre Sasuke...— murmuró y se rascó con energía el cabello, pero al darse cuenta de que ya no eran sus mechones despeinados, sinó el suave pelo oscuro del Uchiha, se lo arregló con delicadeza.

—¿Sasuke Uchiha?— la voz de una chica lo hizo mirar atrás. Claro que la conocía, Naruto conocía a todo el mundo. Era Hinata Hyuga, también estudiante de quinto en la casa Ravenclaw. Una chica callada y dulce, con la que pocas veces había cruzado palabras.

—Eh, hola...— agitó la mano y sonrió, bajo los grises y extrañados ojos de ella.

—Nunca te he visto atorado en la entrada— mencionó con una risita.

—Es que... no estoy en mi mejor día— justificó —Hinata, ¿cierto?

—¿Sabes mi nombre?— preguntó asombrada y con toque de ironía.

—¿Por qué no lo sabría? Somos Ravenclaw— exclamó enérgico, como dando ánimo a la casa de las águilas.

—Hem... Es que nunca habíamos... No... no importa— rió nerviosa y caminó hasta la puerta, para tocar y que el llamador volviera a recitar el acertijo. Sin dudar, Hinata respondió —El agua.

—Claro...— resopló Naruto —Tenía que ser. Estaba a punto de decirlo.

—Te entiendo, a veces las palabras no te llegan a la lengua— sonrió y Naruto la siguió por otras largas escaleras, dándose cuenta de que varios alumnos hacían lo mismo, callados y en orden, detrás de él.

La sala común era circular y grande, con enormes ventanales de cristal que daban vista de los terrenos de Hogwarts, y cortinas de seda azul índigo. El techo abovedado estaba pintado del mismo tono, con constelaciones marcadas, aunque no era mágico como el del gran comedor. Los muebles también tenían los mismos colores fríos, grandes libreros llenaban las paredes y al igual que en Gryffindor, una chimenea calentaba el lugar.

—Nos vemos, Hinata, iré a mi...— se fué a despedir, pero al darse cuenta de que no sabía cual era la cama de Sasuke, sus palabras se cortaron. Volteó entonces, buscando algún chico conocido, y se acercó a Sai, el guardián del equipo de quidditch de las águilas —¿Oye Sai, tú sabes donde está mi cama?

—¿Eh?— preguntó éste, extrañado por la interrogante y también por el hecho de que Sasuke le estuviese hablando. Como él, varios a su alrededor, cosa que hizo a Naruto fruncir el ceño —¿Te sientes bien, Uchiha?

—Sip— se forzó a sonreír —Solo que estaba practicando un hechizo confundus y ahora no estoy seguro de donde están mis cosas— mintió.

—Claro, suele pasar— dijo Sai, notándose algo nervioso. Los otros chicos concordaron con suspiros y murmullos —Cuando subas las escaleras de caracol, a la derecha, la cuarta puerta.

—Gracias, Sai— dió dos palmadas en su hombro y se alejó, dejando al Ravenclaw helado en el lugar.

Naruto se quedó en el umbral y sus cejas se juntaron cuando vió el cuarto. De las tres camas, solo una estaba arreglada, las otras dos no tenían sábanas, lo que significaba que nadie las ocupaba. Sasuke incluso estaba solo cuando dormía.

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