26. "La ley injusta"

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—No puedo creer que ésto esté pasando...— murmuró Sakura en voz baja, y Naruto notó como Hinata tomaba su mano de forma disimulada —No entiendo porqué no puedo escribirle a mis padres— sollozó.

El recientemente nombrado director, había prohibido temporalmente el envío de lechuzas o cualquier tipo de mensaje al exterior del colegio. Debido a un nuevo ataque de una secta muggle, treinta magos jóvenes habían sido desmembrados y puestos en bolsas delante del Caldero Chorreante; una grotesca advertencia de que la comunidad mágica estaba efectivamente siendo cazada, como en tiempos de antaño.

—Si esos sujetos conocen nuestro mundo, pueden seguir a cualquier lechuza y así encontrar más magos. Entiendo que es drástico, pero necesario— Explicó Shikamaru y todos asintieron, sentados al rededor de la pelirrosa y sobre las mesas; mientras esperaban al profesor Hatake.

Naruto suspiró y entonces se acercó a Sasuke, quien estaba un poco alejado del grupo y con el ceño fruncido. Le había comentado anteriormente que él y su hermano no tenían una buena relación, pero otra vez lo volvió a constatar cuando Itachi Uchiha hizo presencia una segunda ocasión junto al director, para informar la decisión del Ministerio de Magia.

El pelinegro, al verlo, tiró levemente de una de sus comisuras, en un intento de mostrarse tranquilo; aunque aún el recuerdo de lo que había sucedido en la biblioteca lo tenía nervioso.

—¿Estás preocupado?— preguntó Namikaze.

—Sí, es difícil creer que hayan personas capaces de actuar así hoy en día— suspiró.

—Mi padrino me dijo una vez, que siempre hay monstruos en lo más oscuro del bosque— mencionó —Aunque al inicio lo tomé bastante literal, y estuve mucho tiempo sin querer recorrer los alrededores de mi casa— Sasuke sonrió.

—Solo tú podrías sacarme una sonrisa en éste momento— dijo en voz baja y luego se relamió los labios, un poco ansioso.

Naruto observó a sus compañeros distraídos en la conversación y entonces se acercó más a Sasuke.

—¿No dirás nada...?— preguntó en un susurro.

—¿Sobre...?— se hizo el desentendido y el rubio resopló una risita.

—Que difícil me lo pones— murmuró.

—Todos a sus asientos— ordenó Kakashi al entrar y los alumnos pronto ocuparon sus lugares, siendo menos que en años anteriores —Hoy estudiaremos hechizos para contrarrestar maldiciones.

—Todos a sus asientos— ordenó Kakashi al entrar y los alumnos pronto ocuparon sus lugares, siendo menos que en años anteriores —Hoy estudiaremos hechizos para contrarrestar maldiciones

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Sasuke acariciaba sus labios mirando el dosel de su cama, su boca estaba adornada por una sonrisa inconsciente mientras su cabeza permanecía rebosante de pensamientos. Si aún a esas alturas tenía dudas sobre si le gustaba a Naruto, con lo ocurrido en la mañana se esfumaron por completo. Ahora deseaba algo más que un roce de labios, pero tampoco se atrevía a decirle nada, le daba demasiada vergüenza. Su corazón casi explota por ese simple gesto, confesar que estaba enamorado de él, era imposible.

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