Una mujer que a permanecido al lado del criminal más temido de Tokyo por 10 años, él es lo más importante para ella, no le interesa ser usada como un escudo si eso significa que la vida de Sano Manjiro sea protegida.
¿Por qué?
«Soy egoísta, trato d...
Observé con incredulidad la fila de hombres frente a mí, eran suficientes para llenar una habitación. Todos pertenecientes a Bonten.
Me dirigía al estacionamiento ubicado en el sótano, en busca de mi auto, con una pequeña cajita en manos. Estaba decidida a entregar el regalo de Kokonoi, Pero cuando llegué al estacionamiento mis hombres estaban parados frente a mí, irrumpiendo el paso.
Ellos se miraron los unos a otros, decidiendo quién hablaría.
— ¿Y bien? ¿Me darán una explicación? — pedí cansada mirando a cada uno.
— Lo siento mi Señora, son órdenes del Jefe, no podemos permitir que salga de Bonten — dijo uno de ellos con mucha seriedad.
La furia se acopló en mi pecho, apreté el regalo bajo mi mano.
¿Quieres jugar Manjiro? Es mi turno entonces.
— ¿Realmente? — pregunté con seriedad — Saben que lo voy a considerar como traición de ustedes hacia mí ¿verdad?
Ellos no dijeron nada, la expresión de seriedad nunca abandonó sus rostros.
Suspiré resignada.
Estoy muy molesta.
Estoy muy cansada.
— bien, entonces que así sea — De la funda que estaba en mi espalda saqué una katana y la sujeté fuertemente tal como Sanzu me había enseñado — entonces absténganse a las consecuencias.
Sabía que algo así pasaría, hice bien en traer un arma.
Ya no me interesa desobedecer, ya no me interesa que me observen mal, incluso si tengo que enfrentar a todo Bonten, incluso si tengo que darle la contra al líder, no permitiré que decidan por mí.
Si tengo que matarlos a todos para salir, entonces que así sea.
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Repetí muchas veces que no volvería a involucrarme con ellos, no quería que sus rostros volvieran a cruzar por mi vista, no quería saber nada de ellos.
Sin embargo, estoy parada frente a una tienda de Motos, debatiendo mentalmente si entrar o no, mientras veía dos caras conocidas a traves de las puertas de vidrio.
«Inupi», «Inui» son la misma persona.
Era de suponerse.
— Que idiota ¿Como no me dí cuenta antes? — me regañé sujetando mi frente con frustración.
Draken y Inui mantenían una conversación mientras que el más alto se encontraba revisando una de las Motos frente al mostrador.
Mi cuerpo se puso tenzo cuando el rubio volteó la mirada en mi dirección, debo mantenerme tranquila, ellos no me reconocen sin la peluca y los lentes, a menos que Kazutora o Takemichi hayan esparcido la voz.
