CAPÍTULO IX: KAZIMIR

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En las frías aguas del sueño, justo cuando crees que allí estarás a salvo de la maldad, te topas con la cruda realidad: la oscuridad estará en todos lados. Enid se sentía intranquila, vigilada y analizada por ojos ocultos en la espesa negrura del abandono y soledad. Todo estaba a oscuras, sin oportunidad de huir a un leve resplandor de alivio, quiso moverse y gritar, no podía, temía despertar a la verdadera bestia oculta. Tuvo pánico, se sentía asfixiada y a nada de morir, se abrazó a sí misma y, de todas las personas a las que pudo llamar, solo una llegó a sus labios.

- ¡MERLINA! ¡MERLINA, AYUDAME!

Su gritó despejó el torrente de pavor y oscuridad, de pronto escucho un terrible llanto, un lamento tan desesperado y embutido de la más pura rabia e ira que jamás pudo conocer. Se giró a todos lados hasta que vio dos figuras en el suelo, corrió hacia ellas y comprendió quienes eran: Merlina, en el suelo, llena de sangre y con profundas heridas mortales y, quien la sostenía era una Enid con el cabello largo hasta los codos y desordenado: ropa llena de sangre y rasgada, expresión aterrada, sus manos acariciaban a esa Merlina con desesperación mientras le llenaban de sangre el rostro con sus dedos, susurraba algo con voz ronca, en sus labios tenían pedazos sanguinolentos de carne.

- ¡MERLINA! -aulló aterrada.

Ya estaba por tocarla cuando algo la detuvo de golpe, tomándola de la espalda y la hizo caer de rodillas. Aunque extendiera la mano, no conseguía siquiera tocar la mano muerta de Merlina a la cual le faltaba unas partes de los dedos, como si algo filoso se los cortara como mantequilla. La otra Enid alzó los ojos para clavarlos en la Enid joven.

- ¿Qué le pasa? -le gritó aterrada. - ¡MERLINA! ¡MERLINA!

La llamó incesantemente pero la chica no respondió. La Enid ensangrentada le ofreció una mueca de espantosa resignación y dolor.

-Está muerta, mi adorada Dor. -dijo despacio y pérdida en su dolor. -Entonces yo los mate a todos.

Explicó recorriéndole los cabellos a Merlina con ternura y amor. Enid miró a su alrededor: cuerpos mutilados, desfigurados y torturados aparecieron como gotas de sangre cayendo de la herida.

- "J" me la arrebató... y yo lo despedace -continuó hablando.

Una cabeza cercenada y con una enorme mordida en lo que una vez fue su rostro, cayó del suelo rodando hasta quedar frente a la Enid pulcra. Sintió un malestar enorme, las náuseas comenzaron a llegar. Respiró hondo y alzó la mirada, entonces la Enid ensangrentada comenzó a comerse a Merlina mientras lloraba profundamente: era espantoso y a la vez una muestra de amor infinito que dejaron sin palabras a la espectadora. Conocía la vieja costumbre de los lobos de comerse a la persona que más amaban, para sentirle consigo hasta su muerte, en pocas palabras: fusionarse para la eternidad. No podía creer que estaba viéndose a sí misma devorar a Merlina poco a poco, con la necesidad de compañía tan desesperada que podría arrasar con los obstáculos. Terminó de comerse a Merlina, se limpió los labios con melancolía.

-Quiso salvarme, pero a él no le pareció que me amara tanto. Estaba realmente celoso que Merlina hiciera todo para protegerme, ella y yo... me dijo que terminando todo, podríamos estar juntas por siempre. -un brillo en su anular llamó la atención y Enid contuvo el aliento.

-Eso... -señaló su mano y sintió un profundo dolor que la hizo llorar. - ¿Cómo fue?

La otra Enid miro su anillo y sonrió con desolación, respiro hondo, sus ojos se mostraron muertos y sombríos.

-En el baile Raven. -susurró recordando ese momento con amor. -Fuimos juntas... me lo pidió frente a toda la escuela. Brandy Jane... Yoko Cha, Xavier, Ajax... Eugene, todos nos felicitaron. Al final del baile, Merlina y yo tuvimos permiso del director y salimos a dar un paseo bajo la hermosa luna llena... para reafirmar nuestro amor, esa noche fue tan pasional e intenso... la última vez que pudimos hacer el amor.

LUNA ROJA: INHERENTE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora