LUNA ROJA: INHERENTE AMOR

CAPÍTULO LII: ESTRATEGIA ENEMIGA

“Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él. Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor.  Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor.
Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba.”

Ezequiel 1, 26-28.

El temor estaba dominando a todos, un mal presentimiento estaba consumiendo la mente de Aidoneus y Anfitrite, que se miraban consternados. Carmilla intentaba parecer desentendida del asunto, su mente debía concentrarse en cómo salir de aquel aprieto viva. Wynnona no dejaba de estrujarse las manos, de mirar a Carmilla y a Xavier, quien estaba también preocupado por Enid. Era obvio que debía salir mal aquella expedición, no esperaban que la guerra terminara rápidamente y mucho menos de forma fácil.

-Todo estará bien. -dijo Yoko a Divina con expresión apretada. -Vamos, han ido los mejores de nosotros. Tal vez fallen pero volverán, mallugados posiblemente, pero vivos.

Los murmullos comenzaron, era obvio que eso no aliviaba mucho el temor pero al menos aplacaba su angustia un poco. Carmilla recordó esa breve charla con Merlina, el no decir nada seria complicado pero decirlo mucho más. Tal vez el saber que moriría en esa pelea la ponía de pánico, tanto que muchas veces se sorprendida intentando tocar el hombro de Wynnona para confesarle sus sentimientos. Sería mejor, solo que estaba el otro lado de la moneda: si se confesaba y Wynnona le correspondía sería la felicidad extrema como momentánea, porque iba a morir y dejaría sola a Earp, ya ella misma había vivido considerables décadas extrañando a Laura, no le deseaba lo mismo a nadie más.

-Te ves más pálida de lo que un vampiro debería, preciosa. -dijo Wynnona sentándose a su lado. -¿Estas bien? No deberías preocuparte, posiblemente muramos y no nos demos cuenta.

-¿De verdad vas a coquetearme en una frase como esa? -le cuestiono alzando la ceja.

-Pensaba que tal vez la perspectiva de la muerte podría ablandarte un poco para que me hicieras caso. -confeso sobrecogida. -Maldita sea, Merlina Addams me ha contagiado su bizarro sentido del romance.

Carmilla soltó una risilla divertida.

-Eso se llama miedo, Wynnona Earp. Es tu primera vez conociéndolo y-

-No. No es la primera vez que lo conozco. -la interrumpió con aire distante. -El miedo me miro a los ojos cuando yo tuve ocho años y conocí a la familia por parte de mi madre.

Jamás había hablado nada privado de su vida, como si eso estuviera prohibido o incluso maldito. Carmilla la miro con paciencia, se notaba intrigada pero respetuosa de aquella información, todo dependía de Wynnona y sus ganas de hablar.

-Ella era la última de la estirpe de Gerard van Swieten, ¿sabes? -suspiro divertida. -No te sonara el nombre, él-

-Lo conozco. -interrumpió Carmilla. -No personalmente pero sí mi padre. Médico y gran apasionado de la educación en medicina. Trabajo personalmente para la emperatriz María Teresa de Austria, juntos intentaban demostrar que los vampiros no existían. Inspiración de Stoker para su novela. Mi padre y Gerald se encontraron en una conferencia en Viena sobre los vampiros y su nula existencia, como recordaras en esos años los vampiros estábamos al borde de la extinción por la enorme pelea contra los licántropos y normies como brujas. Cuando llego la tregua había tan pocos que estaban ocultos para poder recuperarse. Ambos trabajaron enormemente para expandir la medicina a otras especies de excluidos.