CAPÍTULO XXXV: KINBOTT

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Las partículas de polvo que apreciaba en ese momento parecían observarla con relativa burla como curiosidad. Enid se mantenía bocabajo tensando sus piernas, respiro hondo y suspiro con una sonrisa satisfecha. Impulsando se hacía arriba en un columpiar hábil, se lanzó a atrapar el siguiente soporte a cinco metros de altura, sus brazos fuertes la columpiaron cambiando de posición y velocidad, pronto regreso a dónde había estado anteriormente y mantuvo la misma rutina por media hora. Merlina la miraba en silencio, admirando su concentración como agilidad que mostraba al imitar el sutil arte de columpiarse tan grácilmente. Enid siguió en su labor, sin enterarse de la presencia de Merlina, que la observaba bien oculta entre algunas colchonetas y más utensilios del club de gimnasia.

Sabía Merlina que Enid adoraba bailar, era inquieta y siempre en busca de algo emocionante. Pero no imagino que su compañera de cuarto supiera gimnasia de una forma tan natural, como si naciera para estar en las alturas moviéndose de un lado a otro. Recordó a lo que había ido a ese lugar, salió lentamente para hacerse notar pero Enid estaba tan ensimismada en su ejercicio que no se percató de ella. Respirando profundo, se dispuso a hablar con fuerza.

-Enid. -la llamó.

Pero la chica no la escucho, entonces vio como tenía auriculares para aislarse del exterior y no distraerse con nada. Suspirando, Merlina se deslizó por el aire con presteza. Rápidamente llegó hasta la altura de Enid, en el momento en que planeaba como hacerse notar, Enid cambio de dirección y se giró a Merlina para soltarse y alcanzar la estructura detrás de Addams. La sorpresa de ambas fue tanta que Merlina recibió a Enid contra su pecho, perdiendo la concentración, se precipitaron al suelo. Enid lanzo un chillido de sorpresa como de frustración por no poderse mover, Merlina tardo poco en reponerse de la impresión; recupero el control de su levitación y despacio bajaron.

-Por la luna, ¡me asustaste, Merlina! -estallo Enid furiosa.

-De nada. -replico Merlina ladeando la cabeza con aburrimiento. -Para la siguiente vez que quieras estar practicando al menos no te pongas un auricular, te vengo llamando pero no me escuchabas, ¿y si estabas en peligro?

-Tengo un excelente sentido para las amenazas. -se cruzó de brazos.

-No lo creo, no me sentiste acercarme. -chasqueo la lengua.

-¡Eso es porque no eres una amenaza! -alzo las manos para hacerse entender. -Eres mi amiga, la mejor de todas, ¿cómo te consideraría de peligro?

-Mmm, te aconsejo no perder de vista a nadie, ni siquiera a mí. El enemigo podría estar cerca de nosotros sin saberlo.

-Eres paranoica. -replico Enid con expresión cansada. -Pensé que te alegraría saber que eres importante para mí.

-Agradar o no a las personas no es de mi-

-No es de tu interés, ya lo sé. -suspiro con desgana y se dio la vuelta. -¿Qué quieres?

Merlina la vio alejarse, mientras se soltaba la horquilla del cabello, lo agitaba para librar la tensión y se masajeaba los hombros con aire distraído. Tragó saliva, hasta ese momento era consciente de lo fuerte que se había vuelto Enid como para que su cuerpo mostrara los frutos de aquello; los músculos se notaban no solo por la falta de grasa sino por el duro entrenamiento al que era sometida. Era verdad que Enid había cambiado demasiado en todos los aspectos, e incluso era tosca como fría cuando le apetecía serlo o estaba de malas, algo que antes no hacía. Tyler le había dicho que Wynnona creía que Merlina era mal ejemplo pero que Malory y él daban a Merlina el crédito a la evolución de la chica.

-Merlina, ¿Merlina?

Enid al no recibir respuesta se acercó a Merlina: la chica estaba con ojos vidriosos por un pensamiento lejos de allí. Al notar que no se daba cuenta de nada, Enid decidió tentar a su suerte y con sus dos manos toco las mejillas de Merlina para pellizcarlas, sobarlas y dibujarle extrañas figuras con los dedos. Eran increíblemente suaves a pesar de tener varias cicatrices pequeñas y nula consciencia estética del beneficio de las cremas hidratantes.

LUNA ROJA: INHERENTE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora