CAPÍTULO L PARTE 2: ENID SINCLAIR

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Nadie la siguió con la mirada, simplemente regresaron a sus ocupaciones. Enid camino con aire normal, si estaba a veinte kilómetros, tardaría unas tres horas, estaba a tiempo pues tenía hasta las tres de la tarde para llegar y para eso eran cuatro horas. Comenzó a trotar, era mejor llegar a buena hora, podría hacer algunos amiguitos, pasear por el campamento e incluso jugar un poco. Aquello la emociono tanto que decidió correr como lo haría un lobo, así sería un poco más de una hora. Miro el mapa, asegurándose de la ruta y decidió que acortaría por aquel pequeño bosque frondoso, era mejor que rodearlo innecesariamente.

Comenzó saltando a las copas de los árboles para irse asegurando de que iba por el camino correcto pero estar subiendo y brincando entre arboles la estaba retrasando, así que intento ubicarse en línea recta e intentar seguir esa misma dirección. Lo cual fue una mala idea, no había querido entrenar el olfato u orientación, se perdió. Cuando subió a la copa del árbol, había ido en dirección contraria, así que decidió regresar al camino e intentar llegar al tiempo límite. Llego a las cuatro de la tarde, un encargado estaba terminando de despedir a un padre de familia cuando vio a Enid.

-Lo siento, ya terminamos con la recepción de niños.

-Soy Enid Sinclair. -dijo enseñando el dinero. -Tuve problemas con el transporte pero-

-No hay espacio para ti, lo siento mucho. -dijo con un tono dulzón enfadoso. -Te pedimos llegar a las tres a más tardar, porque hay muchos que se pelean un lugar aquí y no hicieron reservación por llamada, tuvimos que ofertar tu lugar, no puedo hacer nada.

-Puedo dormir en el suelo, no me molestaría-

-¿Y dañar la imagen del campamento? ¡Jamás haríamos algo así de inhumano! -su rostro estaba horrorizado ante la idea. -Lo lamento, la puntualidad es una cualidad que aquí respetamos mucho, si no puedes con eso, no se puede pensar que eres alguien comprometida, ¿verdad?

Enid estaba por decir algo cuando una mujer lanzo un grito, el hombre de inmediato se dio la vuelta y atrapo a una niña de aspecto enfermizo, completamente de negro y expresión antipática. Por breves momentos se vieron a los ojos cuando un segundo niño salió corriendo pero fue atrapado por el encargado con habilidad.

-No pueden salir de aquí, Merlina y Pericles Addams, conocen las reglas. -dijo bajándolos y los miro con severidad. -Ahora ve con Becky y vayan a sus cabañas.

-No queremos estar en esta prisión para niños sin amor fraterno. -replico la chica. -Este espantoso ambiente de “comunidad alegre” nos enferma.

-Pues no me importa, sus padres pagaron y deben estar aquí. -dijo el hombre girándose para atender a Enid. -Y tú, vuelve a casa, no hay lugar para ti.

Merlina clavo sus ojos en Enid, la chica respingo un poco, se sentía como mirar a su madre cuando estaba furiosa.

-Tú quieres estar aquí, yo no. Te doy mi lugar, esta tortura me está sofocando.
Enid se emocionó, ya estaba por aceptar cuando el encargado negó enérgicamente.

-Lo lamento, Merlina Addams, pero no se permite eso sin la presencia de ambos padres de ustedes. Los tuyos están camino a casa y los de…

-Enid Sinclair.

-Claro, Sinc Cair, no pudieron venir por negocios. -aplaudió enérgicamente. -No se puede. Así que vuelve a tu cabaña.

-Es Sinclair, señor. -dijo Enid con expresión incómoda.

El hombre estuvo por responder algo cuando una enérgica mujer llego y se llevó a los dos chiquillos, Enid no pudo apartar la mirada de aquella antipática chica, se sentía muy curiosa por ella, como una especie de sensación de que se conocían de algún lado. Pero Merlina no se molestó en verla, cuando se alejaron unos metros, salió un chico fofo de lentes, paliducho y delgado como una vara seca en invierno.

LUNA ROJA: INHERENTE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora