En su vida, siempre había sido un don nadie; sin padres, sin dinero, sin casa, sin amigos, sin personalidad, sin amor. Sin nadie que le brindara una pequeña ayuda, peor que un perro, vivió durante quince años en un callejón donde pasaba recostado gran parte del dina embriagado tras robarse de los bares algunas botellas. Corría a su escondrijo y se embriagaba para olvidar el hambre, el dolor y soledad. Cuando comenzó a volverse difícil el robar por su mala salud, pronto aparecieron viejos enfermos y trastornados.
-¿Cuánto cobras? -le dijo un día un obeso cerdo con tanto vello que le daba la apariencia de fibra metálica vieja de fregadero.
Había visto en su callejón a muchas prostitutas follar con sus clientes, conocía las posiciones e incluso las técnicas que usaban como la lengua en las mamadas y el movimiento rápido estimulando la puntilla. Con eso los clientes solían terminar rápido, al hostigarlos con más sexo estos cansados se marchaban e incluso dejaban billetes extras. Un cerdo como ese no duraría más que quince minutos donde solo se aislaría en su mundo de fantasía, la utopía de su añoro.
-Una botella de licor y algunas golosinas. -le respondió con tono frio.
-Hecho. -le dijo con una enorme sonrisa en su asquerosa boca.
En la bolsa saco una botella del peor licor barato del lugar, le arrojo dos bolsas de papas fritas y un refresco empezado. Lo guardo con cuidado, tragando fuerte para hacer aquello lanzo la pregunta que le cambiaria la vida.
-¿Cómo quieres que me acomode?
Las manazas de ese hombre le sujetaron del cabello con violencia, lo volteo para dejarlo en el suelo, arranco sus vaqueros raídos sin preocuparse de que el chico no tendría más que ponerse después, bajando su propio pantalón, saco su diminuto miembro y lo penetro sin avisar. La sensación de aquello en su ano, de cómo raspaba la fricción y las manos en su cintura. El estímulo cambio, su cuerpo concedió un beneficio de duda y su propio pene se paró, eso no le agradaba. Intento decirle que parara pero el cerdo no lo hizo, le tomo del pene y comenzó a masturbarlo.
-N-no, bas-basta, ¡deténgase! -le había gritado entre lágrimas.
-¿Por qué? Pague por tu trasero y hare lo que me venga la gana. -respondió entre los gemidos, daba la sensación de que un jabalí salvaje a punto de embestir. -Ahora cállate, maldita puta.
No recordaba cuanto tiempo fue, solo que después de que el cerdo tuviera el orgasmo, lo hizo chupárselo. No era gran cosa que meter en la boca, aun así el sentir la eyaculación en su boca lo hizo jadear del asco. Cerro un poco la boca del asco, entonces el hombre chillo, lo abofeteo.
-¡Me has mordido, marica de mierda!
La paliza que le metió después lo dejo medio muerto por dos días, incluso se llevó su ganancia por aquel acto repulsivo. Había deseado con todas sus fuerzas morirse de una vez, quería dejar de sufrir. Cuando se pudo mover, intento caminar al lago que estaba cerca del parque de la ciudad, en la noche se ahogaría para dejar de sufrir, entonces lo conoció allí. A "J", quien le cambiaria la vida para siempre, lo vio a los ojos, lo escucho y protegió. Cuando hablaron de cómo había llegado a ese lugar, le respondió.
-Mi nombre es Johan. Pero los indignos me llaman: "J". -confesó amablemente. -Y estoy aquí porque he renacido. ¿Quieres renacer en una mejor vida?
-¿Cómo? -cuestiono extasiado con la presencia de ese hombre tan grácil y elegante, usaba gafas que resaltaban su mirada penetrante y conocedora.
-He visto y oído tu dolor, eres digno de una nueva vida, la mereces después de todo el infierno que has vivido. -se la extendió con gentileza. -Sígueme, obedéceme y apóyame, eso a cambio de una nueva vida, ¿está bien?
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LUNA ROJA: INHERENTE AMOR
FanficNada es lo que parece. Merlina y Enid se enfrentan a una profecía que parece unirlas pero ¿Los aliados de verdad son aliados? Ambas pasarán pruebas que las harán reafirmar su amor y descubrir si de verdad pueden estar juntas.