Enid estaba viendo a sus padres pelearse, como siempre, la culpa era de ella por no enlobar, su padre intentando defenderla pero Malory la desprestigiaba. Era siempre lo mismo. Se sentía sofocada. Salió a jugar, tomando sus botas para la lluvia, junto a un balón de soccer y con ganas de intentar hacer amigos, abrió la puerta con cuidado. Corrió para reunirse con los chicos que estaban decidiendo que jugar.
-Ho-hola, ¿jugamos? -dijo Enid enseñando el balón con una sonrisa animada.
-Que asco, no. -dijo uno con gesto de desprecio. -Nadie quiere jugar contigo, ¿qué tal que nos pegas lo de no enlobar?
Los demás niños se rieron señalándola. Siempre era así, todos eran iguales. Con su balón se marcho a la parte alejada de área de recreación para patearlo contra su árbol favorito a solas. Beverly estaba allí viéndola con Willa, ambas junto a Wynnona jugaban con ella. Pero era poco el tiempo o casi nunca pues sus padres las tenían ocupadas con algo "de familia".
La niña solitaria, que miraba su reflejo en el agua esperando que alguien la ayudara, la rescatara de la soledad, le dijera que todo estaría bien. Con su mano saco su libro de cuentos, el que más le gustaba era el que se llamaba "El lobo y el cuervo". Un cuento levemente largo, triste como conmovedor, de todo el cuento, su parte favorita era:
-Siempre intente encajar, usar mascaras e interpretar personajes. Pero no me engañe a mí, menos a los demás. -susurro con lágrimas. -Tuve que enfrentar al mundo escondiendo mi corazón, quien era. Mientras soñaba y anhelaba a alguien que me amara.
-Eres bella, ¿Quién no te amaría? -cuestionó incrédulo el cuervo.
-Nadie cree eso. -Farfulló. -Todos me odian. Ni mis mascaras funcionaron.
El cuervo alzo las alas para intentar despejar su furia, no comprendía al mundo, esa princesa era bella, su alma era pura y sincera. Su voz encantadora y su valentía la de una bestia protectora. Eran crueles.
-Entonces te ayudare. -le dijo remontando el vuelo. -Te ayudare a encontrar quien te ame. A cambio, quiero que me digas que se siente amar y ser amado.
Ambos se internaron en el bosque. Su convivencia creció, su amistad comenzó y sus sentimientos también. El cuervo le había enseñado a enojarse, gritar, pelear, enfrentar y aceptar. La princesa había conocido por fin a alguien que la miraba fijamente por quien era.
Los días pasaron formando semanas y estas formaron meses. Conoció muchos otros seres animales, vampiros, brujas y más especies. La princesa tuvo por primera vez amigos y se sentía bien. El cuervo la apoyaba y animaba, fue un día, cuando ambos fueron a cazar, cuando lo vio alzar el vuelo y la luz de la luna lo cubrió, fue que su corazón palpito de una peculiar forma que la princesa creyó tener un infarto.-
Trago saliva, brincándose unas partes del cuento, llego al fina que tanto le dolía como emocionaba:
-Me enamore de ti. -confesó con tono débil. -El único arrepentimiento que me llevare a la tumba es no poder vivir para amarte en la eternidad.
Y entonces murió. La princesa lanzó un aullido tan lastimero que la misma luna lloro su dolor. Amando al cuervo, lo comió de un bocado, se giro a sus asesinos y los cazo a todos. Cuando no hubo a quien más recriminar, se entrego a la muerte: se recostó en la tierra donde murió su amado y murió de tristeza.
La poderosa luna roja, al ver aquella triste historia, juro unir a los amantes destinados bajo su luz.
Las lágrimas bajaron silenciosas al terminar de leerlo. Enid amaba ese cuento tan burdo, uno que conoció gracias a Wynnona, que le regalo el libro con una sonrisa tierna como lastimera. Cerró su pequeño librito para verse al reflejo de un charco de lluvia: su cabello rubio cenizo, sus mechones de colores, cortesía de un minitutorial que vio, un rostro lleno de raspones por intentar enlobar y unos ojos azules resplandecientes.
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LUNA ROJA: INHERENTE AMOR
FanfictionNada es lo que parece. Merlina y Enid se enfrentan a una profecía que parece unirlas pero ¿Los aliados de verdad son aliados? Ambas pasarán pruebas que las harán reafirmar su amor y descubrir si de verdad pueden estar juntas.