CAPÍTULO XXXVII: ENLOBACIÓN

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Merlina y Eugene no tardaron en encontrar la antesala: espaciosa con figuras de piedra de varios ídolos antiguos mesoamericanos. En el centro se elevaban dos estatuas masculinas alzando sus manos al cielo: uno de ellos sostenía una espada y el otro un espejo. Entre ellos estaba el encapuchado con el jaguar gruñendo a los recién llegados. Sin inmutarse de su ocupación, siguió contemplando aquellas estatuas con aire perdido como nostálgico. Eugene busco a más presentes pero no encontró a nadie más, un susurro de respiración a sus espaldas lo hizo girarse pero no vio nada, respiro hondo para contener su pánico y regreso su atención al encapuchado. La luz entre verde y azul del entorno se debía a antorchas que refulgían en pequeños jarrones con pictogramas mesoamericanos y cada jarrón de fuego era protegido por una extraña película de color azul verde cuya tonalidad no atinaba a definir.

-Por mucho que uno nazca y desee ser bueno, si el destino te quiere como malvado, te convertirás en el malo de la historia sin importar cuan fuerte sea tu convicción. -comenzó a decir el individuo con aire rencoroso. -Yo amaba a mis hermanos, a mis padres, a mi gente... amaba al mismo caos. Había amor en mi corazón y la oscuridad no era parte de nada de mi ser. Pero el equilibrio requería un villano, un dios malvado y oscuro y fui el desafortunado.

Merlina avanzo con cautela, el enorme animal gruño sin quitarle atención a los chicos y los dejo acercarse. Su amo se giró a verlos y Eugene contuvo un chillido de horror ante la presencia que lo observaba con ojos ardientes como el fuego del infierno: un rostro demacrado por la depresión pero joven conocedor de una larga vida, estaba totalmente negro a excepción de una franja en los ojos de color turquesa, su cuerpo era fornido y expuesto solo cubierto por aquella capa de viaje y le faltaba una pierna la cual era compensada con humo que soportaba el peso del personaje.

-Tezcatlipoca. -susurro Merlina sorprendida. -¿Un dios mesoamericano aquí?

-¿Dios? -alzo la ceja con burla. -Los humanos nos hicieron dioses e inventaron mitos para poder justificar su existencia. Yo era como ellos junto a mis hermanos hasta que nuestras diferencias se expresaron en magia, fuimos los primeros magos de este lugar y las leyendas se extendieron, nos alzaron altares e inventaron una creación del universo para validad nuestra existencia. Nuestros padres aceptaron el papel por nosotros, debíamos guiar a nuestro pueblo a la grandeza y prosperidad. Lo hicimos, los amamos y odiamos, protegimos como abandonamos... eso hasta que el caos nos pidió algo a los representantes de los humanos. -sonrió con desprecio. –"Quiero caminar como ustedes y a la vez algo menos. Deseo un destino, una profecía para mí solo pero no puedo al carecer de cuerpo físico. Para ello necesito el cuerpo y sangre de ustedes para ello".

<<Nadie se opuso. Era el creador de todo y nos pedía un favor. Mis hermanos accedieron junto a los demás dioses de todo el mundo. El número de deidades era tan alto que pocos quedamos vivos y malditos por nuestro dolor al quedar solos. Mi pueblo se revelo, ya no querían dioses que les dieran ordenes sino independencia, estaba de acuerdo con ellos, pero me sucedió la titanomaquia y trajo una nueva preocupación porque no había con que asesinarlos de verdad, entonces decidieron crear el Qliphoth y lo quisieron esconder bajo mi pueblo y me negué. No podía condenarlos a ser centinelas de estas bestias así que tome la prisión y la reubique lejos de mi pueblo, ayudado con mis visiones del futuro, supe que este sería el lugar adecuado para ello, ya que tu venida fue predicha desde hace muchos milenios atrás.

<<Sabia que nacerías en este lugar, así que te aproxime el Qliphoth, así que cave lo más profundo y enterré la prisión, lejos de cualquier intento de asedio. Me ayudaron algunos dioses de diferentes lugares que vinieron por solicitud mía. Recuerdo la ayuda de Hefestos a la creación de las estructuras de lo que llamo "tártaro" aunque decidimos dejarle el nombre oficial de Qliphoth. Ahora estas en una antesala, más adentro encontraras otro enorme túnel que te llevara al laberinto y en él al minotauro. Consiguiendo derrotarlo a él y su ejército, encontraras acceso a una copia similar al Mictlán, una vez consigas llegar al final, hallaras entonces la salida y entrada del Qliphoth. A ella accederás solo con la llave.

LUNA ROJA: INHERENTE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora