CAPÍTULO XLIV: PEONES Y ALIADOS

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"Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino de Jehová; enderezad calzada en el yermo para nuestro Dios.

Todo valle será alzado, y todo monte y collado serán bajados; y lo torcido será enderezado, y lo áspero será allanado. Entonces se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá, porque la boca de Jehová ha hablado."

Isaías 40, 3-5.

***

Bajo tierra había sido la tortura; apenas podía mantenerse en pie sin los dedos, con el palpitante como agudo dolor que lo hacía estremecerse mientras las lágrimas caían de sus mejillas. Apenas podía estirar una pierna para caminar pues el desgarre anal después de esa violación en grupo lo tenía trastornado; le habían arrancado los dientes y tenía infección fuerte en aquellos espacios donde alguna vez hubo algo que le ayudara a comer. Las manos estaban mutiladas y muñones lastimeros de lo que una vez fue la muñeca sangraba con debilidad pues apenas tenía poco más del límite de sangre esencial para no morir.

-¡CORRE, HAROLD, CORRE MALDITA PERRA! -Grito un hombre mientras disparaba cerca de él. -¡CORRE MÁS RÁPIDO, PROSTITUTA!

Harold comenzó a correr mientras en su mente maldecía a todos. El ejercito al que una vez sirvió como valiente soldado en sus estúpidas campañas para asesinar en el medio oriente le dio la espalda cuando su familia fue secuestrada, violada y asesinada cruelmente. Suplico por ayuda, ¡rogo por que le regresaran un poco de agradecimiento por ir a asesinar personas en Afganistán, Pakistán y demás lugares que el populo no conocía ya que la gran nación de los malditos estados unidos tenía que mantener su imagen de "héroes del mundo". Si supieran cuantas atrocidades se hacían bajo la bandera de una supuesta paz.

Solo quiso vengarse por el daño causado, ahora estaba corriendo en medio del desierto para intentar salvar lo que quedaba de vida, pero si lo pensaba bien, ¿qué tenia de bueno seguir existiendo? Lo atraparían, regresarían a la base para seguir abusando de él; eso era peor que la muerte, porque ya conocía la verdad sobre ella y era que es el alivio eterno para el dolor. La vida era la porquería que te atormenta y la muerte el dulce estado de nada. Cayo de rodillas, mirando al cielo con ojos rencorosos.

-Si hay un dios viéndonos, si hay un dios permitiendo tanta maldad en este mundo, ¡si hay un dios permitiendo que la tortura, violación y más males existan, entonces con todo mi dolor y odio lo maldigo! -escupió al cielo. -Voy a morir y te juro que te matare, perra bastarda, ¡te matare!

Su estómago regreso la leche pasada con pan mohecido y pasas rancias que le dieron de desayunar. El suelo se tiño de una masa grisácea con olor apenas contenible para una arcada, rodo al suelo mirando al cielo mientras ráfagas lo intentaban amedrentar para que se pudiera a correr de nuevo. Ya no se rebajaría a eso, esperaría a morir por fin, quería sentir el dulce abrazo de la muerte.

-Voy a matarlos a ellos, a todo el mundo. -farfullo quedándose dormido. -Sumirlos todos en la oscuridad... por siempre.

Un frio se plantó en el lugar, el tenue sonido de detonaciones desesperadas con gemidos de dolor, suplica y abatimiento consiguieron que Harold abriera los ojos y el paisaje que vio le dio esperanza por primera vez después de cinco años de tormento; un hombre atractivo de ojos miel con destellos borgoña estaba matando a los armados con las manos mientras a unos los tomaba del cuello para rompérselos con violencia, a otros los tomaba de la mandíbula y se las abría sin esfuerzo. Con fascinación como con admiración detallo al hombre que caminaba hacia él con una sonrisa cálida de alguien que estaba para salvarlo exclusivamente a él.

LUNA ROJA: INHERENTE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora