CAPÍTULO LVIII: INESPERADOS RETOS

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-Solo quiero saber qué era lo que pasaba por tu mente en el momento en que decidiste traicionarme de esta forma tan patética, Joel. -dijo Thot con gesto aburrido mientras contenía el bostezo.

A sus pies, yacía una masa sanguinolenta de carne, huesos y quejidos. Unos que se fueron aclarando y volviéndose una risa aguda llena de mofa con soberbio conocimiento de algo que escapaba de la vista de un simplón. Thot detuvo aquel bostezo y lo miro con furia.

-¿Qué es tan gracioso? Ya has perdido la cabeza con tanta tortura, ¿un traumatismo craneal? No, creo que simplemente estas delirando en esa locura que viene de la desesperación del condenado a muerte. -suspiro cansado. -Vamos, Joel, te lo di todo: poder para matar a tus patéticos padres, el dinero de tu familia y respeto del mundo. Yo te convertí en alguien y me has mordido la mano, la que te salvo de esa tumba que hizo Merlina hace unos... ocho años, me parece.

Joel jadeo en el intento de mirar a Thot y entonces se dio cuenta de la realidad de su maltratador. Le ofreció una risa nasal débil y una mueca que quería ser una sonrisa. Thot estaba irritándose por la conducta de Joel, pero no podía matarlo, aun les quedaba mucho de lo cual hablar. Espero a que el pobre diablo dejara de reírse y le clavo un gesto de lastima.

-Merlina.-respondió con agudo dolor. -Por ella... Merlina.

-Ah, sí. Merlina Addams. -se levantó con aire resuelto y rodeo el cuerpo de Joel con burla. -Nuestra querida y estimada Merlina Addams. La señorita perfecta. La irresistible y atractiva, Merlina Addams. Por favor, satisface mi curiosidad, ¿Qué le ven a ella? No le encuentro lógica a su fascinación por esa... niña.

Joel jalo aire con diversión, sus ojos avellana opaco se clavaron en el gesto agrio y despreciativo de Thot, quien alzo la ceja desafiándolo a reírse en su cara. Los ojos de Joel tuvieron un brillo que declaraba que estaba pensando en hacerlo pero que prefería reírse en la discreción de un buen descarado ojete.

-Por favor, no contengas esa lengua vulgar y lega. Habla, Joel, ilústrame sobre este tema que desconozco de sobremanera. -su tono era suave como el siseo de una cascabel encabronada.

Joel sentía dolor, no solo esa punzada aguda que se clava en el cuerpo y recorre el sistema nervioso y termina en la punta de los dedos con ese frio incomodo que te encorva y hace jadear por piedad. No. Era ese dolor en cada célula del cuerpo, uno que hasta el uso de las neurona o la propia contracción muscular como respuesta al dolor te hace gemir por piedad divina y te hace suplicar la muerte. Pero Joel era un caso extraño, él, quien había pasado por dolores físicos por el abuso de sus compañeros de clase y de figuras de autoridad que debían defenderlo, del dolor de saberse ignorado y abandonado. Del dolor de la propia existencia, había aprendido a canalizar el dolor.

Un fino arte que aprendió un día cuando en su colera golpeo la pared repetidas veces y sus nudillos sangraron y se hincharon con un color morado y verde mientras el dolor lo hizo detenerse, pero la rabia y la psicosis lo hizo reírse de su condición patética. Rio con tanto pulmón que sus labios expresaron su sentir:

-El dolor es el placer y el placer el dolor del infeliz. Quiero dolor y con el construiré mi diversión.

Su mente reunió ese dolor que poco a poco comenzaba a calentarse al punto de que la adrenalina lo convirtió en una agradable sensación de euforia. Comenzó a reírse para después caer de rodillas y llorar a mares. Quedándose dormido por cinco horas hasta que el dolor lo despertó con su punzante recordatorio que peco de estupidez y sus manos punzaban al punto de que se mordió la lengua para contener sus gemidos de súplica. Entonces pensó que el castigo de su propio alivio le resultaba ofensivo, entonces el agudo pinchazo del recuerdo lo sintió por primera vez como placer. Se sentía bien, ese extraño sentir era nuevo pero intenso y delicioso, una sensación que jamás había experimentado.

LUNA ROJA: INHERENTE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora