Rhaella Targaryen
La hija adoptada de la reina Alicent y el rey Viserys I
La mejor amiga de su hermano y la niña más querida por sus padres.
Aunque era "Adoptada" la sangre del dragón corría por sus venas, pero muchos solian decir que era una bas...
El rey miraba a su hija mientras está era atendida por el maestre. Cuando el maestre se fue el hombre suspiro y asintió dispuesto a contarles.
- Baelon me ha dado la autorización de casar a Rhaella con uno de mis hijos o con tus hijos - miro a Rhaenyra y Alicent abrió los ojos de más -¿ Quiero saber su opinión?
-No hice más propuestas porque Alicent rechazo mi propuesta de comprometer a Jace y a Helaena.
—Helaena y Aegon están comprometidos — la reina los miro.
—Pero Rhaella, no —Rhaenyra sonrío —Propongo que mi hermana sea la prometida de mi hijo, Jacearys.
—Yo la comprometi con Aemond.....
—Alicent, tu y yo sabemos que nuestra hija será la mejor reina de todo Westeros. Así quedarán los compromisos. Helaena se casara con Aegon y Rhaella con Jacearys cuando tengan la edad.
La mujer asintió poco convencida.
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Rhaella se metió a su habitación y dio un respingo cuando Aegon cerró la puerta detrás de él.
—¿ Cómo entraste?
—Sir Arryk me dejo pasar — sonrío —Me gusto mucho ese beso, hermanita.
—Aegon.....
—Hay algo que debo contarte—tomó sus manos y la guió hasta la cama —Tal vez me odies por haberte besado sabiendo esto, pero......
—¿ Qué sucede?
—Voy a casarme con Helaena — susurro y Rhaella solto sus manos —Ya no.....
—Ya no vas a estar conmigo — se levantó de la cama —Pero supongo que no podíamos estar juntos para siempre. Desde que sangre las cosas cambiaron y lo sabes.
—Supongo que seguiremos siendo amigos, pero sabes que siento mucho más.
—Aegon — lo miro —Vas a casarte con nuestra hermana y seguramente yo ya este comprometida también—se acerco a él y acaricio su rostro con sus nudillos— Tendremos que alejarnos, pero seguiremos siendo amigos, lo prometo — dejo un beso en su mejilla —Ve a dormir, lo necesitas.
—Serás la prometida de Aemond, pero siempre vas a ser mía, Rhae. Mi ninfa.
—Tuya—susurro.
El peliblanco salió de su habitación con su habitual semblante de amargura y la dejo ahí pensando en aquel beso que se habían dado esa misma noche.
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