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Rhaella pensó que ver morir a su esposo acabaría con aquella locura, pero Jacearys estaba empeñado en atacar a su tío Aemond.

El peliblanco arrastró el cuerpo de su hermano y tomo a Rhaella del brazo.

—Vamos—la tomó con firmeza—Rhae tenemos que salir de aquí.

Rhaella estaba mareada y confundida. Las lagrimas nublaron su vista y buscaba con la mirada el cuerpo de su esposo.

—Aegon—susurro—Aegon.

Aemond intento que su hermana lo siguiera, pero se quejo cuando Jacearys lo lastimo con el fuego de Vermax.

Rhaenyra intentaba llegar a su hermana que se arrastraba por el piso buscando a su esposo. Estaba confundida, mareada y le dolía la cabeza.

—Egg—se arrastro al ver una cabellera blanca y acaricio la frente de Daeron al verlo tan lastimado—No puedo justificarte. Aunque seas mi hermano lo que hiciste lo pagaste con la muerte.

Dejo un beso en su frente y se arrastro nuevamente para buscar el cuerpo de Aegon. Era ajena a todo lo que pasaba entre su familia.

—Rhaella, vamos—ni siquiera sabía quien la había tomado por los brazos y la conducía de nuevo a la Fortaleza, pero ella creía que era su hermano.

—Aemond, Aegon—intento zafarse de su agarre—Debemos buscarlo.

—Llévala a su habitación—reconoció la voz de Vaegon, pero seguía sin distinguir a la persona que la tenía abrazada.

Daemon Targaryen estaba orgulloso de lo que había hecho, de lo que había logrado

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Daemon Targaryen estaba orgulloso de lo que había hecho, de lo que había logrado.

El usurpador estaba muerto.

Su sobrina estaba a salvo.

Todo había vuelto a la normalidad.

Inmediatamente Rhaenyra mando a que las personas arreglaran la parte de la cuidad que se había reducido a cenizas. El tesoro imperial tenía para eso y para más.

Aemond se había ido a Antigua con Helaena y se había llevado el cuerpo de Aegon después de encontrarlo. Se maldecía a sí mismo por no haber podido sacar a su hermana de ese lugar.

Rhaella llevaba días dormida por órdenes de Jacearys. Cada vez que despertaba lo único que hacía era gritar y llorar.

—No puedo continuar con esto—Vaegon miro a Rhaenyra—Tiene dos lunas de embarazo y mantenerla dormida le hace daño.

Rhaenyra asintió y camino con él hasta la habitación de Rhaella. Le había dejado la habitación de su padre ya que Vaegon le había comentado el porque ella se había quedado en ese lugar.

—Aegon—susurro mientras abría sus ojos—Aegon.

—Rhaella.

Dio un respingo al escuchar la voz de Rhaenyra.

—¿Donde esta Aemond? ¿Qué le hiciste? —pregunto con un hilo de voz—¿Donde esta su cuerpo, Rhaenyra?

La reina negra se sorprendió al escuchar como la había llamado su hermana. Jamás había escuchado tanta frialdad en la voz de alguien.

—Aemond se fue, logró escapar—fue sincera—Y se ha llevado el cuerpo...

—¡Malditos sean!—grito—¡Él era todo lo que tenía!

—Nos tienes a nosotros, Rhaella.

—Él era todo para mí—se llevó una mano al vientre—¿ Qué le dirás a mi hijo cuando lo veas? ¿Le dirás que mataste a su padre?

—Yo no lo mate—se levantó de la cama—Aegon es mi hermano y lo amo con toda mi alma.

—¡Eran tus arqueros los que le dispararon!—se altero—Espero que paguen por todo lo que han hecho...

—Yo no hice nada—susurro al borde del llanto—Perdí a Joffrey...

—¡Gaemon también pago siendo inocente!—se levantó—Me han matado...

—Esa no era nuestra intención, yo...

—Vete Rhaenyra y no vuelvas.

—Rhaella...

—Vete.

La reina negra se fue y la mujer se tiro al suelo a llorar y gritar. Sentía que iba a morir del dolor en cualquier momento. Pensó en sus hermanos y en lo felices que habían sido cuando su padre estaba vivo.

—Cálmate por favor—Vaegon se agacho a su altura.

—No...puedo...los mataron...mi pequeño Gaemon—sollozo—Y mi mejor amigo, mi Aegon—se levantó del suelo—Estaba tan ilusionado con su pequeño dragón y hablaba de Rhaelle siempre hablaba de ella.

—¿Quién es Rhaelle?

—El nombre que Aegon escogió para nuestra  hija antes de saber que yo no podía tener hijos.

—Puedes tener hijos—señaló—Tu cuerpo ahora mismo está creando una vida.

—¿Es en serio? A veces siento que lo dijiste solo para que Jacearys me dejara en paz.

—Es la verdad—sonrío—Llevas a un dragón en tu vientre.

Rhaella asintió y le pidió que se retirara. Abrió el baúl que estaba en aquella habitación y se tiro nuevamente al suelo a llorar. Ver la armadura dorada la hacia llorar aún más. Aquel broche que le había regalado cuando eran niños y el dragón de madera de Gaemon.

—Issa sepār ao se nyke—susurro posando una mano en su vientre.

Solo somos tu y yo.


ENTRE SOMBRAS {AEGON II TARGARYEN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora