Rhaella Targaryen
La hija adoptada de la reina Alicent y el rey Viserys I
La mejor amiga de su hermano y la niña más querida por sus padres.
Aunque era "Adoptada" la sangre del dragón corría por sus venas, pero muchos solian decir que era una bas...
Rhaella paso toda la tarde con Helaena y los recien nacidos, los pequeños eran Targaryen en todo su esplendor. Eran muy parecidos a su madre y también eran una rara combinacion entre Aegon y Aemond.
Volvió a su habitación, pero frunció el ceño al ver a Aegon recostado en su cama.
-¿ Qué estas haciendo aquí? Es inapropiado, no quiero problemas con madre y tampoco con Helaena, mira que hoy he conseguido restaurar mi relación con ella y he dejado de sentirme celosa.
Se arrepintió de sus palabras al ver la cara de diversión de Aegon.
-¿ Te sientes celosa de nuestra hermana, ninfa? Eso me encanta.
-Es tu esposa, ten un poco de respeto por ella.
Aegon se echo a reír y se levantó acercándose a Rhaella, esta dio dos pasos atrás, pero Aegon la tomó por la cintura dejándola a escasos centímetros de sus labios.
-Aegon..... Helaena....
-Shhhh, nuestra hermana no tiene nada que ver con nosotros - susurro -¿ Te cuento un secreto?
Asintió.
-Jamás he tocado a Helaena, no podría hacerlo, es mi hermana.
-Los mellizos -frunció el ceño.
-Aemond, nuestro pequeño hermano tiene puntería.
Rhaella abrió los ojos incrédula y entonces recordó lo feliz que estaba Aemond cuando la recibió en Pozo dragón y el porqué de que Aegon haya salido tan asustado de la habitación de su esposa.
—¿ Estas loco? ¿ Cómo que Aemond? Es un niño, se un mejor mentiroso.
—Tu también, eres mala para decir mentiras y aun no niegas que estas celosa.
—¿ Por qué habría de estarlo? Tu estas casado y yo estoy comprometida con Jace.
Aegon apretó el agarre en su cintura y se acerco a su oído.
—¿ Alguna vez.....Jace y tu......te toco de alguna manera? — susurro y sintió un escalofrío.
—No, mi virtud sigue intacta. Apenas y podemos besarnos.
—No, ninfa — susurro —Tus labios me pertenecen desde aquella noche en Marcaderiva, quería olvidarte, quise hacerlo muchas veces, pero no puedo, Rhaella. Eres parte de mi y no me importa si no me amas como yo a ti, tengo suficiente amor para los dos.
En aquel momento el corazón de Rhaella se partió en mil pedazos, maldita sea, quería decirle que lo amaba tanto como el a ella, pero no podía, no debía porque si lo hacía se condenaría a vivir igual que su madre y ella quería ser feliz, quería hacer feliz a Jacearys. Después de todo, para eso la había criado su madre.
—No es suficiente, lo siento —se separo de él —¿ Podrías irte? Quiero estar sola.
Aegon asintió y la guió hasta la cama para arroparla como solía hacerlo cuando eran niños. Rhaella sonrío con tristeza y dejo un beso en su mejilla.
Aegon le devolvió el beso y revolvió su cabello.
—No olvides que te quiero y que siempre voy a estar. Aunque tu me dañes, yo siempre voy a estar.
—Quiero volver a ser niña, te extraño muchísimo — susurro antes de quedarse dormida.
Aegon salió por el pasadizo y volvió a su habitación deseando morirse en aquel momento. Pasó por la habitación de Helaena y pensó que sería una buena idea ver a sus pequeños sobrinos, pero se detuvo al escuchar la voz de Aemond y los quejidos de Helaena.
Volvió a su habitación y sonrío al ver la botella de vino que tenía en su mesa de noche. La tomó como si aquello pudiera quitar el nudo en su garganta o la opresión que sentía en su estómago. Segundos después se quedó dormido con la mitad del cuerpo fuera de la cama.
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Rhaella dormía tranquilamente hasta que empezó a ver cosas extrañas en su sueño, era algo muy distorsionado, pero podía ver personas borrosas.
—Shiera — el hombre tomó sus manos entre las suyas —No tengas miedo, no importa si no quiere venir, yo estoy aquí para ayudarte, siempre hemos estado juntos.
—Baelon — susurro y apoyo su cabeza en su hombro —Quisiera que las cosas volvieran a hacer como antes, papá estaba vivo y ella me daba atención, soy su hija, maldita sea.
—Ella ya no importa, yo estoy aquí, yo soy el padre de nuestro hijo o hija y estaré ahí para ti. Verás que podremos criar a nuestros hijos y tendrán todo el amor que algún día se nos nego. ¿ Lo entiendes? No seremos como ella.
Shiera asintió y paso las manos por su vientre abultado, estaba tan feliz y a la vez tan triste.
Rhaella despertó con la respiración acelerada. Ya sabía quién eran sus padres solo tenía que averiguar el nombre de sus abuelos y después podías hablar con su familia.
La puerta del pasadizo se abrió ligeramente y está frunció el ceño.
—¿ Aegon? — murmuro.
Un hombre alto, encapuchado y desconocido salió del pasadizo y Rhaella salto de la cama para buscar su daga. Logró ser más rápida y clavarle la daga en el ojo, pero no era uno solo. Eran cuatro hombres y los otros tres se asomaron en la puerta del pasadizo.
Grito, lucho, pataleo y los lastimo. Hizo de todo para que no se la llevarán, pero estaba desarmada y aquellos hombres eran más grande en estatura y mucho más fuertes que ella.
—¡ AEGON! —Fue lo último que dijo antes de que se la llevarán por el pasadizo.
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● Hola! Otra vez yo. Bueno ya se van armando las piezas del rompecabezas y muy pronto se sabrá quienes son los abuelos de Rhaella.
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