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Los hombres de Gwayne Higwtower escuchaban atentamente que debían hacer para sacar a Rhaella de aquel lugar.

Aegon no había dormido en días y aún cuando sentía que iba a morirse por el dolor físico estaba ahí junto a sus hermanos que lo habían ayudado a trazar un plan para sacar a Rhaella de ahí.

Su único consuelo era ver a sus hermanos tan felices con sus tres hijos. La ausencia de Gaemon le dolía como el primer segundo desde que le habían dado aquel abrigo. Durante las noches se escondía en su habitación para llorar como un niño pequeño.

—Este—señaló el pasadizo—Este y este nos llevarán al cráneo de Balerion.

—¿Y como llegamos hasta su habitación? —Helaena señaló.

—Esta en la habitación de nuestro padre— Aegon miro a Aemond—Jamás dejaría esa maqueta.

Aemond asintió prestando toda la atención posible para memorizar cada paso y cada cosa que harían.

—Entonces la habitación principal.

Aegon asintió.

—Siento haberte dicho todas esas cosas—sollozo abrazando a su madre—Lo siento, lo siento...

—Yo te pido que me perdones por no haber podido proteger a Gaemon—susurro—Lo siento mucho, hija mía.

—No te lamentes por eso, yo debía protegerlo...—susurro—¿Syrax te ha lastimado mucho?

—No, pero supongo que fue porque que no quise ir con ella y Rhaenyra comiendo pastel.

Rhaella frunció el ceño y decidió no decir nada. Tomo la mano de su madre y la poso en su vestido.

—¿Qué... ¿Cómo es eso posible? —la reina viuda sollozo—Los maestres dijeron que tú no podías....tal vez fue un milagro de los dioses.

—O tal vez su padre estaba envenando a su hija y usted no se había dado cuenta—comento Vaegon—Rhaella siempre ha podido concebir lo único que la detenía eran aquellos venenos que le daba su padre.

—Vaegon Targaryen—murmuro Alicent—Gracias por cuidar a mi hija.

Vaegon asintió. Se había convertido en la sombra de Rhaella desde que Jacearys intentaba entrar a su habitación a la fuerza.

—Vamos, debes descansar—miro a su nieta y esta asintió despidiéndose de su madre.

Camino junto a Vaegon hasta su habitación y sonrío al ver a Lucerys sentado frente a la maqueta de su padre.

—Hola, te traje pastel de chocolate—sonrío—No creo que me haya quedado igual que la otra vez, pero creo que lo intente.

Rhaella asintió y se sento frente a él para armar aquella maqueta. Ya casi estaba terminada.

—A el abuelo le hubiese gustado verla terminada—sonrío con tristeza.

—Supongo que esto es para él, ¿No? —sonrío—Egg nunca la saco de aquí y me dejo quedarme para que la armará.

—¿Lo quieres mucho?—sonrío—Yo jamás termine  de entender el amor entre ustedes.

—Con toda mi alma—suspiro—El se quedaba ahí—señaló el escritorio frente  ellos—Y yo estaba aquí con Gaemon.

—Eran una familia...

—Supongo que sí—sollozo—Eso éramos.

—No era mi intención hacerte sentir así, yo...

—No te preocupes, Luke—limpio sus lágrimas—Estoy bien.

Aegon se quejo del dolor cuando se coloco aquella armadura, pero lo ignoro y tomo su yelmo para subir a Sunfire.

Todo estaba listo para ir en busca de Rhaella. Aemond iba en Vhagar y Helaena después de tanto insistir iba a lomos de Dreamfire.

—Estamos listos—miro a sus hermanos y estos asintieron.

Tomaron vuelo dejando a Antigua atrás.

Rhaella había dejado que Lucerys se fuera y se dedico a sacar los mapas que tenia en aquella habitación y que había escondido debajo del cabecero de la cama. Tenía una idea para escapar de ahí y no volver jamás a ese lugar.

—Dos lunas y media y ya se nota mucho—murmuro viendo su cuerpo desnudo en el espejo—Estaría feliz si estuviera aquí.

Fue inevitable no llorar en aquel momento mientras miraba como su cuerpo iba cambiando. La puerta de su habitación fue abierta de golpe y se cubrió cuando vio a Jacearys repasar su cuerpo.

—Jace, te pido que salgas por favor—pidió—Déjame vestirme y después podemos hablar tranquilos, ¿Sí?

—Que linda es mi mujer—sonrío—El unico problema de  esto es la sucia sangre Higwtower que llevas en tu vientre, Rhae.

Rhaella se alejo un poco de él y se puso su camisón a toda velocidad tomando la daga que tenia siempre con ella.

—¡Vete de mi habitación!—le grito—¡Fuera Jacearys!

—No hasta que hablemos sobre que haremos con tu sangre inmunda.

—¡Deja de insultar a mi hijo!—espetó—¡Tu sangre es la sucia, bastardo!

Aquello termino de molestar a Jacearys por completo y se abalanzó sobre ella tumbandola enseguida.

—Suéltame—susurro—Suéltame, Jacearys.

—Siempre fuiste tan hermosa, Rhaella—susurro—Mi hermosa mujer.

—No soy tu mujer—lo empujó y Jace tomo la daga intentando  clavarla en su vientre, pero Rhaella lo pateo y terminó con la daga enterrada en su pierna.

No lo toco, pensó la reina.

Se quejo, pero se levantó y tomo la daga incrustandola en su muslo.

—¡Fuera de mi habitación!—grito y lo pateo—¡ Vete!

Los rugidos de dragón llamaron su atención y enseguida reconoció los rugidos de Vhagar.

Aemond había ido por ella.

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ENTRE SOMBRAS {AEGON II TARGARYEN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora