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Enzo's pov.

Estaba a punto de haber chapado con Eva cuando el Licha entró diciendo que la estaban buscando, tiré mi cabeza para atrás con frustración, era el momento y me lo arruinaron vaya a saber uno por qué. Lisandro entró y cerró la puerta, se fijó que Eva no esté y prosiguió a hablar:

—Que bien, que bien, — Aplaudió bajo mientras yo lo miraba con una sonrisa. — con la hermana del Juli, eh.

—Está para partirla en dos. — Suspiré mirando a la puerta mientras me mordía el labio inferior.

—Está de novia boludo, olvídate. — Dijo palmeando mi hombro en forma de apoyo. — Pero esa pibita está...

—¿Quién te dijo que está de novia?

—Hay un gil ahí abajo que la está buscando. — Dijo mientras salía para seguir a Eva.

Rápidamente cerré los puños con fuerza sabiendo de quién se trataba, una vez se la había dejado pasar pero la está vez no iba a ser así. Me chupaba un huevo que después Julián se enojase conmigo por arruinarle su fiesta, aunque todavía no entendía como el chabon había entrado si Julián tampoco lo soportaba. Bajé atrás del Licha y vi como Eva estaba hablando con el gil ese, me quedé en una esquina con un viajero en la mano lleno de fernet mirando la situación, al parecer Eva estaba harta de la situación.

—¿Qué haces acá hermano?, vamos a la pileta. — Dijo Julián sorprendiendome desde atrás mientras se sacaba la remera.

—Ahora voy. — Dije apretando la mandíbula mientras veía como el asqueroso ese se le acercaba a Eva.

—¿Qué hace ese pelotudo en mi casa? — Preguntó Julián sacándose los anteojos y rápidamente se acercó a donde estaban su hermana y el pibe ese.

Fui espectador hasta que me hartó de sólo verlo a la cara.

Eva's pov.

—¿Qué haces acá Santiago? — Pregunté con los brazos cruzados mientras con la mirada buscaba a Julián.

—¿Pensaste lo que hablamos? — Me reí en su cara, como si tuviera que pensar volver con él.

—Estás muy equivocado si pensaste en que yo voy a volver con vos. — Respondí firme ante mi decisión, está vez ninguna manipulación me haría cambiar de opinión.

Él se rio y me agarró del brazo con fuerza acercándome a él con brutalidad.

—Soltame me estás lastimando. — Dije con un gemido de dolor, intenté zafarme de su agarre pero era inútil.

—A mi no me dejas, ¿Escuchaste? — Apretó los dientes mientras me susurraba esas palabras en el oído.

Nunca pensé que Santiago pudiera llegar a la violencia física conmigo, hoy demostraba todo lo contrario y también me mostraba al monstruo que yo misma había creado cuando lo dejaba decirme todas esas cosas. Por suerte, Julián llegó a mi rescate pero estaba muy en pedo y no pudo hacer mucho, simplemente balbuceó unas palabras y con Santiago se empezaron a putear, pero nunca me soltó.

—Flaco, soltala porque te llevo en cuadraditos a tu casa. — Enzo se le acercó de tal forma violenta que me asustó, sabía que sería capaz de pegarle si lo dejaba.

—¿Por éste turrito me dejaste? — Se rio con sarcasmo y ahí fue cuando todo se fue a la mierda.

Enzo pegó la primera piña sin pensarlo dos veces, Santiago terminó en el piso y por fin me soltó de ese agarre, mi brazo estaba rojo y tenía la marca de sus dedos sobre mi piel.

—¡Enzo ya está! — Grité al ver que podría llegar a matarlo si lo dejaba, Santiago pegaba piñas al aire pero ninguna llegaba a Enzo. — Enzo, para por favor.

Dije en un sollozo, pareciera que fue instantáneo como se detuvo y se levantó de encima de Santiago, me miró y se acercó a mí pero salí corriendo a mi habitación asustada por la situación. Por alguna razón, este tipo de actos me causaban una sensación horrible y me asustaban de manera traumática, sabía que Santiago se metería que lo molieran a golpes pero nunca me imaginé a que fuera a pasar.

Enzo entró en mi habitación y cerró la puerta mientra sólo me agarraba el pelo por la desesperación que tenía.

—Eva, perdóname pero no lo aguantaba más. — Dijo arrepentido y se acercó a mí, extendió sus manos hacia mí y pude ver la sangre en sus nudillos, además de unos golpes.

—No es la forma Enzo, ¿Qué hacemos ahora? — Dije estresada, Santiago parecía no poder levantarse del piso antes de que subiera.

—Le damos un ticket gratis para que se vaya directo a la clínica. — Alzó los hombros con gracia y sonrió intentando devolverme el alma al cuerpo.

—No es gracioso. — Dije seria, iba a llamar a Julián pero posiblemente andaba en la suya en pedo. — ¿Y sí lo mataste?

—No lo mate... — Respondió restando importancia al asunto y alargando las palabras.

Bajé a confirmar si estaba todavía desplomado en el piso, pero simplemente estaba la sangre y huellas que indicaban que se había ido a su casa. Suspiré con alivio y volví a mi habitación en busca de Enzo, este estaba sentado en la punta de mi cama esperándome.

—De suerte no lo mataste, pero si lo dejaste en la guardia. — Dije suspirando y me acerqué a él que me miraba con una sonrisa. — No lo hagas más.

—Te lo juro. — Hizo el gesto con su dedo índice, caminé al baño en busca del botiquín.

Saqué una bolsita de gel, algodón y alcohol. Me acerqué a él y extendí mi mano para que me diera las suyas.

—Igual, ¿Qué quería? — Preguntó intentando no parecer muy obvio.

—Que volviera con él, pero ahora sé que hay un -0 de chances. — Él se rio ante mi comparación.

Pasé el algodón con alcohol por la mano que tenía tatuada, limpié sus nudillos y puse la bolsita de gel sobre estos. La mano libre de Enzo comenzó a escalar mi espalda mientras me acercaba más a él, tanto hasta terminar entre sus piernas acorralada. Bajé la mirada y limpié una pequeña herida que tenía en su labio inferior, sus dedos acariciaron mi cintura con tal lentitud que hicieron que mi piel se erize.

Utilizó la otra mano para correr el pelo de mi cara y pasarlo por atrás de mi oreja, me apretó más a él por la cintura y quedamos en una cercanía bastante peligrosa. Me dediqué a mirar sus ojos profundos, estábamos a oscuras y la única luz que entraba era desde la ventana lo que lo hacía más romántico. Mi respiración comenzó a agitarse y deseaba con mi alma que esos labios carnosos besaran los míos, me mordí el labio inferior esperando a que corte la cercanía entre ambos cuerpos.

Pero eso no volvió a pasar, porque Julián entró a la habitación con una botella de champán y miró toda la situación.

—¿Vos te querés chamuyar a mi hermana gil? — Preguntó con bronca pero se notaba que estaba re en pedo.

Ambos nos reímos y vimos como se fue de la habitación, aún así cortando la tensión que ambos habíamos sentido. Lo agarré de la mano y bajamos para seguir con la fiesta.



𝗦𝗜𝗡𝗚𝗟𝗘 | 𝙚𝙣𝙯𝙤 𝙛𝙚𝙧𝙣𝙖𝙣𝙙𝙚𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora