O27

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i love you so.

Eva's pov.

El sol golpeó en mi cara haciendo que me despertara, estaba abrazada al torso desnudo de Lisandro, me había dado frío anoche con mi top y él decidió entregarme su remera para cubrirme un poco. No recuerdo bien el momento en el que me quedé dormida en sus brazos, estábamos acostados mirando a las estrellas y hablando sobre nuestras vidas hasta que se volvió oscuro.

—Buen día. — La voz mañanera de Lisandro me despertó por completo y me abracé más a él con una sonrisa.

—Buen día. — Se acercó para dejar un pico en mis labios y estirar su cuerpo. — ¿Qué hora es?

—Las 9. — Volvió a cerrar los ojos al igual que yo y me apegó más a su cuerpo.

—¡El entrenamiento! — Me levanté de golpe asustandolo y este se puso de pie para buscar sus cosas con rapidez.

Nunca había notado lo trabajado que estaba Lisandro, me incliné hacia atrás observando su cuerpo al que el sol hacía iluminarse, este se dio cuenta de mi mirada y sonrió.

—Pensé que estabas apurada. — Se arrodilló y se acercó para darme un segundo beso, más duradero que el anterior.

—Sí, vamos que nos van a cagar a pedos. — Me separé de él y me saqué  su remera para entregársela.

Rápido, no metimos en su auto y él manejó hasta el plantel con apuro, estábamos en capilla y seguramente estaríamos sancionados después de faltar dos horas al entrenamiento. Por mi parte, me esperaba un castigo menor pero no sabía que podía pasar con Licha.

Llegamos y corrimos hacia donde estaba Scaloni con el cuerpo técnico, intentamos recuperar el aliento pero ya todas las miradas estaban en los dos. Me moría de la vergüenza que me vieran así, despeinada y sin arreglar, además de que era notorio que había pasado la noche con Licha.

—Mil disculpas, nos quedamos dormidos. — Hablé por los dos y Scaloni pareció no tener drama con ello.

Después de todo, era la primera vez que ambos llegábamos tarde y podía dejarlo pasar por esta vez, a lo que no tuve suerte fue al cruzarme con Enzo, estaba más serio de lo normal y no podía sacarnos la vista de encima. A Julián parecía no importarle mucho, sabía lo que pasaba y no tenía drama en lo que yo hiciera en mi vida, Lisandro era una de sus opciones del plantel así que no tenía problema en que yo saliera con él, aunque prefería mil veces a Enzo.

Corrí hacía mi oficina y me encerré allí apoyándome en la puerta con ansias de recuperar la respiración, no había corrido así en años y menos recordaba como mantener la calma en estas situaciones. Me mordí el labio inferior recordando la velada que tuve con Lisandro la noche anterior, no podía sacar de mi mente las palabras y su confesión pero, ¿Qué iba a hacer?, si por dentro sabía que aunque cometiera errores, Enzo seguiría en mi corazón.

Un tiempo pasó y eso me dio tiempo a estabilizarme, ordené algunas de las planillas que habían en mi escritorio, escuché que alguien tocó la puerta y me levanté a abrirla no esperando lo que había detrás de ella.

—Enzo. — Dije al verlo y él pasó sin siquiera esperar a que le dijera.

—¿Pasaste la noche con el Licha? — En cuestión de segundos se alteró, lo miré con sorpresa y decidí responder de la misma manera, sabiendo que no iba a terminar bien.

—¿Y vos? — Pregunté irónica y me acerqué a él. — ¿Pasaste la noche con Sofía?

Se quedó mudo, abrió los ojos con sorpresa ante mi pregunta a la que obviamente esperaba una respuesta.

—Eso no importa. — Dijo con una sonrisa nerviosa, cerré la puerta con fuerza antes de seguir acercándome.

—Sí que importa, porque venís y me haces una escenita teniendo a alguien más en tu cama. — Me crucé de brazo enojada y me quedé firme en mi lugar. — Enzo yo ya me cansé de todo esto.

—No puedo dejarla a Sofía, no tiene otro lugar para quedarse acá. — Alzó los hombros intentando mostrar su inocencia.

—Entonces no me jodas más. — Reté con un semblante serio y abrí la puerta expresando con gestos que se fuera.

Parecía que se iba a marchar pero antes se paró frente a mí y me miró a los ojos con enojo. Me intimidó pero no bajaría la mirada ante tal tomada de pelo.

—No entiendo qué te pasa últimamente. — Dijo con confusión.

—No me pasa nada. — Un nudo se presentó en mi garganta, tan fuerte que está vez no evitaría que las lágrimas se salieran. — Como no pasa nada que vengas borracho y me beses, como no pasa que me hagas una escenita de celos, como no pasa nada que te garches a tu novia después de decirme que me queres. — Comencé a empujarlo con bronca y con las manos en su pecho, intenté  echarlo de esa manera pero la bronca se apoderó de mi.

—¡Pará!

—¡Pará vos conmigo! — Grité dejando salir esas lágrimas que eran una amenaza antes. — ¿Por qué me haces esto a mí?, no me parece justo.

—Eva... — Intentó agarrarme pero con brutalidad me solté.

—No me toques. — Mi voz ya se había quebrado y mis mejillas estaban empapadas. — Dijiste que nunca me ibas a lastimar, decís que querés estar conmigo pero después te vas con ella y yo no me voy a dejar boludear otra vez Enzo.

—Yo nunca te boludee. — Dijo con los ojos rojos, al parecer no era la única a la que le dolía la situación.

—Sí no te la vas a jugar, déjame hacer mi vida tranquila. — Mi respiración se entrecortaba, sentía que me estaba por dar un ataque de ansiedad y angustia en cualquier momento. — Sos un egoísta Enzo, querés estar conmigo y con Sofía a la vez, y si, estuve mal en abandonarte e irme con Julián, pero tampoco me merezco que me boludees de esta manera.

—Eva, la verdad es que... — Lo interrumpí antes de que pudiera hablar.

—¿Sabes por qué nunca vamos a poder estar juntos? — Agaché la cabeza intentando respirar. — Porque siempre estamos peleando, si no es por Sofía es por Lisandro y yo no quiero vivir así. — Mantuve la mirada firme en la suya, sus lágrimas me hacían débil pero debía fingir que no me afectaban. — Yo te amo Enzo, te voy a amar siempre pero creo que por ahora quiero probar otra cosa. A lo mejor, — Pausé viendo por la ventana a Lisandro mientras entrenaba. — me enamoro de Lisandro como me enamoré de vos.

Enzo no podía creer lo que le estaba diciendo, se le notaba en sus ojos y sentía que me arrepentiria más tarde, no dijo nada más, apretó sus labios asintiendo con la cabeza y se fue, cerré la puerta y me deslicé en ella hasta el suelo, escondí mi cara en mis rodillas, lloré como si el mundo se me terminará.

Era una catarata de emociones, la ira y la tristeza, verlo marcharse por el pasillo me dejó con una punzada en el pecho, como si me hubieran clavado una daga que no se podría sacar con nada. El amor puede ser tan lindo pero a la vez es letal y la peor muerte es morir de amor.

La mayor tristeza que puede crearse es la que te trae el amor. Dejar ir a alguien es difícil, tanto que uno intenta aferrarse a esa persona, pero cuanto más te aferras, más se escapan.

Mi corazón murió el día en el que dejé ir a Enzo por segunda vez.

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Recomendación: Escuchar las canciones que están arriba del capítulo.

¿Les gustaría una playlist de la historia?

𝗦𝗜𝗡𝗚𝗟𝗘 | 𝙚𝙣𝙯𝙤 𝙛𝙚𝙧𝙣𝙖𝙣𝙙𝙚𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora