O40

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odio que no te odio.

Lisandro's pov.

flashback

—Quiero estar con vos Eva. — Dije mirándola a los ojos y viendo como ella se había quedado sin palabras.

La besé sin permitir que pudiera contestar a lo que había dicho, sabía que quizás yo no pasaba en su mente como lo hacía Enzo, capaz yo no la tenía a mis pies como él lo hacía pero sentía que ese beso la haría sentir aunque sea un mínimo gramo de amor por mí. Me gustaba Eva desde hacia ya bastante tiempo, sabía que ella seguía enamorada de Enzo entonces intenté negarme a sentir algo por ella.

Me separé de ella viendola brillar debajo de la luz de la luna, todo la hacía ver más perfecta de lo que era.

—Eeeh, Licha yo... — Dijo mientras se reía un poco nerviosa.

—No hace falta que respondas ahora, quiero que te tomes un tiempo. — Acaricié su mejilla y corrí un mechón de su pelo dorado atrás de su oreja.

Sus ojos marrones brillaban bajo la luna, me sentía más enamorado que nunca después de ese beso, un beso letal que pronto me lo cobraría y no sabía como. Era un ángel, no había otra manera de explicar su personalidad o como era ella, nada sería igual si ella se iba de mí vida.

Jamás había caído tan profundo por alguien, dejé que entrará y se adueñara de mí corazón, no importaba que luego no me eligiera, sino que ella se quedaría con mi corazón por el resto de mi vida. Le di mi remera para que no tuviera tanto frío y recostó su cabeza en mi pecho bajo el cielo azul. No recuerdo cuantas horas me quedé mirándola dormir y acariciando cada parte de su cara, pero finalmente caí rendido por el cansancio.

fin del flashback

Quedaba una noche para la final y yo todavía no podía sacarme ese recuerdo de la cabeza, una persona como Eva no era pasajera en la vida de nadie. Debía admitir que me dolía demasiado el pecho al verla junto a Enzo y Olivia, como si ya fueran una familia de toda la vida, tendría que verla feliz desde la lejanía porque ella no me eligió a mí.

Todas las noches, Cristian hace el mismo intento por hacerme conocer a una nueva mina que me cambie la vida como lo hizo ella, pero ninguna se le compara. Eva era de esas chicas que parecen clavarse en tu corazón y no poder arrancartela con nada.

Que rabia que me da el amor.

Ahora recordaba la razón por la que no me enamoraba. Tenía la música a nivel 100 en mis auriculares y miraba al techo, las lágrimas se escurrian por los costados de mis ojos sin poder parar. Voy a arrancarmelo, repetía en mi cabeza con miedo a no poder odiar a Eva en algún momento de mí vida, las canciones de amor parecían estar dedicadas a ella y sentía que no habría forma de odiar a una persona como ella.

¿Cómo te arrancas a una persona del corazón?, un paso en falso nos lleva al fondo del pozo.

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Enzo's pov.

Nos tocaba entrenamiento a la noche, Eva estuvo todo el día sintiéndose mal y vomitando por todos lados, pensaba que era por los nervios del partido, yo estaría de igual manera que ella si estuviera en su lugar. Me despedí de Olivia y ella que ya estaban durmiendo, les di un beso en la frente a cada una y salí sin hacer mucho ruido.

Mañana sería la final y todos estábamos con el corazón en la boca, tenía por seguro que íbamos a ganar, sentía una seguridad bastante fuerte que me decía que no era momento de rendirse, que nosotros podíamos. Antes de llegar a la habitación de Paulo, me detuve en la del Cuti y el Licha, se escuchaba una discusión dentro y decidí que hoy se terminaría la rivalidad que tenía con él. 

—¡Dale boludo, mañana es la final, levantate! — Gritó El Cuti y abrí la puerta encontrando a Lisandro acostado en la cama todavía.

—Me dejas con el Licha, por fa. — Dije haciendo que él se sentará en la cama y El Cuti se fue de la habitación sin antes dar un portazo del enojo.

—No voy a ir a entrenar. — Se negó antes de que pudiera insistirle y se tapó la cara con la almohada.

—¿Mi maestro no me va a mostrar como pelearla hasta el final? — Dije mientras me sentaba a los pies de la cama, tenía los ojos hinchados y parecía que había llorado por mucho tiempo.

—No es fácil, Enzo.

Sabía que estaba así por Eva, después del partido con Croacia los había visto hablar y parecía que las cosas no habían quedado de la mejor manera. Dejé mi bolso en el piso y me mantuve en silencio por un momento buscando las palabras correctas e intentar de que fuera al entrenamiento.

—Macho, a mi me rompieron el corazón un millón de veces. — Conté mientras él se sentaba en la cama para escucharme. — Dos de esas veces fue Eva, pero nunca me rendí en ningún sentido. — Agachó la cabeza y noté su dolor haciéndome sentir un poco culpable. — Yo sé que la amas al igual que yo, pero creo que es momento de dejarla ir.

—Intenté de todo pero, odiarla no puedo. — Volvió a sollozar mientras se secaba con rapidez sus lágrimas.

—Nadie puede odiarla. — Sonreí mirando a un punto fijo en la habitación. — A lo mejor, un tiempo para vos te podría ayudar, hermano.

Asintió y secó sus mejillas bruscamente, se levantó de la cama finalmente decidido a entrenar para el día siguiente. Lo abracé por los hombros con una sonrisa y lo agité un poco para echarle ganas.

—¡Vamos que mañana ganamos! — Le dije mostrándole todo lo que me enseñó en todo este tiempo.

Lisandro era una persona llena de alegría y a lo mejor merecía a una chica que fuera como Eva, me dolía un poco que ambos la amemos de la misma manera porque en cierto punto, quería que Eva fuera sólo mía. Llegamos a la cancha de entrenamiento y a Julián se le cayó la mandíbula al vernos juntos, todo el plantel sabía de la pequeña novela que habíamos protagonizado y por eso les parecía raro vernos juntos.

—¡Pongan un poco de música, che! — Dijo El Dibu mientras se acercaba a nosotros recibiendonos para empezar. — ¡Dale, dale que esto no es un velorio, mañana se juega una final!

—¿Qué onda con el Licha? — Julián me agarró del brazo y su modo chusma se salió.

—Creo que arreglamos las cosas. — Me reí de él y este todavía no podía creer mis palabras, sonrió a la par mía y fuimos a entrenar juntos.

Sentía como si liberará un peso menos después de hablar con el Licha, las cosas habían quedado muy tensas desde esa fiesta y nunca quise mantener un diálogo con él por el enojó que sentía. Capaz necesitaba un tiempo para pensar las cosas en frío y sentir un poco de empatía con él.

—¡Vamos, vamos muchachos! — Aplaudió Otamendi para alentarnos. — ¡A meterle garra, dale!

Mañana nos esperaba un día bastante agitado.

𝗦𝗜𝗡𝗚𝗟𝗘 | 𝙚𝙣𝙯𝙤 𝙛𝙚𝙧𝙣𝙖𝙣𝙙𝙚𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora