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Enzo's pov.


Creo que no podía pedir nada más en este momento, estaba caminando de la mano con la mujer más linda que había pisado el mundo, estaba hermosa y juraba no poder sacar mis ojos de ella, todo en ella resaltaba y las miradas se desviaban hacía donde ella estaba. Pero la preocupación llegó en cuestión de segundos, Benfica estaba listo para firmar conmigo.

Todo eso significaba mudarme a Portugal para empezar con todos los entrenamientos, lo que implicaba que tendría que alejarme de Eva sin quererlo. Buscaba el momento para decírselo pero todo avanzaba tan bien, necesitaba posponerlo como pudiera y gracias al cielo, me dieron un mes más para firmar.

Tenía pensado proponerle venirse conmigo y Olivia a Lisboa, ella tendría una vida juntos a nosotros y nada le faltaría, no encontraba las palabras indicadas para decirle una noticia como lo era esta, lo que también me preocupaba era la distancia que ella tendría con Julián. Ambos son muy importantes para el otro, separarla de su hermano sería un pecado y me iría con un ticket gratis al infierno por hacer eso, sabía que no era lo mismo las visitas cada tanto que poder verlo seguido, como ella estaba acostumbrada.

—Eva, tengo que decirte algo importante... — Dije con la mirada en el piso mientras seguíamos caminando.

Sentía sus ojos sobre mí, me causaba conflicto no poder mirarla a los ojos para decirle todo lo que debía, tuve el valor de levantar la mirada y fijar mis ojos en los de ella. Me quedé en silencio buscando las palabras, me empecé a tocar los labios con mis dedos en forma de nerviosismo y sin poder hacer que mi boca hable.

—¿Pasó algo? — Preguntó sacándome de lugar con su suave voz.

—¿Te dije que sos un bombonazo? —  Y le dije lo primero que mi cabeza pudo crear.

Ella se rio ante mi humilde chamuyo, su sonora risa me contagió una sonrisa a lo que ella me quedó mirando. Al parecer ya sabía su punto débil, se sonrojó y negó con la cabeza varias veces en forma de gracia. No pude decirle, capaz tenía que aguantar un poco más.

—La verdad que sos terrible, eh. — Dijo colorada y mirando adelante evitando mi vista fija en ella.

—Terrible bombón para vos. — Dije con una sonrisa cuando por dentro me moría por escucharla reírse otra vez. — Si te encanta que te diga esas grasadas.

—¡Ay, cállate! — Gritó entre risas dándome un golpe no tan fuerte en mi brazo derecho.

Antes de decirle algo debería estar seguro de que ella también quiere algo serio conmigo.

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Eva's pov.

Llegamos a la fiesta después de un camino lleno de risas y chamuyos, es lo único que se consigue al lado de Enzo. La playa estaba iluminada con pequeños focos y habían mesas llenas de alcohol, me sorprendía la cantidad de adolescentes borrachos que nos rodeaban aunque me sentía segura al lado de Enzo.

Una canción en específico comenzó a sonar y caminé al centro de la ronda que había, le hice señas a Enzo con una sonrisa para que bailara conmigo. "Baila Morena" sonaba a todo volumen que se mezclaba con él sonido de las olas que chocaban con la orilla.

—Mira que yo soy horrible bailando, Eva. — Gritó debido a la música, yo hice como que no escuché nada y pusé sus manos en mi cintura.

—Relajá. — Apreté un poco sus brazos y bíceps sintiendo lo en forma que estaba.

Le sonreí mientras movía mi cintura para que él se guiará, me acerqué más a él y choqué nuestros cuerpos, con el ritmo de la música todo fue fluyendo y las manos de Enzo hicieron su magia deslizándose a los costados de mis caderas, como si las manejará con estas. Podía sentir su respiración en mi cuello y en un momento, unió nuestras frentes para mirarnos de cerca y después se acercó a mí oído para susurrar.

—Vamos a otro lado. — Me reí ante ese comentario y asentí con una sonrisa.

Ya no me sorprendía que Enzo me viviera chamuyando, él sabía que era lindo y lo utilizaba a su favor para decir las cosas que salían de su boca. Me agarró de la mano y nos alejamos de la joda, poco a poco se escuchaba menos la música y llevó a una parte a oscuras justo enfrente del mar.

Nos podíamos ver a penas, la luz de la luna nos dejaba ver un poco la casa del otro, Enzo acarició mi mejilla y me plantó un pico en los labios dejándome sorprendida.

—Ya sé que soy medio bruto para hablar pero, — Pausó mientras me miraba con una sonrisa, corrió un mechón de mi pelo atrás de mi oreja y prosiguió: — me gustaría comerte la boca abajo de la luna y enfrente del mar.

Quise aguantarme la risa por el comentario tan brusco que salió de su boca pero me era imposible, con Enzo nunca se podía ser serio. Él se rio de la misma manera pero al parecer lo decía bastante en serio, aunque no esperaba que me lo dijera de esa manera, así brutalmente me había encantado, en su voz hasta la palabra más asquerosa sonaba bien.

—Posta que sos un nabo. — Mordí mi labio en una sonrisa y pasé mis brazos por su cuello.

Sus manos se posicionaron en mi cintura con un lijero apriete que me apegó a su cuerpo, podía sentir cada parte de su pecho con sólo pegar mi cuerpo al suyo. Enzo tenía un cuerpo bastante trabajado y me tentaba el tacto de este con él mío.

Mi vista se concentró en sus tatuajes, precisamente en el de su pecho que me dejaba loca de sólo verlo, no entendía como un simple tatuaje podía atraerme tanto. Enzo levantó mi mentón y con una sonrisa se acercó a mí boca para rozar nuestros labios con lentitud.

Lo demás es historia dirían algunos, pero sus manos acariciaron mi espalda descubierta delineando mi columna con sus dedos, sus labios se movían de una manera tan lenta y satisfactoria, se volvió intenso entre ambos que una mordida de parte de Enzo se hizo presente, este capturó mi labio inferior y aprovechó para apretujarme más a él.

Enzo con un sólo tacto me volvía una persona diferente, mis manos se deslizaban por su cuello en una caricia y cuando puso su mano en mi mejilla mi piel se erizó, aunque nos quedábamos sin aire, ninguno tenía la intención de separarse. Nuestros labios estaban unidos como si fuera nuestro último beso, tenía esa sensación y ese sentimiento, lo disfrutábamos como si fuera el último.

Nos separamos por que la falta de aire nos jugaba en contra, deseaba que el aire no fuera necesario para continuar con el beso que parecía perfecto para los dos.

—Me gustas mucho, rubia.

Sus ojos brillaron y en ese momento comprendí el dicho de su mamá, era un brillo único y muy sincero que hacía que mi corazón se agitara. Sonreí y volví a besarlo parandome de puntitas para llegar a su altura.

Al parecer, me salía por los poros lo cuanto me encantaba Enzo.

𝗦𝗜𝗡𝗚𝗟𝗘 | 𝙚𝙣𝙯𝙤 𝙛𝙚𝙧𝙣𝙖𝙣𝙙𝙚𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora