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Eva's pov.

Había pasado una semana desde la broma que le hicimos a Santiago, todavía en el barrio se escucha como hablan de "El pajero del barrio". Juli se tomó un par de días para descansar y después empezar con los entrenamientos con la selección.

—Te tengo una sorpresa. — Enzo entró en mi habitación con una sonrisa gigante y se acercó a mí. — Pero vas a tener que venir conmigo ahora.

—¿Ahora?, pero estoy en pijama. — Dije mirándome a mi misma y él se rio ante mi cara de disgusto.

—Bueno, cambiate que te espero. — Cerró la puerta y se fue, busqué algo en específico para ponerme y me cambié.

Me parecía raro que a éstas horas me hiciera salir de la casa, eran las once de la noche y Julián ya estaba durmiendo en su habitación. Agarré mi celular y bajé para encontrarme con un Enzo perfumado, bien cambiado y con una sonrisa que iluminaba toda la ciudad. Me extendió su mano y la agarré con gusto, me tapó los ojos con una bandana y me guío con su mano.

—¿A dónde vamos? — Pregunté con intriga y un poco de miedo.

—Es sorpresa. — Respondió en mi oído haciendo que mi piel se erizara en cuestión de segundos.

Sus manos se deslizaban por mis brazos mientras me guiaba hasta el lugar, no parecía tan lejos por lo cual no me preocupé mucho. Al llegar al lugar, Enzo se paró detrás de mí y apoyó su mentón en mi hombro haciendo que mi cuerpo temblase en ese momento, con una mano me destapó los ojos y estos se llenaron de brillo al ver la sorpresa.

—¡Una casita del árbol! — Grité con emoción y me lancé a abrazarlo.

—El Juli me dijo que querías poner una en el patio y se me ocurrió comprarte lo que querías. — Sonrió sin decir nada más, mi corazón comenzó a latir a mil por hora.

—Gracias, gracias. — Lo volví a abrazar con emoción y él me separó un poco. — Podemos venir con Oli y merendar ahí.

—Igual esto tiene un precio. — Dijo señalando a la casita, lo miré confusa y esperé a que terminará de hablar. — Ahora me debes un beso.

Abrí mis ojos con sorpresa, él sonrió y centró sus ojos en los míos, como siempre dejándome sin palabras. Sus manos se apoderaron de mi cintura y se acercó lentamente, pegando su cuerpo con el mío. Me llamaba la atención el atrevimiento de Enzo con todo esto, las cosas con él eran tan espontáneas que nunca sabías que podía llegar a pasar con él.

Me mordí el labios mirándolo y esperando ese beso que hace rato nos estaba quemando en la boca, no esperábamos interrupciones y está vez se daría, no había marcha atrás y ahora si estaba segura de que me gustaba Enzo Fernández, el padre soltero que tocó a la puerta una madrugada en la casa de mi hermano.

—¡Compraste una casita del árbol! — Julián corrió rodeando la pileta y se abalanzó sobre Enzo quién bufaba por que nuevamente había arruinado su oportunidad.

Me reí ante la emoción de Julián y alcé los hombros para Enzo que me miraba con el ceño fruncido. Julián se subió a la casita antes de que yo pudiera hacerlo y comenzó a investigar cada parte como si fuera suya.

—¡Boluda! — Gritó desde el pequeño balcón de la casita. — ¡Tiene hasta cocinita!

—¡Bájate de ahí! — Gritó Enzo con enojo a lo que Julián hizo caso.

𝗦𝗜𝗡𝗚𝗟𝗘 | 𝙚𝙣𝙯𝙤 𝙛𝙚𝙧𝙣𝙖𝙣𝙙𝙚𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora