O19

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Eva's pov.

Enzo había preparado una cena para los dos a solas, estaba nerviosa por alguna razón y sólo podía comer de la ansiedad, el futuro nos preparaba lo mejor a ambos sin saberlo en ese momento. Disfruté cada momento a su lado y las charlas que teníamos en medio de la comida, fluian de una manera tan rara por la personalidad de cada uno, chocaban y se volvían una en cuestión de dos palabras.

—Entonces, ¿Ahora estas estudiando para kinesiologa? — Preguntó Enzo sirviéndose otra copa de vino blanco.

—Sí, ya voy por mi segundo año. — Sonreí y vi como sirvió más vino en mi copa.

—Cuando termines la carrera podes ser mi kinesiologa privada. — Alzó las cejas junto con una sonrisa divertida, negué divertida al ver cada gesto que hacía.

No había dado cuenta de lo tan enamorada que estaba de Enzo hasta este día, no entendía como habíamos llegado tan lejos en tan poco tiempo. No tenía seguro que iba a ser en un par de semanas, sólo estaba segura de que iba a seguir amandolo como lo hago en este preciso momento. Él y Olivia, al igual que Julián, me habían devuelto la vida sin necesidad de pedírselos, con eso estoy totalmente agradecida con ellos.

—Justo tengo un dolor acá atrás en el hombro. — Se tocó con un gesto de molestia el hombro, obviamente era mentira y sólo quería que vaya hasta él. — Mi futura kinesiologa podría ayudarme... — Lo miré sabiendo todas sus intenciones.

Enzo hizo un puchero no intencional, sus ojos me capturaron y decidí sólo hacerlo por él, además por él momento que estábamos viviendo. Me acerqué a él y deslicé mis manos por su espalda sobre la camisa negra pegada al cuerpo que tenía puesta, seguramente tenía ese dolor por llevar a Oli todo el tiempo a upa, sólo masajee esa parte con los movimientos que me habían enseñado en mi última clase y este soltó varios suspiros sintiendo alivio.

Cuando me separé dispuesta a volver a mi silla, Enzo me agarró de la muñeca y me sentó en sus piernas con rapidez. Me miró fijamente a los ojos y pasó un mechón de mi pelo por detrás de mí oreja, suspiré inconscientemente por como se habían acelerado mis latidos al tenerlo tan cerca nuevamente.

—Estoy tan boludo por vos. — Dijo con seriedad, sabía que era bruto para decir cosas lindas así que lo tomé como un chamuyo.

Me reí bajo y sentí como sus manos se apoderaron de mi cintura, se acercó a mis labios y los besó con intensidad haciendo que estos se movieran a la par de los suyos. Por alguna razón, sentía a donde llevaba todo esto y decidí dejar que pasará como estaba planeado. Sus manos bajaron a mis caderas mientras las apretaba con suavidad, nuestros labios seguían unidos y no había manera de separarlos, sus manos siguieron bajando a mis muslos y repitió nuevamente el apriete dejando que un suspiro saliera de mi boca.

Con su otra mano acariciaba mi espalda que estaba descubierta, delineó mi columna con su dedo medio. No había cosa de Enzo que no me volviera loca, cuando lo vi al bajar no podía creer como un hombre así quería estar conmigo. Llevaba una camisa negra pegada al cuerpo y arremangada dejando a la vista sus tatuajes junto a unos pantalones del mismo color. Tenía un poco de barba crecida y con mi manos la acaricié sintiendo como está raspaba en mi palma. 

Sus labios bajaron a mi cuello con lentitud causando que mi piel se erizara, eran tan suaves sus besos que dejaba algún que otro suspiro se saliera. Sus manos viajaban por mi cuerpo y poco a poco bajó el cierre de mi vestido además de las mangas de este. Siguió con sus besos por mis hombros hasta pasar por mi espalda, sentía como su barba raspaba mi piel que por alguna razón me causaba más placer que dolor.

𝗦𝗜𝗡𝗚𝗟𝗘 | 𝙚𝙣𝙯𝙤 𝙛𝙚𝙧𝙣𝙖𝙣𝙙𝙚𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora