Capítulo 3
Nadir
Después del rechazó de Florencia anduve sin rumbo fijo, no me pregunten cuánto tiempo caminé porque sinceramente no lo sé. Lo único que recuerdo es que cuando reaccioné estaba ya muy lejos de mi casa, lo cual no era tan malo puesto que no tenía ganas de hablar con nadie, ni tampoco ver a nadie.
Por alguna razón se vino a mi mente la imagen de mi padre. "En días así desearía que aún estés conmigo" me dije a mi mismo y recordando su cálida compañía cuando no me encontraba bien.
Tantas emociones fueron demasiado y ya no pude retener las lágrimas.
* * *
Miré al cielo el sol se había ocultado para darle paso a un enorme luna llena. A pesar de que aún no tenía verdaderas intenciones de regresar a mi casa, el frio de la noche me obligó a hacerlo. Pasadas las nueve finalmente llegué. Comencé a subir las escaleras para ir mi habitación y a medio camino mi madre me detuvo llamándome.
-¡Hijo! estaba preocupada, ¿dónde estabas?
-Ya te dije, tenía cosas que hacer –respondí dándole la espalda y bajando la cabeza.
-Te llamé varias veces.
-Me quedé sin batería -mentí.
-De acuerdo –no pareció conformarse con esa respuesta, pero aun así no insistió -. Wendy vino hoy, estaba preocupada por vos, le dije que la llamarías cuando llegues.
-Mañana la veo en la escuela.
-Estaba preocupada.
-Ya esta tarde.
-Pero...
-¡Mañana! –levanté la voz involuntariamente –. Lo siento –me disculpé por el exabrupto -. Me voy a dormir.
-¿No vas a comer?
-No, no tengo hambre.
-¿Qué es lo que sucedió? –preguntó angustiada.
-Estoy bien, ma. Sólo... solo necesito descansar eso es todo, me voy a dormir.
Dicho esto, seguí camino a la habitación y al entrar me desplomé en la cama. La tristeza no desaparecía, al contrario el dolor iba creciendo a cada minuto. Me levanté y me dirigí a la ventana y desde allí me quedé varios minutos contemplando el cielo estrellado. Una de las frases que dijo Florencia seguía sonando en mi cabeza y retumbaba como un eco insoportable: "no sos la clase de persona que me gusta", "no sos la clase de persona que me gusta".
-Desearía poder serlo –exclamé en voz baja.
En ese momento surcó en el cielo una estrella fugaz, sin dudarlo un segundo repetí mi deseo en voz alta.
-Desearía ser la clase de persona que le gusta a Florencia -pedí.
No es que realmente tuviera esperanzas de que existiera algún tipo de magia en estas estrellas, simplemente lo hice como un acto involuntario. Vi mi reflejo de cuerpo entero en el espejo. La imagen que me devolvía la odiaba, aunque no sabía que era lo que debía odiar, no sabía que era lo malo en mí que hizo que Florencia me rechazara.
Me acosté en la cama, la angustia volvió a apoderarse de mí. Intenté no llorar repitiéndome a mí mismo mi mágica y patética frase "soy un hombre", "soy un hombre". Al fin el cansancio me alcanzó y caí en un profundo sueño. Aunque no descansé realmente, pesadillas con los acontecimientos del día me atormentaron.
Al día siguiente cuando el reloj despertador marcó las siete menos diez comenzó a hacer ese horrible sonido que marcaba el inicio del día o al menos el momento en que comenzaba para mí. Atientas lo busqué con la mano y cuando lo encontré lo apagué, me di media vuelta y me volví a tapar hasta la cabeza. No tenía fuerzas para levantarme, no tenía fuerzas para ir a la escuela, no tenía fuerzas para enfrentar a Florencia, simplemente no tenía fuerzas.
"Quizás pueda fingir estar enfermo y no ir" me dije a mi mismo. "No es una mala idea".
Pero luego cambié de opinión, tarde o temprano debía enfrentar a Florencia y lo mejor parecía hacerlo lo antes posible. Para facilitarme las cosas podía ignorarla o hacer de cuentas que nada había sucedido. Creía era lo mejor, parecer fuerte e indiferente a la situación, aunque claro solo sería una pantalla porque internamente el dolor seguiría siendo el mismo o peor.
Una vez más intenté tomar fuerzas para salir de la cama que a esa altura se había encaprichado en no soltarme. La imagen de Florencia se hizo presente de nuevo en mi mente.
-Ya basta –dije tirándome de los pelos.
Me destapé arrojando las sabanas y las frazadas bien lejos de modo que no me volvieran a capturar.
-Soy un hombre –me dije.
Me senté en la cama.
-Soy un hombre –repetí.
Me puse en pie.
-Soy un hombre.
Me paré frente al espejo con la cabeza agachas.
-Soy...
Levanté la cabeza y me miré.
-... una chica –exclamé sorprendido al ver la imagen que me devolvía el espejo.
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Maia mia
RomanceDespués de un rechazo amoroso, Nadir se encuentra devastado. Pero como si eso no fuera suficiente, se despierta una mañana transformado en mujer. Mientras intenta recuperar su cuerpo se afronta a un mundo desconocido. Pero ¿qué sucedería si en esa f...