Capítulo 11

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Capítulo 11

Maia

Si haberme dormido una noche como varón y despertarme al otro día como mujer era una situación muy difícil, hasta ahora lograba sobrellevarla gracias a mi mamá, a Ulises y por supuesto Wendy. Ellos tres eran de momento en el trípode en el que lograba apoyarme y seguir adelante. Pensé que terminado el primer día lo más difícil ya había trascurrido. Pero estaba equivocado, muy equivocado, lo difícil ni siquiera había comenzado.

Wendy era de esas personas que decían lo que pensaban, sin filtros. Por ello, ya en mi casa, sugería que en tanto estuviera en aquella forma intentara adoptar algunos gestos femeninos.

–Podes imaginarte mi respuesta ¿no? –exclamé mientras me sacaba el corpiño y se lo devolvía.

–Nad, todo el mundo sabe que tu madre tiene un varón, si alguien te ve ¿qué crees que va a pensar? Hay que engañar a las personas hasta que encontremos la forma de que vuelvas a la normalidad. Otra cosa tu aspecto.

–¿Qué pasa con él?

–Hay que cambiarlo, mejorarlo un poco.

–¿Qué? ¿Para qué?

–Para hacerlo más femenino y que los que te conocen, no te reconozcan.

Intenté responder algo, sin embargo, me fue imposible. Me oponía a todo lo que decía, pero muy en mi interior sabía que tenía razón.

–Bien –acepté al fin resignado y a regañadientes –. Empecemos por lo más difícil ¿qué cosas tengo que aprender?

–Como primera cosa a sentarte.

–¿Qué tiene de malo la forma en la que lo hago?

–Simple, que aún lo haces como hombre. Mirate tenés todas las piernas abiertas, las mujeres nos sentamos con las piernas juntas, para no mostrar nada.

–Pensé que lo hacían cuando estaban con polleras.

–Lo hacemos siempre –respondió juntando mis piernas.

–Bien, ¿qué más?

–Tus gestos y tus formas de moverte tienen que ser más... delicadas.

–¿Cómo qué?

–¡¡¡Como por ejemplo dejar de escarbarte la nariz adelante mío!!! Pero eso no lo debes hacer ni como mujer, ni como hombre.

Lo que siguió de la tarde, fue un tedioso día de prácticas: sentarse, pararse, caminar, moverme, intentar imitar gestos de Wendy. No fue fácil, pero creo que después de un buen rato de ensayos había logrado mejorar bastante, no sé si a un punto aceptable, pero si había mejorado.

–Bien supongo, que está bien por hoy –exclamó mi amiga tomándose la cabeza y viéndose más exhausta que yo –. El lunes voy a llevarte a la peluquería que yo voy, así te cambian el look.

–De acuerdo.

–Ya me tengo que ir. Nos vemos mañana.

La acompañé hasta la puerta y allí se despidió con una gran sonrisa. En ese momento hubiera deseado decirle lo importante que había sido su apoyo desde el primer momento, lo feliz que estaba de haberla conocido y de que sea mi amiga. Pero no pude, nunca fui bueno con las palabras. Dejé que se marchara después de besarme en la mejilla.

* * *

El lunes había llegado, sonreí al verme en el espejo y éste mostrarme la misma imagen desde hacía dos días. La sonrisa no era de alegría, sino de sarcasmo, ya que pensaba que para esa altura estaría en mi estado normal.

Maia miaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora