Capítulo 14

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Capítulo 14

Maia

Después de que el timbre, que marcaba la entrada, sonó, tuve que pararme al frente del curso para que me presentaran. No fue necesario fingir nerviosismo porque lo estaba. Nadie pareció percatarse de mi verdadera identidad.

Escuché un sinfín de murmullos. Aparentemente los varones me encontraban atractiva, mientras que la opinión de las mujeres parecía dividirse. Las más "populares" me miraban como poca cosa y tal vez con algo de recelo, había otras que parecían indiferentes, por último, había aquellas que les pareció agradable tener una nueva compañera y estaban a las expectativas de ver mi forma de ser.

¿Quieren saber en cuál de todos esos grupos estaba Florencia? No lo sé, porque simplemente no tuve el valor para mirarla.

Hechas las presentaciones tomé asiento en un banco y las clases comenzaron. Todo era tal cual lo recordaba, el que hace las bromas al profesor, el sabelotodo, el distraído, los charlatanes, todo igual, todo excepto yo. Trataba de actuar como otra persona, abandonar hábitos o costumbres que me delataran.

De reojo miraba a mis compañeros. Los comportamientos antes descriptos se repetían. Mario un sujeto de pocas luces, pero por alguna razón atractivo para las mujeres, no paraba de mirarme y sonreírme libidinosamente, eventualmente pasaba la lengua por sus labios y la movía de un lado a otro.

Me tomé la cabeza recordando las veces que ese sujeto me hizo pasar malos momentos, tempos en que era Nadir. Ahora era distinto, mis encantos femeninos parecían atraerlo.

Varias veces también eché unas miradas a Florencia, ella parecía hacer conmigo, lo que yo hacía con Mario, ignorarme. Es como si simplemente no estuviera allí. Aunque no era una sorpresa, no había sido nadie para ella cuando era hombre, como mujer lo era todavía menos.

En el recreo, tal cual lo habíamos pactado de antemano, solo hablaba con Wendy mientras fingía no conocer a nadie más. En algunas ocasiones algunos chicos de mi curso se me acercaron, con el pretexto de que les recordara mi nombre o algún otro dato tonto. Me costaba actuar de forma femenina o fingir que me interesaba los temas de conversación que me planteaban. Era incomodó, muchos de esos chicos eran amigos míos, con los que más de una ocasión pasamos horas hablando de fútbol o de mujeres y como conquistar una. Ahora usaban esas estrategias conmigo. A pesar de que Wendy no se me despegaba, y varias veces espantó a unos cuantos, no paraban de acercárseme. Sentí cierto alivio cuando el timbre, que indicaba el retorno a clases, sonó.

–¿Tan buena estoy? –pregunté por lo bajo a mi amiga mientras subíamos la escalera.

–Bueno la verdad es que los chicos de nuestro curso siempre fueron medios pajeros. Pero para serte sincera: sí, estás fuerte. Casi que me calentas a mí también, ja, ja, ja.

–Sí, muy graciosa.

–Deja de tironearte de la pollera.

–Es que es muy corta y creo que los pibes de atrás me están viendo todo el culo.

–¿No te pusiste shorts?

–No ¿para qué?

–¿Para qué va a ser? Para que no se te vea la bombacha.

–No, no sabía.

–¡Ayy! Maia, Maia. No podés culpar a los chicos entonces por mirarte mientras subimos las escaleras.

–Claro que puedo, son unos degenerados ¿Ustedes toleran esto todos los días?

–Y a toda hora, primita –me dijo abrazándome en forma amistosa.

Maia miaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora