Capítulo 9 (3ra parte)

186 14 4
                                    

Capítulo 9

Ulises

Había ido a la casa de mi amigo, pero después de verlo con el ceño fruncido y expresión de preocupación, imaginé que salir a caminar le ayudaría a reflexionar y sobre todo tener el valor para tomar las decisiones a las que inevitablemente se tendría que enfrentar.

Afuera el aire frío del otoño nos envolvió, la calle estaba desierta de personas.

–¿Vos lo sabías? –me preguntó mientras caminábamos por la calle.

–Por supuesto que sí, era muy obvio. Eras el único que no se daba cuenta, y por ello Wendy sufría.

–Fui un tonto desconsiderado –Se tomó la cabeza.

–De nada sirve lamentarse. Pero no deja de ser sorprendente.

–Lo sé. Wendy enamorada de mí.

–No me refiero a eso. Sino a que como mujer tenés más levente que como hombre -Reí.

–Sí, graciosísimo –se molestó.

Un grupo de chicas de secundaria que paso por adelante nuestro, me distrajo.

–Ey ¿estás acá? –inquirió Maia molesta.

–No te enojes. Sabes que sos la única para mí –la abracé.

–Ya no sé por qué somos amigos –dijo de forma sarcástica.

–Pero volviendo al tema de Wendy –adopté un tono más serio –. Tenés que ser claro con ella, para que entienda que vos estás con Florencia, y que a ella solo la querés como amiga.

Maia no me contestó. Apenas se corrigió la garganta. Ni siquiera hacía contacto visual conmigo.

–Porque vos estás enamorado de Florencia ¿no? –insistí.

–Ya... ya no estoy seguro. Hasta hace unos días lo estaba, pero ya no.

–Entiendo ¿Volviste a hablar con Wendy?

–No, no me animo, y ella tampoco me ha llamado.

–Dudo que lo haga.

–Lo sé. Pero yo sigo siendo el mismo cagón de siempre.

Le coloqué una mano adelante para detener nuestro andar.

–Nad, si pudieras ahora mismo decidir volver a la normalidad ¿qué harías?

–No sé, es decir si lo haría Wendy estaría feliz y Florencia triste, y al revés se invertiría quien estaría feliz y quien triste, aunque... –se interrumpió.

–¿Qué? –quise saber.

–Wendy, me dijo... me dijo que con tal de estar conmigo no le importaría que yo estuviera como mujer.

–Es decir que por vos es capaz de volverse lesbiana.

–Algo así.

–¡Wow! Ese es un gran sacrificio.

–Sí. Lo sé. Lo pienso todo el día, pero no me defino por ninguna.

–Tenes que pensarlo bien, porque si volvés a ser hombre dudo que después puedas volver a cambiar.

–Ese es mi dilema –se tiraba de los pelos como si de esa forma se le ocurriera de debía hacer –. Decime vos ¿preferís que me quedé así o no?

–Esa es tu decisión, no mía. Ya te lo dije hace tiempo sos mi amigo y siempre lo vas a ser sin importar en que forma estés. Debo reconocer que al principio fue difícil, pero ya me acostumbré –me sinceré.

–A veces me resulta difícil comprender como me ve el resto del mundo.

–Yo puedo ayudarte, se te ve con dos melones enormes y un toto para la envidia –bromeé, aunque por la mirada de Nadir me di cuenta que no le hizo gracia.

Seguimos caminando sin un rumbo fijo, solo tratábamos de despejar la mente o mejor dicho que Nadir lograra despejarla y aclarar sus ideas.

–Es verdad... son enormes –rompió el silencio luego de un buen rato y mirándose los pechos.

Maia miaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora