Capítulo 1

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Capítulo 1

Nadir

Como les dije antes, toda mi historia comenzó cuando, luego de mucho dudarlo y pensarlo, decidí enfrentar a Florencia e invitarla a tener una cita conmigo.

Seré un poco más explícito para que logren entenderme. Florencia es una compañera de la escuela. Me gusta desde que la conocí en primer año. Pero debo reconocer que a pesar de no ser lo que alguien llamaría una persona fea, jamás me animé a decirle nada. Tan solo hemos cruzado unas pocas palabras intrascendentes en estos dos años. En parte por mi timidez y en parte porque, debo admitirlo también, ella era un tanto cerrada con los varones, y sobre todo conmigo se mostraba especialmente apática. Imaginó que ahora entenderán mi lentitud a la hora de decidirme.

Pero un día decidí dejar todo aquello de lado. Pensé que la mejor estrategia era actuar, es por eso que opté por arriesgarme. Durante la noche anterior repasé mentalmente lo que tenía pensado decirle. Lo practiqué de varias formas distintas hasta estar conforme.

Ya en la escuela esperé con ansias y nerviosismo la llegada del fin de las clases. Mientras tanto no perdía oportunidad para observarla cuando tenía la posibilidad. Se hallaba a tres pupitres del mío, por lo cual disimuladamente la miraba de vez en cuando. Pude divisar su cabello que caía como una larga cascada negra, su rosto redondeado y de bellas facciones, sus ojos color marrón intenso, y sus mejillas graciosamente decoradas con algunas pecas. Con un cuerpo esbelto que se lucía más con el uniforme escolar, al igual que sus largas piernas. En una de las tantas veces que la observaba hubo un cruce de miradas, pero no me animé a mantenerla y desvié la vista con el rostro rojo como un tomate, o al menos pienso que así estaba.

Cuando el día de clases terminó, tomé todo el coraje que pude y me predispuse a declararme. Pero justo cuando estaba a punto de alcanzarla dos personas me agarraron por detrás en forma juguetona, eran: Wendy y Ulises mis dos mejores amigos.

A él lo conocí en mi primer día en la secundaria, compartimos muchos gustos sobre todo lo relacionado a historietas, manga y anime. Wendy es mi mejor amiga desde la primaria, es la persona que más me comprende. Después de tanto tiempo es más justo decir que es una hermana. Siempre agradecí a la vida haber encontrado a tan buenos amigos.

-¿A dónde vas tan rápido? –preguntó Wendy.

-Ahh, tengo... tengo cosas que hacer.

-¿Ah sí? ¿Cómo qué?

-Cosas... mías... muy importantes.

-Desde pequeño balbuceas cuando mentís.

-No... no es cierto.

-Sí, lo es –respondió en forma alegre y abrazándome por el cuello.

-¡Auch! me vas a romper el cuello.

-No seas nenita.

-No soy nenita, pero tengo un cuello frágil –exclamé tomándome la zona afectada.

-Así que -Se colocó las manos en la cintura - ¿Qué es eso tan importante?

-Ya les dije, tengo cosas que hacer.

-¿Cosas íntimas? -Me codeó Ulises con una sonrisa cómplice.

-No. Y de verdad debo irme ahora.

Para no perder más tiempo, y sobre todo la valentía que había logrado reunir, salí corriendo.

-Mañana les contaré en detalle –grité mientras me iba y los saludaba con la mano.

* * *

Logré alcanzar a Florencia a unas pocas cuadras de la escuela, el panorama no podía ser más perfecto ya que caminaba sola. Pensé que todo estaba predestinado, que nada podía salir mal, que el destino por fin me sonreía.

En fin me detuve a unos pocos metros e intentando que mi voz no me fallara la llamé por su nombre. Volteó, me miró fijo a los ojos, e inesperadamente me sonrió en forma amigable. Su hermoso rostro hizo que mi corazón se acelerara y que las palabras se trabaran en la boca. Florencia aguardó paciente saber que tenía para decirle.

"Soy un hombre" me dije a mi mismo y esperando que mágicamente esas tontas palabras me dieran el valor suficiente que de repente había perdido.

-¿Qué... sucede? –preguntó ella al no ver reacción de mi parte.

-Yo... -me interrumpí, mi corazón iba a explotar.

-¿Te sentís bien?

-Sí –logré exclamar al fin -. Lo que te quería decir es que...

-¿Si?

-Es que vos... -Cerré los ojos para recuperar las fuerzas perdidas -, me pareces una chica muy linda y sé que en todo este tiempo nunca hablamos mucho, entonces pensé que quizás...

-¿Quizás? -en su voz también noté nerviosismo.

-Bueno... que tal vez podíamos... ir a tomar algo un día de estos... si vos queres e intentar conocernos mejor.

En esta ocasión fue ella la que permaneció perpleja y sin reacción alguna, ya no me miraba con simpatía sino con la misma frialdad de siempre, pero lo más difícil estaba hecho solo faltaba la respuesta ¿Tocaría el cielo o me golpearía fuerte la cara con la triste realidad? No tardaría en averiguarlo.

-Que dulce –dijo al cabo de unos segundos y con una sonrisa fingida.

-Entonces ¿si...?

-No, lo siento. No quiero salir con vos. No es que tengas nada malo –se apresuró a aclarar -. De entre todos los chicos de nuestro curso sos el que mejor me cae, de verdad. Pero sucede que no sos la clase de persona que me gusta.

-E... entiendo –intenté que mi voz no se quebrara ni que se hiciera evidente el nudo en mi garganta.

-Aun así podemos ser amigos ¿si te interesa? –quiso ser condescendiente.

-Desde luego eso me... gustaría –mentí -. Bueno gracias por escucharme y ser tan comprensiva, ya me tengo que ir.

No le di posibilidad de respuesta, si es que tenía pensado darme alguna, con la misma velocidad que la alcancé salí de aquel lugar. No sé cuánto corrí, solo quería alejarme, alejarme de todo.

Maia miaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora